En 1976 la España del nuevo y joven rey Juan Carlos I se retiraba de la llamada provincia del Sahara español en virtud de los acuerdos de Madrid firmados unos meses antes entre España, Marruecos y Mauritania. El Reino de España dejaba abandonados a los que habían sido sus súbditos durante tiempo a la merced y ambiciones de su nuevo dictador, el rey marroquí Hassan II, el cual aprovechándose de la agonía del general Franco había incitado a su pueblo a salir en dirección a la colonia española en la llamada Marcha Verde.
España traicionando a los saharauis los entregó sin más a sus vecinos marroquíes sin tener en cuenta el derecho de autodeterminación que establecía las Naciones Unidas para los mismos. Este capítulo fue una vez más en la historia de las relaciones españolas con sus antiguas colonias un fracaso y una nueva injusticia. No se tuvo en cuenta a las saharauis y, por que no decirlo, los propios intereses económicos españoles pues estos territorios que oficialmente para España era una provincia más como lo podía ser Barcelona o Sevilla, eran ricos en fosfatos y caladeros de pesca. España, en vez de traspasar el control de su colonia a sus legítimos dueños, el pueblo del Sahara e intentar asegurarse así unas relaciones privilegiadas con el nuevo país africano, como era su obligación, huyó llevándose a sus muertos y a su querida legión. Hay que tener en cuenta que comparando las relaciones que países como Francia y Reino Unido mantienen con sus antiguas colonias y las que mantiene España con las suyas, sobre todo con las últimas perdidas o regaladas (Guinea Ecuatorial y Sahara Occidental) hay una abismo considerable pues los dos primeros países europeos, aunque por supuesto sea muy discutible, han intentado por lo menos mantener su influencia económica, militar y cultural en países que explotaron e invadieron. En cambio el caso español ha sido un desastre en todos los sentidos. Un país que se creía todavía una potencia mundial que pudo tener colonias en África (pocas), no supo ni quiso ni siquiera sacarle partido a ello. Evidentemente el colonialismo europeo en África, como cualquier colonialismo, fue atroz y terrible y muchas naciones africanas están pagando todavía hoy en día las consecuencias del imperialismo europeo del siglo XIX que dividió el continente africano a su antojo sin tener en cuenta a las naciones y tribus que la componían. Pero no por esto hay que despreciar a los habitantes que conviven en los territorios que los tratados internacionales le han asignado, y eso es lo que España a mi entender hizo con los saharauis. Esos habitantes del llamado Sahara español que tenían todos los derechos (pocos pues recordemos que ellos no pudieron “disfrutar” del la implantación, por parte del aparato franquista, del nuevo régimen monárquico democrático a partir de 1977) que los restantes españoles, fueron insultados por quien tenía obligación moral y legal internacional de protegerlos.
Pero la historia no se para aquí, pues los sucesivos gobiernos de Su Majestad Juan Carlos I han intentado mantener sus buenas relaciones políticas y económicas con los nuevos invasores de Marruecos en contra de los habitantes del Sahara Occidental. Es humillante y sorprendente pues unas de las consecuencias a esta brutal colonización de Marruecos por parte del Sahara occidental es el intento de aniquilar a toda costa la identidad saharaui.
Si cualquiera pasea por la capital de El Aaiún se sorprenderá que por ejemplo los letreros de las calles estén, a parte de en árabe, en francés. El castellano ha sido suprimido por las autoridades coloniales marroquíes. En cambio los saharauis que están en los territorios liberados de la República Árabe Saharaui Democrática así como los que mal viven en los campos de refugiados de Argelia no renuncian a perder los conocimientos de la lengua castellana y para ello reciben de países amigos latinoamericanos, como Cuba, y de muchas organizaciones solidarias con su pueblo materiales de texto en castellano. Por supuesto los gobiernos españoles nunca han colaborado por el mantenimiento y divulgación del castellano como segunda lengua de los saharauis, les debe dar igual que se pierda con tal de mantener o intentar mantener los grandes negocios con la familia del rey de Marruecos. Si, esos gobiernos de Madrid que luego se escandalizan que Catalunya se preocupe en mantener y cuidar su idioma catalán les da igual que el castellano se pierda, en detrimento del francés, en el Sahara, como también intenta desde hace tiempo hacer el dictador millonario Obiang en Guinea Ecuatorial. Es un desastre como he dicho en todos los sentidos. Pero confío en la valentía y determinación de los saharauis y se que todos los factores, aunque parezca que no, están a su favor. Su república ha sido reconocida por muchos países. Marruecos no ha podido oficializar internacionalmente su anexión a pesar de llevar durante muchos años colonos marroquíes para que sean mayoría en el territorio y sus gastos militares como los de mantener sus autodenominados muros defensivos son altísimos y difíciles de mantener indefinidamente. Espero que el día que sea liberado totalmente todos los territorios que componen el Sahara Occidental, España pueda, a nivel gubernamental, reparar el daño terrible que le infligió a ese pueblo tan hospitalario como lo es el saharaui, pues el pueblo español como tal hace años que está con los saharauis pues se dio cuenta de la injusticia cometida con ellos.
Alberto Maestre Fuentes. Barcelona.
Colaborador, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 13 Diciembre 2011.