Pocos estados del mundo despiertan más pasiones y contradicciones entre los habitantes que conviven en él como el estado más grande de la península ibérica. De que estamos realmente hablando. ¿De un país monocultural donde todo sus habitantes dominan una de las lenguas, el castellano? O más bien ¿estaríamos hablando de un estado compuesto de diferentes naciones donde una de las mismas, por circunstancias históricas, se ha impuesto a las demás? Sería curioso preguntar a diferentes personas de todo el ámbito del Estado que es para ellos España. Seguro que para muchos sobre todo los que viven en las zonas castellanas o que en su día fueron colonizados por Castilla como Andalucía o Murcia, entre otros, España es un país con su idioma y cultura, la castellana, donde todo el mundo se siente identificado con la misma y que tiene una riqueza “regional” donde en algunas zonas pequeñas, se ha mantenido otras variantes que hay que conservar pero más bien como algo anecdótico y folklórico. Por eso muchas de estas personas que se sienten tan “españolas” no entienden cuando en estas comunidades autónomas históricas reclaman más ayuda para defender su cultura y lenguas propias, las cuales durante mucho tiempo han sido relegadas a un segundo plano a favor de la cultura castellana. Así por ejemplo en el caso de Catalunya el castellano empezó a imponerse tras el compromiso de Caspe en el cual se escogió como soberano a un miembro de la dinastía castellana de los Trastámara. A partir de este momento la corte catalana hablará castellano. Lo castellano se iría introduciendo en zonas de la península ibérica, sea por la fuerza como la conquista de los territorios musulmanes como por acontecimientos políticos como el citado cambio dinástico tras el compromiso de Caspe. Lo catalán también se impuso a la fuerza con conquista territorial a los musulmanes, como en Valencia.
Sí, hablo siempre de conquista, no de reconquista, pues para reconquistar un territorio antes tenía que haber sido tuyo y esto no paso con la mal denominada reconquista. Así que empezamos mal cuando se explica el nacimiento y los orígenes de lo que se denomina la actual España pues siempre se cita que la misma se comenzó a adquirir su actual forma tras la “reconquista” iniciada por la rebelión de Don Pelayo, pero volvamos atrás. Después de la colonización romana y de la entrada de los visigodos, en el año 711 comenzó una invasión rápida de los musulmanes de la península ibérica, dejando sin ocupar la pequeña parte montañosa de Asturias. De la población conquistada muchos siguieron conservando sus tradiciones y religión cristiana, otros, comenzando por la “elite” visigoda optaron por convertirse al islam, pero todos convivieron sin problemas. Es curioso que justamente este año que ha terminado, 2011, coincidiendo con el inicio de la conquista musulmana de la Península, el Estado español no haya organizado eventos y fastos para conmemorar los 1300 años del inicio de esta conquista que influyó en el desarrollo peninsular. ¿Es que debemos olvidar que estos musulmanes estuvieron casi ocho siglos, hasta que fueron expulsados de su último reducto granadino en 1492? Ocho siglos en Historia sabemos que dan para mucho y dejan una huella importante. Lo que está claro que la influencia musulmana afectó más a unos pueblos que a otros por la simple razón de que en algunas zonas estuvieron menos tiempo.
Un pueblo o, en este caso que nos ocupa, unos pueblos, nunca deben olvidar que son productos de diferentes influencias que han tenido durante tiempo de otros pueblos y que dan esencia a los mismos. En el caso de la península ibérica esto se ve claramente. Estamos hablando de un gran territorio con diferentes paisajes que también condiciona el desarrollo de los pueblos que lo componen. Al final, como siempre suele pasar, el pueblo más fuerte, en este caso el Reino de Castilla se hace con más territorio y comienza su influencia en el resto. Lo castellano durante tiempo será visto por los otros pueblos que comparten las tierras ibéricas como lo mejor.
Así incluso durante el siglo XIX y principios del XX muchos catalanes y valencianos, sobre todo las provenientes de las clases acomodadas burguesas, hablarán en castellano por ser considerado por las mismas más elegante y dejarán el uso del catalán para el ámbito familiar y doméstico.
Este estado español se sale del concepto convencional de lo que es un país. Cualquier extranjero que conviva en él una temporada se sorprenderá de sus grandes contrastes. Ejemplo de ello es lo que pasó en 2010 en Barcelona. Un sábado de verano las calles de la capital catalana se llenaron de personas con banderas catalanas y muchas independentistas que reclamaban más libertad y respeto para su pueblo e incluso con muchas proclamas que pedían claramente la independencia. Cualquier extranjero que paseo ese día vio que Catalunya era una nación, pero el mismo extranjero justo el día siguiente no entendería nada cuando miles de personas salieron a la calle en la misma ciudad para celebrar el triunfo de la selección española de fútbol en el Mundial de Sudáfrica, llenándose esta vez no de banderas independentistas catalanas, sino de España. Durante semanas no fue raro de ver banderas españolas colgadas en los balcones catalanes. Esto es lo representa claramente el concepto de España. Un estado con grandes contradicciones, donde el nombre incluso del estado, España, a veces hay que disfrazar por el de Estado español para no levantar suspicacias en algunas naciones que la componen.
Pero realmente que queremos que sea España. Un país donde todos sus habitantes se sientan cómodos e identificados con el mismo y con sus símbolos. Eso sería lo deseado pero siempre partiendo de que todas las naciones del mundo tienen derecho a la autodeterminación, y cuando digo todas son todas sin excepciones. Yo no querría tener como miembro de mi familia a alguien que no quisiera serlo, que estuviera mal, no lo obligaría a estar en el seno de la misma por el solo hecho de compartir un apellido, pero lucharía para que se quedara y para ello utilizaría el diálogo, ver lo que necesita pero si finalmente viera de que lo mejor para él es que se fuera no se lo impediría. No hay que obligar a nadie a que se quede si no quiere. Es curioso como el porcentaje de entre la población catalana y vasca, por ejemplo, va creciendo el sentimiento de separarse del Estado español por que se cree que les irá mejor. Creo que las autoridades de Madrid deberían de comenzar a preocuparse de verdad. Con la fuerza no han conseguido aniquilar culturas milenarias como la catalana o vasca como lo intentó el general Franco. Se debe dialogar y ceder a veces para que se mantenga este Estado o por lo menos nazca otro más democrático que refleje la realidad existente forjada durante mucho tiempo.
Es verdad que pertenecemos a un Estado muy peculiar. ¿Donde si no existe este horario comercial? Donde si no está bien visto hacer horas y horas en el trabajo y no se valora realmente la producción sino el aparentar. En que país del mundo las tiendas abren a las 10 de la mañana y cierran a las 9 de la noche. O se come a partir de las 2 y por lo menos una hora. Seguro que más de alguno pensará que los demás países del mundo están equivocados. Que en España sabemos vivir. Pero ahora veo por ejemplo que España vive una crisis como otros países y que no se piensa en cambiar esta mentalidad caduca y sustituirla por otra más productiva y moderna. Ay la modernidad siempre tan sospechosa y rechazada en la historia de España. Si la modernidad la que querían imponer las fuerzas invasoras napoleónicas y que la mayoría de los pueblos de España rechazaron optando para que volviera al trono Fernando VII nada menos que llamado “El deseado”, y ya sabemos lo que hizo. En estos momentos se debería comenzar a incentivar la creación de industrias, cambiar este horario laboral extraño por no calificarlo con otro nombre. ¿O es que interesa que esta España siga siendo igual?, es decir un estado de servicios, de turismo barato. ¿Eso es lo que quieren los que dicen amar a España?
Si los que quieren luchar por la unidad del estado no comienzan a plantearse en serio el futuro del estado esto podría terminar con la huida generalizada de muchos al grito de sálvese quien pueda. ¿Queremos vivir así en ese tipo de Estado que se creyó que había alcanzado su milagro económico con la especulación inmobiliaria y el mínimo esfuerzo y en muy poco tiempo lo que otros estados de nuestro entorno europeo habían conseguido con mucho trabajo y esfuerzo durante décadas? Un Estado que ha destrozado sus costas para construir bloques de apartamentos y hoteles, que construye aeropuertos fantasmas en vez de invertir ese dinero en hospitales o escuelas, donde la corrupción ha sido generalizada en todas sus esferas. Donde su jefe del estado y forma monárquica fue impuesta por un dictador. No, hay que comenzar a cambiar de mentalidad y trabajar por ello, si es que vale la pena.
Alberto Maestre Fuentes. Barcelona.
Colaborador, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción, Barcelona, 3 Enero 2012.