Urdangarín, entre la Monarquía y las hormigas – por Laura Morillas

El caso Palma Arena irrumpe en nuestros televisores y periódicos, tras un rato de atención apagamos las noticias o cerramos las hojas, y casi todo su efecto desaparece. Como con casi todo. La vida sigue.

España está sumergida en la crisis económica y todos lo sabemos. Hay menos trabajo, más despidos, incertidumbre, pesimismo y en general, muchísimas más dificultades de las habituales para vivir más o menos bien, con dinero holgado a final de mes y una sensación de tranquilidad en el cuerpo al ir a dormir, todo muy asimilado en este nuestro primer mundo, libre -o casi- de las guerras, el hambre o la pobreza de otros países menos afortunados. Aunque estemos en el hemisferio norte del mundo -en una de las partes buenas dentro de él- muchas personas han perdido toda fuente de ingresos, incluso su casa, las ideas y en algunos casos, hasta las ganas de intentar salir adelante hasta que pase la tormenta o al menos, no haga falta paraguas.

Está claro que ante la misma situación, no todo el mundo reacciona igual, ni la gestiona igual, ni le afecta igual, ni tiene la misma suerte. De hecho, en muchas situaciones los ciudadanos, en parte, tenemos lo que nos merecemos o lo que nos hemos ganado en cierto sentido, obtenemos en nuestro país, derechos, obligaciones, libertades y vida aquello por lo que hemos luchado o nos hemos preocupado activamente por lograr, y en su defecto, aquello por lo que no nos hemos preocupado o en lo que no hemos sabido responder adecuadamente y sin embargo otros con más poder sí lo han aprovechado.

Dicho en otras palabras, si el partido ganador en las elecciones al Gobierno nos sodomiza impunemente, la culpa es de las personas que les han votado y de todas las que no han luchado por un sistema electoral -y forma de Gobierno- más justo, eficiente y adaptado a la realidad del siglo XXI.

Si éste o aquel presidente de comunidad autónoma y/o ayuntamiento abusa de su cargo, cambia moral por egoísmo, corrupción e importarle un bledo todo lo que no sea el bienestar -definido a base de Rolexs, chalets de 1.000.000 euros, trajes y Ferraris, dicho sea por ejemplificar- de los suyos, la culpa (además de él o ella mismo/a) la tienen todas las personas que podrían haberle parado, haber tenido una actitud honrada, haber tirado de la manta o sencillamente no haberle votado y/o haber pedido firmemente un endurecimiento efectivo de la vigilancia, auditoría o controles varios a los que se pudiera someter semejante pieza.

Si nuestro mundo se llena cada vez más de un materialismo pegajoso, del dominio de las grandes compañías a costa de pisotear a todos lo pequeños como si fueran hormigas, de guerras injustas, de instituciones rancias y obsoletas que sólo consumen dinero, de destrucción del planeta que soporta nuestra vida, etc… ¿De quién es la culpa? Una parte es de las personas directamente implicadas en todo ello, pero también de todo el que mira para otro lado porque es más fácil.

De alguna manera siempre he creído que cuando una persona «normal» llega a obtener una posición destacada y con cierto poder en la sociedad, debería de tener una especie de impulso/impedimento moral de aprovechar la circunstancia y realizar actos nobles, actos que ayudasen a crear un mundo mejor -dentro de sus posibilidades-. Un impulso a hacer el bien, en términos sencillos. Y en muchos casos sucede así, dentro de que todos somos humanos y tenemos nuestros errores y puntos débiles. Pero es alarmante y devastador la verdad, cuánta gente siente el deber justamente contrario, el del lado oscuro, el de tomar al resto del mundo por banales hormigas a las que les suda bastante ciertas partes de su anatomía machacar para seguir su camino. Por césped blandito y con zapatillas de Lacostte.

Veo a Urdangarín y veo la prolongación natural del poder adquisitorio y de caché que hoy día tiene la monarquía en España junto a la mejor parte del inframundo de altas esferas de la corrupción. Además, veo en él una oportunidad, la que se lleva cobrando miles de años al sacrificar al chivo expiatorio.

El caso Palma Arena actualmente está formado por 26 piezas, entre ellas a saber:

1- Supuesto soborno del productor Jóse Luis Moreno a Matas (archivada). 2- Pagos fraudulentos al periodista que escribía los discursos a Matas (juzgándose). 3- Relación con el anteproyecto de Calatrava del Palacio de la Ópera y de reforma de la bahía de Palma. 4- Gastos electorales del PP supuestamente ocultados en la campaña de 2007. 5- Contratación de un bufete de abogados que contrató a su vez a Matas al dejar el cargo. 6- Contrataciones al parecer irregulares de la mujer de Matas. 7- Adjudicación de obras del polideportivo y la construcción de un chalet de un excargo del gobierno de Matas. 8- Patrocinio del Mundial de Ciclismo mediante un convenio irregular de 350 mil euros. 9- Contratación para Palma Arena de un exdirector del Consell por 840 mil euros. 10- Prácticas de blanqueo de dinero asociadas a esta trama, según el juez. 11- Desvío de fondos del Govern Balear y otras instituciones del Instituto Nóos, presidido por Urdangarín.

Habrá que esperar la resolución del caso, ver finalmente de qué acciones se declara culpable a Urdangarín y con qué pena. Pero se pueden sacar, mientras tanto, una serie de conclusiones interesantes.

Por una parte, no hay que olvidar el marco donde se desarrolla este caso -y muchos otros de corrupción-, el amplio marco de los gobiernos de las Comunidades Autónomas. Éste es un tema para el que hablar largo y tendido, numerosos puntos débiles y erróneos en las gestiones y control de las mismas, a nivel de economía y de otras muchas competencias. Realmente un tema muy extenso para el objeto de este artículo, aunque recomiendo encarecidamente visitar y profundizar en el artículo escrito por Francesc Sánchez (director de este periódico) sobre la Financiación pública española: Reforma o bancarrota.

Tras decir ésto, permítanme un par de preguntas, ¿de verdad nos van a hacer creer que ni su mujer, la Infanta Cristina, ni su suegro el Rey de España -que si dice pronto-, no tenían ni la menor idea de los negocios que se traía Urdangarín, utilizando su pertenencia consorte a la Monarquía para abrirse las puertas y los bolsillos? ¿De verdad vamos a creer -conozco a gente que sí- que todo ésto es un sucio intento de empañar nuestra querida Casa Real y que nadie más que Urdangarín se ha enriquecido con tramas de dudosa legalidad? Quizás nos traten como hormigas los abusones del mundo, pero éso no implica que debamos de tirar nuestro cerebro a la basura. Al menos, y ya que todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario -a ver quién es el listo que audita y de verdad a la Casa Real-, la gente debería de preguntarse por éstas cuestiones y pedir más información y claridad veraz.

Dejando a un lado los posibles o no asuntos turbios económicos del Rey y su prole, además de los moralmente cuestionables -especialmente para un Rey, que tiene una imagen que mantener el hombre por favor, y más en la era de la comunicación y la tecnología- líos de faldas extramatrimoniales ampliamente documentados y sabidos de su magna persona, yo creo que a fecha del año 2012 iría siendo hora, no ya de cuestionarnos de forma global una nueva forma de gobierno en España -que se adapte a todos los habitantes, al menos bastante más que la actual-, que también, sino de al menos cuestionarnos y poner en tela de juicio, a votación popular/referéndum legal, la utilidad y mantenimiento de la Monarquía.

La nuestra, es una Monarquía Parlamentaria/Constitucional. Las verdaderas monarquías constitucionales son aquellas en que se define el principio de soberanía nacional, aunque se la haga residir no el pueblo (soberanía popular) sino, por ejemplo en las Cortes con el Rey (constitución española de 1845 y de 1876). El rey retiene así gran parte del poder, determinando un reparto de funciones en las que, principalmente, controla el poder ejecutivo.

El término Monarquía Española designa la organización política del Gobierno y del Estado en España, y cuya trayectoria va desde la unión dinástica de los reinos peninsulares en los descendientes de los Reyes Católicos, reformándose durante el nuevo régimen hasta la actualidad en España, interrumpida únicamente en los períodos de la Primera República (1873–1874), la Segunda República (1931–1939) y el régimen franquista (1939–1975).

La actual Constitución española de 1978 adopta como forma política del Estado español la monarquía parlamentaria, según se expresa en su artículo 1.3. En el título II de la misma se contiene el régimen regulador de la Corona. La sucesión hereditaria de los miembros de la Familia Real en la Jefatura del Estado, con el título de Reyes de España. La jefatura del Estado corresponde al rey, el cual tiene funciones ceremoniales y simbólicas, y no dirige ni el poder legislativo ni el ejecutivo. El poder ejecutivo, es decir, el gobierno, goza de la confianza del Congreso de los Diputados (poder legislativo).

Pasemos a las funciones (o poderes) del Rey:

De carácter general

Mando supremo de las Fuerzas armadas, se atribuye directamente al Rey, aunque no puede ejercerse sin refrendo, parece que puede corresponder al Rey, cierta iniciativa.

Ejercer el derecho de gracia con arreglo a la ley, no pudiendo autorizar indultos generales.
Patronazgo de las Reales Academias.

El rey y el poder ejecutivo

Proponer el candidato a Presidente del Gobierno, y en su caso, nombrarlo, esta es la facultad constitucional que tiene mayor transcendencia política.

Nombrar y separar a los miembros del Gobierno, a propuesta de su presidente.

Expedir los decretos acordados en el Consejo de Ministros y conferir los empleos civiles y militares y conceder honores y distinciones con arreglo a las leyes.

Ser informado de los asuntos del Estado y presidir cuando estime oportuno las sesiones del Consejo de Ministros siempre a petición del Presidente del Gobierno.

En relación con el poder legislativo

Sancionar y promulgar las leyes. Esta potestad del rey, constituye un reflejo del poder legislativo que en otros momentos encarnaba el rey. El rey no se puede negar, que dispone para ello de quince días.

Convocar y disolver las Cortes y convocar elecciones, según los términos previstos en la Constitución. Esta prerrogativa precisa el refrendo del Presidente del Congreso y en otro caso precisa la propuesta del Presidente del Gobierno.

Convocar referéndum en los casos previstos en la Constitución, mediante propuesta del Presidente del Gobierno.

Política internacional

Acreditar a los embajadores y otros representantes diplomáticos.

Al rey le corresponde manifestar el consentimiento del Estado para obligarse internacionalmente por medios de tratados, de conformidad con la Constitución y las leyes, es distinto el órgano al que corresponde prestar el consentimiento y el Rey, al que corresponde manifestarlo.

Al rey le corresponde previa autorización de las Cortes Generales declarar la guerra y hacer la paz.

¿Cuánto nos cuesta anualmente este «kit» de utilidades monárquicas? (además del precio estándar de la revista Hola! para enterarnos de todos los cotilleos, claro), el total de los últimos cinco años (2007-2011) es: 43,181.110 euros. Los ingresos medios con los que una familia española mantiene su Casa son de 26.000 euros anuales, es decir, 130.000 euros en cinco años. Según estos datos la Casa Real recibe del Estado tanto dinero como 332 familias de ingresos medios. El salario mínimo interprofesional en 2011 se sitúa en 640,41 euros al mes, lo que hacen 7,684.92 euros al año. La Casa Real ingresa en un año la misma cantidad que 1.158 ciudadanos que perciban el salario mínimo. El Presidente del Gobierno cobra 78.185 euros anuales, 114 veces menos que la dotación de la Casa Real. Esa cantidad NO incluye:

– Casi seis millones de euros que figuran como “Apoyo a la gestión administrativa de la jefatura del Estado, destinados al pago de salarios de empleados de la Casa Real (más de 140 personas en plantilla).

– Mantenimiento y servicio del Palacio de la Zarzuela, mansión del Príncipe y Palacio de la Almudaina. Estos gastos corren por cuenta de Patrimonio Nacional, quien tiene un presupuesto de 140 millones de euros.

– Vehículos oficiales. El Parque Móvil del Estado se hace cargo. Presupuesto aproximado de 50 millones de euros.

– Gastos derivados de viajes de Estado, a cuenta del Ministerio de Exteriores.

¿De verdad? ¿De verdad tenemos que pagar ésta cantidad de dinero por lo que nos dan a cambio?… ¿Merece la pena éste sistema de gobierno con una monarquía impuesta a la fuerza que hace tiempo que pertenece más al mundo de la prensa del corazón que a una utilidad real?

Urdangarín es la punta del iceberg. Una punta oscura de la que no sabemos hasta dónde llegan sus raíces dentro del hielo real, pero que no es más que una mosca entre las orejas del elefante (mitad monárquico, mitad político) que está parado en mitad del salón de nuestra casa, al que casi todo el mundo parece ignorar o no dar importancia. Noticias como la de él, deberían hacernos pensar que lo normal no debe de ser la corrupción, la ineptitud y la inutilidad, sino que podemos vivir una vida mejor y posibilitar a los demás una vida mejor también. Con el elefante en mitad del salón, girando el cuello casi en tortícolis y con fuerza de voluntad se puede ver la tele, pero, ¿no sería más lógico echar de la casa al paquidermo?

Laura Morillas García. Valencia.
Redactora, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 13 Enero 2012.