Algunos cuentos de Rudyard Kipling – por Francesc Sánchez

Como en este escrito no tenía introducción y es necesaria poner alguna haré una confesión. Hace muchos años cuando era niño vi por primera vez por televisión El hombre que pudo reinar y me encantó. Por aquel entonces no sabía quién era John Huston, y vagamente me sonaban otras películas interpretadas Michael Kean y Sean Connery. Nada sabia de Rudyard Kipling el creador del relato en que se basaba la película. Han pasado los años y las circunstancias han querido que escriba un breve análisis de algunos cuentos de este escritor. Altamente recomendables.

Rudyard Kipling nació en Bombay en 1865. Su padre era el director de la escuela de arte municipal y su madre pertenecía a una familia relacionada con pintores y políticos. Durante estos años Kipling disfrutó de una libertad casi sin restricciones: era libre de recorrer con su aya los bazares y libre de entrar en los templos de dioses y ritos extraños. La infancia de Kipling fue truncada cuando sus padres deciden apartarle de la India: decidieron –siguiendo la costumbre para los hijos de los funcionarios- enviarlo con su hermana a formarse a la metrópoli. El lugar elegido por sus padres era el hogar de una familia de desconocidos en Southsea, en el sur de Inglaterra. Los malos tratos y vejaciones durante los seis años que pasa en esa casa son corrientes: años más tarde en el cuento Baa Baa Black Sheep se refiere al lugar como “la casa de la desolación”. En su adolescencia fue enviado a una escuela en el condado de Devon llamada Westaward Ho! College. En esta escuela también sufre malos tratos pero se impone a sus compañeros por su inteligencia y sentido del humor. Es aquí donde se empieza a interesar por la literatura descubriendo a autores como Carlyle, Poe y Browming. Los problemas de visión que tenía Kipling le incapacitan para la carrera militar, por lo que decide en el año 1882 volver a la India para trabajar como periodista. Inicia su oficio en la ciudad de Lahore, donde su padre ha sido nombrado director del museo local, en el periódico Civil and Military Gazette. El trabajo como periodista y el dominio de la lengua local le permite conocer las costumbres coloniales al detalle. El éxito de sus escritos hace que otro periódico, el Pioneer de Allahabad, decida enviar al joven a Inglaterra. En 1892 Kipling se casa con Caroline Balestier y se establece durante diez años en Vermont, en los Estados Unidos. Durante este tiempo hace toda una serie de viajes por el mundo, incluido uno a Samoa para encontrarse con Robert Louis Stevenson. En Vermont nacen sus dos hijas y escribe El libro de la selva. En 1899 de vuelta a Nueva York desde Sudáfrica su hija Josefine muere a causa de la gripe. Ese mismo año Kipling y su familia deciden instalarse definitivamente en Sussex. En 1907 obtuvo el Premio Nobel. Kipling muere el 18 de diciembre de 1936.

Entre muchos relatos que escribió Kipling he elegido sin ningún tipo de orden especial: El hombre que pudo reinar, que nos cuenta la historia de dos ex soldados británicos que deciden convertirse en reyes en la remota región afgana de Kafiristán, Ellos, que nos cuenta los encuentros en la campiña inglesa de un hombre con una mujer ciega de avanzada edad, El mejor relato del mundo, que nos introduce en la teoría y creencia de la metempsicosis, Mary Postgate, que cuenta la vida de una dama de compañía, Tambores de guerra, que nos narra la historia de un regimiento inglés que es enviado a la guerra, La radio, que nos acerca a la transmisión de mensajes, y Un hecho real, que nos sitúa en un barco donde suceden cosas extraordinarias.

En El hombre que pudo reinar, título que fue llevado al cine por John Huston, interpretado por Sean Connery, Michael Caine y Christopher Plummer, Kipling nos sumerge en la India colonial relatándonos la historia de dos ex militares, Daniel Dravot y Peachey Carnehan, que se han convertido en dos bribones, que se dedican a recorrer el país extorsionando a las élites indígenas. Tras un encuentro fortuito en un tren que va de Ajmir a Mhow con el corresponsal del Backwoodman (en la película el Northern Star) son detenidos y se les advierte que si vuelven a ser cazados en actividades ilegales serán deportados a Inglaterra. Es entonces cuando Daniel Dravot y Peachey Carnehan ante el periodista firman un contrato por el que se comprometen a convertirse en reyes de Kafiristán, una remota región de Afganistán que conquistó milenios atrás Alejandro Magno. Tanto en el relato como en la película se ve como los dos protagonistas en su viaje se hacen pasar por indígenas para pasar desapercibidos. Su idea es presentarse al jefe de un poblado y tras formar un pequeño ejército librarle de sus enemigos: el poblado conquistado será hermano del conquistador, y así de batalla en batalla pretenden convertirse en reyes. En su proyecto cuentan con la inestimable ayuda de Billy Fish, un gurkha que fue el único superviviente de una expedición de geógrafos. Les es muy útil también descubrir que la élite de la región tiene los conocimientos de la masonería hasta el segundo grado, algo que aprovecharan en su beneficio, y más útil si cabe es ser considerados no solo reyes si sobre todo dioses. Todo parece funcionar bien hasta que Daniel Dravot quiere casarse con una nativa para establecer un linaje real: es en este momento que la suerte se girara en contra de nuestros protagonistas.

Kipling en Ellos nos cuenta los encuentros en la campiña inglesa de un hombre con una mujer ciega de avanzada edad. El relato hace aparecer unos inquietantes niños que hacen compañía a la mujer y que solo puede ver el protagonista. Parte de las tierras de la mujer han sido cedidas a un arrendatario a cambio de un pago regular. Tenemos que esperarnos hasta el final para certificar lo que sospechamos.

El mejor relato del mundo nos cuenta la historia de dos amigos, un joven llamado Charlie Mars que trabaja de cajero en un banco y un hombre maduro del que se desconoce su ocupación. El joven quiere dedicarse a escribir y el hombre maduro le aconseja. Un día Charlie Mars le dice a su mentor que tiene una gran idea pero que no sabe desarrollarla. Entonces decide vendérsela a su amigo. Poco a poco el hombre maduro se va dando cuenta que su joven amigo le está comunicando recuerdos de vidas pasadas: Charlie Mars en otra vida fue un reo griego condenado a galeras y en otra un jefe vikingo. Kipling en este relato recoge la creencia de la metempsicosis o transmigración de las almas que tienen entre otros los hindúes y los budistas. Kipling en esta historia nos muestra un ejemplo de las aportaciones culturales de las tierras conquistadas por los ingleses que formaban parte del imperio, en este caso sobre la vida más allá de la muerte.

Mary Postgate es una dama de compañía de la señorita Fowler de avanzada edad que vive en compañía de su hijo. Con el tiempo este hijo llamado Wynn se hace militar y pilota uno de los primeros aviones. La guerra –aunque no Kipling no la menciona por su nombre queda claro que es la Primera Guerra Mundial- se lleva la vida del joven. La señorita Fowler y Mary Postage deciden quemar en el jardín todos los objetos del joven. En el momento de hacerlo Mary Postage tiene un encuentro con un piloto alemán que ha caído del cielo. En este relato se constata vivamente la imagen de la mujer sumamente concienzuda, ordenada, cordial, elegante, sumisa y obediente que encaja en los discursos de la domesticidad del siglo XIX, encarnada por Mary Postgate, y la mujer fuerte y decidida que define a la señorita Fowler. Pero sin embargo algo cambiara al final.

Tambores de guerra nos cuenta porque el regimiento Destacados y Aptos se convierte en Destacados e Ineptos. Jankin y Lew, dos jóvenes que siempre se meten en problemas, forman parte de la banda de música del regimiento. En un momento dado el regimiento es movilizado para la guerra en las tierras de Afganistán y los jóvenes Jankin y Lew van con él. Ya en tierra hostil el enemigo ataca de noche y a distancia reduciendo los miembros del regimiento. Las enfermedades también colaboran en provocar bajas. Llega el día de la batalla, en la que participan también un regimiento de gurkhas y otro de escoceses, y el regimiento de Destacados y Aptos huye del campo de batalla y se convierte en Destacados e Ineptos. Es entonces cuando Jankin y Lew golpean un tambor y hacen sonar un pífano para que el regimiento vuelva a la faena. El ejército fue la columna vertebral del imperio británico y sus soldados tenían que ser ejemplos a seguir: en este relato Kipling, mostrándonos soldados de carne y hueso con sus debilidades y virtudes, nos lanza el ejemplo a seguir que Jankin y Lew protagonizan.

La radio es quizá el relato más extraño de esta selección. Por la noche en una botica el señor Cashell realiza un experimento novedoso: tiene que recibir y enviar un mensaje a través de las ondas hertzianas con una rudimentaria radio. Shaynor, el encargado de la botica al terminar su jornada se retira a descansar en un sillón mientras toma notas en unos papeles. Y es aquí cuando nuestro protagonista se da cuenta que Shaynor empieza a escribir versos de Keats sin que éste haya siquiera oído hablar del poeta. Ha podido haber una transmisión de pensamiento de origen desconocido. El experimento de Cashell durante un tiempo no funciona, no recibe el mensaje esperado, pero intercepta una comunicación entre dos barcos: sus transmisores funcionan a la perfección pero los receptores fallan. Como dice Cashell: “Puede que falle la inducción; puede que los receptores no estén ajustados para recibir sólo el número exacto de vibraciones por segundo que emite el transmisor. Por eso sólo captan palabras sueltas. Lo suficiente para volverse locos”. Kipling en este relato muestra un interés por la ciencia que viene pero también nuevamente por lo inexplicado por esta misma ciencia.

Un hecho real es un relato extraordinario que se desarrolla en un buque llamado Rathmines que deja atrás Ciudad del Cabo para volver a Southampton en Inglaterra. Los protagonistas son Keller, corresponsal de un periódico estadounidense, Zuyland, medio holandés, propietario y director de un periódico de una localidad próxima a Johannesburgo, y el narrador, un hombre que ha renunciado solemnemente al periodismo. En un momento dado se levanta un brazo de mar y arrastra al barco hacia arriba: se ha producido en las profundidades del océano una erupción volcánica que ha provocado un maremoto. Ha bajado la temperatura del agua y al contacto con la temperatura ambiente ha provocado una densa niebla. Esta circunstancia hace temer a nuestros protagonistas la colisión con otros navíos pero lo que más les sorprende es la aparición de una criatura gravemente herida que ha ascendido desde las profundidades. Durante un tiempo esta criatura al lado de otra que también ha ascendido se bate entre la vida y la muerte hasta que finalmente perece y desaparece. Nuestros protagonistas deciden escribir lo ocurrido. Pero finalmente solo Keller decide intentar publicarlo. Él creé que es una gran historia que todos los periódicos querrán publicar. Pero nuestro narrador desalienta a Keller en su intento por publicarlo en los diarios ingleses, mejor le emplaza a intentarlo con los estadounidenses. El asunto es que este hecho real por extraordinario no es creíble para la sociedad inglesa pero si para la americana porque éstos –siete siglos más jóvenes que los ingleses- publican cualquier cosa.

Muchos dicen que Kipling sintonizaba con los gustos de un público amplio que esperaba ver reflejado el gran reto que representaba para los ingleses el imperio británico, entendido este como una fuente de aventuras fascinantes y sólidos valores morales, Kipling en efecto puede considerarse el escritor que más hablo del imperio, y de hecho lo defendía, pero en mi opinión va más allá. Rudyard Kipling, al menos por lo que se puede entender por esta selección de relatos, es capaz de sumergirnos en la India colonial, en el ejército británico, y en el misterio de todo aquello que hasta la fecha no tiene una explicación racional. La ideología que llevó a los británicos a forjar su imperio probablemente descanse sobre la idea –reconfortante para ellos- de que eran el mejor de los pueblos civilizados, y que como tales tenían la misión de civilizar a pueblos lejanos e inferiores. Pero en Kipling no vemos esa función misionera de los ingleses si no más bien la atracción hacia oriente y el choque entre dos mundos: En El hombre que pudo reinar Daniel Dravot y Peachey Carnehan quieren saquear el Kafiristán pero cuando intentan civilizarlo a la inglesa fracasan. En Tambores de guerra el regimiento de Destacados y Aptos huye del enemigo y tienen que reconducir la situación los jóvenes Jankin y Lew, probablemente los hombres más alejados del prototipo de soldado ingles. Este choque cultural –contraste si se quiere- entre dos mundos del que hablamos, por mucho que la sociedad inglesa colonial quisiera vivir separadamente de la población natal, arroja también aportaciones culturales que vienen de oriente: como la metempsicosis de El mejor relato del mundo. Y aquí tenemos, al menos por lo que se desprende de esta selección de cuentos, el otro interés de Kipling, esta vez por lo inexplicado, el misterio: así tenemos fantasmas en Ellos, y mensajes de origen desconocido en La Radio. En Mary Postgate se puede vislumbrar hasta los inicios de la emancipación de la mujer y en Un hecho real una prueba de que el publico ingles le cuesta creer depende que cosas.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 14 Noviembre 2011.

Artículos relacionados: Los exploradores británicos en la época victoriana – por Francesc Sánchez – El motín de los cipayos – por Francesc Sánchez – La colonización de América del Norte: La formación de las 13 colonias – por Francesc Sánche