En un arrebato testamentario al más puro estilo de doña Obdúlia de Montcada, la flamante y explosiva protagonista de Mort de Dama, la tía Felisigües –diminutivo regional de Felicidad- decidió que dejaba en herencia a la sobrina que trabajaba en la Diputación valenciana la “esclava”, pulsera de oro mazizo y de peso más que considerable. “Y es que claro –pensó-, una persona que se gana el pan en tan honorable institución debe ir pulcra, bien vestida y acicalada”. Felisigües, paradigma de tantos otros valencianos, es una de las claves para entender si el electorado valenciano castigaría en las urnas a un Francisco Camps ahora ya absuelto y a su mano derecha Ricardo Costa, en el hipotético y poco probable caso de que volvieran a aparecer en los puestos más altos de una lista electoral. Felisigües, “valenciana por encima de todas las cosas”, mediterránea hasta la médula, que gesticula a la vez que habla como si fuese una actriz profesional, que es capaz de pasar del llanto a la más sonora carcajada en la misma frase, que añade sufijos aumentativos a cada palabra y que multiplica con pasión consonantes para aumentar el significado de sustantivos adjetivados (burrrrrrrrrrrooo, animalllll, lllllllllladrónn), considera que a las instituciones en las que se debate la vida de las personas (ya sea la iglesia, la Falla Major o la Generalitat) solo se puede acudir emperifollado.
Volvamos a Camps. Según el auto inicial de Garzón –rebajado posteriormente por la fiscalía-, el ex presidente de la Generalitat cobró comisiones en especie por valor de 12.783 euros; todo en ropa. Dos vestidos hechos a medida, cinco pantalones, un cinturón de piel, tres chaquetas (una deportiva, otra austríaca y una tercera fantasía), una americana esport, un esmoquin para ir a Nueva York y un chaleco blanco para asistir a una recepción en el Vaticano. Pensemos… ¿Qué diría Felisigües? Que no, hombre, que no, que nunca en la vida puede ser pecado ir bien vestido cuando se trata de presidir instituciones tan venerables como el máximo órgano de gobierno valenciano o de asistir a lugares tan sagrados como el Vaticano. Pobre Camps, pero si él solo se quería engalanar.
Caterina Úbeda. Barcelona.
Colaboración. El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción, Barcelona, 6 Febrero 2012.