Cobardes – por Juan Miguel de Mora

El pasado diciembre me sorprendía, aquí mismo, de que un articulista del suplemento cultural “Babelia” fuese capaz de escribir mentiras notorias en una empresa periodística de tan alto nivel y todos mis respetos. Los colonizados amantísimos de la Madre Patria deseamos, por el prestigio de ella, que no se repita en nuestros días lo que hace muchos años dijo Joaquín Rodríguez, “Cagancho”, regresando de un viaje: “Sí, Francia es mu bonita, pero hay demasiaos extranjeros”. En “Cagancho” está bien, es folklórico, pero dicho en serio por el colaborador de un prestigiado suplemento cultural español es distinto. No se alboroten, ya sé que nadie dijo eso, pero dijo algo más estúpido y calumnioso, algo perverso y no ingenuo e inocente como las palabras de “Cagancho”.

No voy a seguir campaña contra nadie, pero hay una razón, sólo una, pero fuerte, que me impulsa a regresar otra vez al mismo tema. Tiempos hubo en que si alguien expresara en público o escribiera lo que dijo en su artículo José María Ridao comentando un libro de Alan Riding (libro que no he leído y por eso no opino), hubiera sido retado a duelo u obligado a pedir perdón por ofender la memoria de personas respetables. Pero en estos tiempos en que el presidente de Alemania está envuelto en negocios corruptos; el presidente de Israel destituido por abuso sexual; el presidente de la Generalitat de Valencia procesado por coleccionar trajes carísimos sin pagarlos; el yerno del rey de España imputado en negocios turbios y en México los narcotraficantes ganando la guerra a un gobierno de corruptos a todos los niveles, ¿quién tendría la hombría de retar al que calumnia y ofende a muertos desde la cómoda trinchera de un periódico influyente?

Y ¿quién defendería hoy a personas capaces de morir por la libertad? ¡Los llamarían terroristas!

Para gente como Alan Riding (se ve por el título de su libro), los de abajo no cuentan. Nunca contaron para los de arriba, antes aristócratas, después glotones burgueses y ahora millonarios del acero, las armas y el petróleo, es decir, de las guerras. ¿Cree usted que por amor a la libertad fueron las guerras de Corea, Viet Nam, Afganistán, Irak y, antes, la guerra de Irak contra Irán, cuando Sadam, Osama Bin Laden, Noriega y otros como ellos (por ejemplo Díaz Ordaz, presidente de México) eran agentes de los Estados Unidos?

Volvamos a lo nuestro: El libro de Riding se titula “Y siguió la fiesta: la vida cultural en el París ocupado por los nazis”. Eso se llama insidia: en el lector anónimo del mundo queda la idea de que los franceses aceptaron alegremente a los nazis. Pero el pueblo de Francia, obreros, campesinos, e intelectuales decentes combatieron heroicamente por su patria y de paso por la libertad de todos. El dilecto señor Ridao escribe: “Desde el punto de vista de la historia, el mito de la Francia resistente no pasa de ser una clamorosa inexactitud por no decir una mentira”.

El más prestigiado historiador de la 2ª Guerra Mundial es Antony Beevor, inglés, exmilitar y autor de las obras más respetadas y documentadas sobre la contienda. Citaremos sólo un párrafo de las muchas páginas de análogo contenido que hay en su obra: “Bretaña, como sabían perfectamente los aliados, era uno de los principales núcleos de resistencia en Francia. Por esa razón las primeras tropas aliadas que saltaron en Francia habían sido los hombres del 2ème Règiment de Chasseurs Parachutistes (4º. SAS) poco antes de la media noche del 5 de junio. A finales de aquel mes la Resistencia de las FFI, dirigida por los gaullistas, y los FTP bajo la dirección comunista, sumaban un total de 19.500 personas. A finales de julio esta cifra había ascendido a 31.500 individuos, de los cuales trece mil setecientos cincuenta estaban armados”. ( A.Beevor; “El Día D, la batalla de Normandía”, Crítica, Barcelona, 2009, 4 ediciones en el primer año, pág.478).

Conclusión: desde todos los puntos de vista el señor José María Ridao es, en el mejor de los casos, un perfecto irresponsable.

Además, hay que ser cobarde para denigrar a los héroes de la Resistencia, cobarde, no por miedo físico, sino por la cobardía moral que implica infamar por envidia, a sabiendas de que se miente.

A los Estados Unidos, que lograron su Independencia gracias a Francia y ahora la denigran, Tito Livio, viejo, romano e historiador, los describió muchos siglos antes:

Ningún favor produce una gratitud menos
permanente que el don de la libertad,
especialmente entre aquellos pueblos que están
dispuestos a hacer mal uso de ella.

Juan Miguel de Mora. Ciudad de México.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 13 Enero 2012.