El entonces rey Constantino II tenía 26 años cuando se produjo el golpe del 21 de abril de 1967 en Grecia. Se le ha retratado muchas veces como un joven ingenuo. Había accedido al trono, sucediendo a su padre el rey Pablo I en el año 1964 tras la muerte de aquel. El joven rey que había recibido como heredero al trono una educación democrática y militar completa en los tres ejércitos será consciente cuando suba al trono del cada vez mayor sentimiento antimonárquico que invadía al pueblo griego. La situación política en que se encontraba el país era cada vez más insostenible. El joven rey tenía claro que no sólo como rey debía limitarse a reinar, ser una figura simbólica, decorativa, sino que debía de tener un papel más destacado y activo y poder intervenir en los asuntos políticos, tal como le permitía la constitución vigente. Es decir la figura del rey debía tener para Constantino una función de árbitro en los asuntos más destacados del reino heleno. Ese papel más activo que quería tener el rey levantará muchas críticas entre los sectores políticos democráticos del país que veían muchas veces que las decisiones que adoptaba el rey estaban basadas en consejos erróneos por parte de sus asesores más próximos, militares y, sobre todo, de la reina madre, la alemana, Federica de Hanóver a la cual en su día también se le reprochó sus excesos cuando estaba en el trono su esposo Pablo I. Se criticaba a la corona los excesos y gastos que generaba como institución pero sobre todo por sus acciones en el campo político.
Nos encontramos pues ante un joven rey, Constantino II, aparentemente bien preparado pero influenciado por su entorno más inmediato, con ansias de tener un papel muy destacado en la situación política inestable de la primera mitad de los años sesenta y que intentará mantener un sistema parlamentario en que se vaya dando la alternancia en el gobierno los dos grandes partidos del momento es decir la Unión Radical Nacional, conservadores y la coalición del Unión del Centro de Georgios Papandreu.
Será durante el gobierno progresista de Unión del Centro, después de años de gobiernos de derechas, en que estallará el asunto Aspida en el ejército en cuyo episodio estará implicado el hijo del primer ministro, Andreas Papandreu. En ese momento Georgios Papandreu intentará ocupar él mismo el ministerio de defensa para gestionar mejor la crisis dentro del ejército pero Constantino II no se lo permitirá. Esta negativa real traerá como consecuencia la dimisión de Georgios Papandreu en julio de 1965 como primer ministro, la cual será aceptada por el rey, y por ende será el comienzo de una grave crisis política e institucional. Son muchas las voces que criticaron la actitud del rey. Se cree que Cosntantino fue mal aconsejado en este tema pues hubiera sido más prudente dejar que los acontecimientos hubieran fluido por si solos y que la Unión del Centro se hubiera visto salpicada por el asunto Aspida lo que le hubiera restado popularidad y votos. En cambio al provocar la dimisión del primer ministro, Georgios Papandreu, el sentimiento antimonárquico creció y en cambio la Unión del Centro sólo perdió cuarenta de sus diputados en el Parlamento. El rey al aceptar la dimisión de Papandreu quiso provocar y lo consiguió en parte que en la Unión de Centro surgiera disensiones, pero se tuvo que enfrentar a grandes manifestaciones de apoyo a Papandreu y críticas a su actitud calificando la misma de “intentona golpista real”.
La situación política griega se volverá aun más crítica y el rey intentará nombrar varios primeros ministros disidentes de la propia Unión de Centro. Los gobiernos a partir de ese momento no durarán mucho. Las elecciones generales finalmente serían convocadas para el 28 de mayo de 1967.
Cuando se produjo el golpe en la madrugada del 21 de abril de 1967, el rey se encontraba en el palacio veraniego de Tatoi, a unos 30 kilómetros de Atenas. Se cree que se enteró de la situación sobre las dos de la mañana cuando le telefoneo el almirante Spanidis, director de la oficina política en la presidencia del Consejo y le comunicó los últimos acontecimientos como la detención del presidente del Consejo Panayotis Canelopulos en su domicilio particular por los militares insurrectos. Hay constancia de que el almirante Spanidis que había acudido a la base naval de Skaramanga llamó al rey para informarle sobre el golpe y asimismo pedirle instrucciones para hacer frente a la conspiración. La respuesta del monarca fue que “esperase a que la situación se aclarase un poco”. Al cabo de poco rato Constantino recibió dos llamadas más. Una la del ministro de Orden público, George Rhallis, confirmándole la detención del presidente del Consejo y de varios ministros y aconsejando al rey serenidad y firmeza, y luego la de su secretario privado que le comunicaba que unos militares tenían su casa rodeada. A este anuncio de su secretario, el rey le ordenó que se defendiera pero el secretario le respondió que no era posible pues eran oficiales que él conocía.
Algunas fuentes señalan que a partir de las tres de la mañana Constantino ordenó a George Rhallis que se tomaran las medidas necesarias contra la sublevación. Entre estas medidas destacaría la de conservar el mínimo de tropas militares en las provincias y enviar el resto de unidades a Atenas. Constantino tuvo noticias de que las unidades acorazadas y los comandantes de loks (unidades de comandos) que consideraba adictas apoyaban el golpe de estado. Lo que está confirmado es que Constantino, que era gran aficionado a enviar mensajes radiofónicos al pueblo, no se había dirigido todavía a la nación. El palacio de Tatoi, al igual que el de Psiquico, residencia de la reina madre, estaban rodeados por fuerzas militares afines al golpe. Las líneas telefónicas de Tatoi fueron cortadas rápidamente por los golpistas pero el rey pudo seguir estando comunicado con el exterior y sobre todo con George Rhallis gracias a una pequeña emisora con una longitud de onda cinco millas, la cual fue neutralizada sobre las seis y media de la mañana.
Constantino recibió a las cinco cuarenta y cinco de la mañana en Tatoi al general Patakos, el coronel Makarezos y al general Papadopulos, los cuales eran portadores de una carta del general Spandidakis. En dicha carta se informaba al rey del golpe de estado realizado y se le indicaba que el mismo se hacia por el bien e interés de la Corona y para salvar al país del caos y del peligro comunista. Ante esta perspectiva encontramos a un rey solo sin sus consejeros, sin comunicaciones y que deberá tomar una decisión en las horas siguientes. Todos los elementos señalaban que el golpe había triunfado así que el dilema que tenía el rey en esos momentos era o apoyar el golpe e intentar negociar la composición del nuevo gobierno u oponerse radicalmente a él y abandonar el país junto con su familia. Se ha señalado que si optó por la primera opción fue para ganar tiempo y poder luego cuando tuviera más medios actuar contra el régimen salido del golpe y también por motivos más bien privados como no en poner en peligro la salud de su esposa, la reina Ana María, que estaba embarazada de su segundo hijo. Así que a las ocho y media de la mañana abandonaría Tatoi para ir al Ministerio del Interior y entrevistarse con los jefes militares y llegar a un compromiso. A partir de aquí comenzó una serie de negociaciones con los golpistas. Al final el rey puso como condición para aceptar la situación de que el nuevo gobierno surgido de este golpe estuviera presidido por un civil, y propuso para dicho cargo al fiscal general del Tribunal Supremo, el conservador Constantinos Kolias, personaje destacado por su hostilidad hacia la izquierda. El acuerdo llegaba finalmente a las cuatro de la tarde y una hora y media más tarde la radio anunciaba al país la formación del nuevo gobierno que prestaría juramento ante el rey Constantino y el arzobispo y primado de Grecia, monseñor Cristomos. Finalmente el golpe que se hacia en nombre de la Corona, era legitimada por esta.
Después del triunfo del golpe militar, la situación de la Corona representada por Constantino II se volverá más vulnerable y su papel quedará relegado a un plano más bien simbólico. El rey dejará de tener el papel importante de que disfrutaba durante la época parlamentaria y se verá reducido a ser más bien un personaje simbólico del país. A pesar que la derecha presionará al rey para que obtuviera de la Junta la promesa de una rápida vuelta al sistema parlamentario, Constantino será consciente de la imposibilidad de tal compromiso en parte por la eliminación de sus consejeros y partidarios que tenía dentro de las Fuerzas Armadas y de la utilización de su figura por la Junta para fines partidistas y de legitimación del nuevo régimen. Este nuevo papel que adiquirirá el monarca se verá reflejado cuando la Junta le presente para su firma y sanción varios decretos y el joven rey se oponga a firmarlos e igualmente dichos decretos sean finalmente promulgados por la propia Junta como “actos constitucionales”.
Pero será el proyecto de Constitución que elaboraba la Junta lo que hará finalmente reaccionar a Constantino e intentar dar un contragolpe de estado. En dicho proyecto constitucional se quería limitar enormemente los poderes que hasta entonces habían disfrutado y ejercido los monarcas griegos para pasar a ser una figura meramente representativa del país y de la unidad del mismo. Es decir la decisión de Constantino de expulsar a los golpistas del poder con los que había pactado la composición del gobierno y así legitimado, estuvo basada básicamente por el hecho de que estos querían limitar los poderes del rey.
Será la mañana del 12 de diciembre de 1967, es decir casi ocho meses después del triunfo de los golpistas en que el rey junto con toda su familia y el primer ministro Kolias se dirigirá a Cavala, ciudad del norte del país para llevar a cabo el golpe contra la Junta militar. Allí en Cavala se dirigió al ayuntamiento y en el balcón saludó a las personas que estaban en la plaza y les dio la siguiente consigna “Unidad. Venceremos”. Después la radio local emitió un mensaje previamente grabado del rey para más tarde volverse a emitir desde otra emisora más potente, por la Radio Larissa. En dicho mensaje el rey pedía el apoyo del pueblo contra la Junta. Les señalaba que aceptó el golpe para evitar derramamiento de sangre y que se encontró con los hechos ya consumados. Desde el día del golpe hasta ese momento, decía Constantino, no le había sido posible ponerse en contacto con su pueblo y manifestarle su oposición al régimen militar. Les pedía su apoyo para restaurar el régimen democrático. Defendía que las Fuerzas Armadas estaban “en manos de jefes experimentados” y que los tres ejércitos apoyaban su acción. Criticaba a la Junta de quererse perpetuar en un régimen totalitario con la aprobación de una nueva constitución y que además dicha Junta militar había llevado a Grecia al borde de un conflicto armado con la vecina Turquía. Pero las críticas más severas de su mensaje no fue para la Junta sino para la que él calificaba “minoría comunista”. Contantino remarcaba en su mensaje que “no habría posibilidad de compromiso alguno con los comunistas” de los cuales, según el rey, solo “buscaban la destrucción del país” o “que la minoría comunista no ha perseguido otra cosa que derribar nuestro régimen político y social, y, utilizando métodos violentos, ha llevado el desastre y la ruina. El comunismo contamina la juventud y amenaza la misma paz”.
El contragolpe fracasó pues Constantino no actuó con rapidez ya que quería asegurase tener una fuerza importante para poder partir hasta Salónica y formar allí un gobierno provisional. Las fuerzas leales a la Junta detuvieron a los generales aliados de Cosntantino y fueron inmediatamente hacia Cavala a detener al rey, por lo cual Cosntantino, su familia y el primer ministro huyeron a Roma. También otro elemento del fracaso del rey fue que el pueblo griego no reaccionó a su llamamiento y permaneció tranquilo.
La Junta nombrará inmediatamente al general Zoitakis regente y mantendrá contactos con el exiliado Constantino para convencerle de que volviera a Grecia y así evitar más hostilidad por parte internacional hacia el régimen. Pero el monarca desde Roma puso como condiciones para su regreso una nueva constitución, que se fijara la fecha para un referéndum constitucional, la promesa de elecciones parlamentarias libres, creación de una comisión de jueces para la investigación sobre los presos políticos, la dimisión de los miembros del gobierno de sus cargos militares y libertad de prensa.
Alberto Maestre Fuentes. Barcelona.
Colaborador, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción, Barcelona, 13 Enero 2012.
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