Sopori y Rainu, gurú y discípula: Estabilidad e interculturalidad de la cultura india – por Sàgar Malé

Hace un tiempo viajé a la India durante dos escasos meses. No tenía referentes sobre el país, sólo sabía lo que me decían mis sentidos. Viajaba por Delhi, Varanasi, Mathoura, Dheramsala o Agra por intuición. Veía la India como un inmenso continente, con miles de facetas, pueblos, tradiciones. Pero también veía un país con una gran unidad territorial e histórica. Los indios y las indias tienen la certeza y el orgullo de saber que son parte de una cultura milenaria. Por encima de los choques entre culturas y los conflictos políticos está la sensación de estar integrados en la cadena de una historia unitaria.
Poesía sufí y música clásica índia

¿Era mi visión la de un flipado más que quiere ver una India que sólo está en su imaginación, llevado por la borrachera de imágenes, olores y personas del país?

Me centré en la música, para intentar entender los mecanismos culturales del país. De la gran cantidad de conciertos que vi el que me dejó más huella fue el de la joven cantante de Jammu Ragini Rainu. Su canto cálido y enorme, no parecía tener principio ni fin, y no parecía querer llevarnos a ningún lugar concreto: éramos los oyentes los que elegíamos hasta donde nos llevaba

Se trataba de un concierto de música clásica india, es decir música de origen hindú. Pero ella cantaba poemas sufíes, es decir musulmanes. Además, Rainu no es ni musulmana ni hindú sino sikh, otra religión presente en la India. Aún había más: cantaba una tradición sufí llamada kharana, de Cachemira, una región desgraciadamente conocida por ser el punto de separación y de conflicto entre la India y Pakistán, entre una India hindú y un Pakistán musulmán… Esto son los hechos históricos y las motivaciones políticas, pero esta realidad es mucho más compleja, ya que en la India no parece que los conflictos religiosos tengan que chocar necesariamente en las manifestaciones culturales.

«Me he especializado en la música clásica india, canto poemas sufíes, y yo soy sikh. Pero la poesía sufí habla del amor universal. Va más allá de la ortodoxia religiosa por tomar un sentido humano, y es este sentido lo que me impulsa a practicarlo. El sufí de Cachemira no habla del conflicto entre la India y Pakistán y yo tampoco hablo de este conflicto. Yo hablo del amor en alma, ya que el amor lo es todo, y las barreras religiosas no tienen importancia.»

El gurú (maestro) de Rainu, Pandit Bhajan Sopori, de Cachemira, es reconocido como uno de los grandes maestros del santur, instrumento de cuerda percutida que Sopori dice que nació en su región. Él ha enseñado a Rainu las tradiciones sufíes de Cachemira, y me contaba la clave de esta complejidad.

«Las ragas son las estructuras musicales de la música clásica india, de origen hindú. Los maqam, en cambio, son estructuras musicales de la música musulmana, en Asia Central. La poesía sufí cantada tiene relación con los maqam, pero en la práctica, en Cachemira, los ragas se han convertido en maqam y son lo mismo. Las raíces de la música de Cachemira eran tan fuertes que sólo se sustituyó la poesía, pero las características musicales son típicamente cachemires y no cambió el lenguaje. La tradición continúa pero en una forma diferente: es la raga con poesía sufí. Bajo el concepto sufí está la música clásica india.»

En la India todo da la misma sensación: algo en el fondo la unifica y la estabiliza dentro de su compleja diversidad, como si un sustrato milenario fuera mucho más allá de los conflictos entre grupos humanos o religiones (aunque existen). El pasado no es algo inseparable del presente, no hay una ruptura radical sino que ambos forman parte de lo mismo.

La raga: estabilidad e improvisación

Cuando hablamos de música clásica europea nos remitimos a 300, máximo 400 años atrás… En la India ésta se remite a cientos de años, con instrumentos y sistemas que casi no han variado. Pero, ¿por qué siendo casi milenaria siempre es siempre nueva? Porque siempre forma parte del presente? Es el propio sistema musical lo que lo explica.

Ragini Rainu no es el alumno de Pandit Bhajan Sopori, ni Sopori su maestro: Rainu es la discípula, y Sopori es el gurú. ¿Qué quiere decir esto? En la música clásica india el intérprete construye la música en cada nuevo concierto siguiendo el esquema de la raga, una estructura básica y estable desde hace cientos de años. El compositor trabaja con el esquema de la raga, que es el 10%, pero la improvisación es el 90%. El intérprete tiene que aprender a crear la música en cada nuevo concierto. Por eso el gurú no es alguien que enseña las técnicas sino la actitud, la personalidad creadora. El discípulo es la herencia, la perpetuidad humana y creativa del gurú.

«La música india no está escrita, el aprendizaje funciona escuchando y repitiendo al gurú. Su aprendizaje es todo un sistema social, un ritual de adopción, ya que eres aceptada por un gurú y luego adoptada por su familia con la que vives durante tu aprendizaje. Aprender a partir de un gurú quiere decir que no sólo aprendes su música sino su personalidad. Creas un ser humano.» (Ragini Rainu)

«En la música clásica india es el 90% improvisación. Y esta es su riqueza. Hoy puedo tocar una raga para el público general, y mañana tocarla de nuevo de forma completamente diferente para estudiantes o para expertos. La improvisación lo hace totalmente diferente. Pero la raga es siempre la misma.» (Pandit Bhajan Sopori)

El sistema de las ragas y de su aprendizaje con la improvisación, fueron para mí una revelación para entender los mecanismos de la cultura india y su carácter estable. Siglo a siglo las estructuras y los instrumentos pueden ser invariables, pero en esto no hay ningún problema ya que la música siempre es nueva: los intérpretes siempre son nuevos. Las culturas, las religiones pueden sobreponerse como capas, pero la base de las ragas, y de la India es flexible, no se impone sino que le exige que se implique, porque finalmente es a él o a ella a quien le toca la creación.

Nota: El artículo fue publicado en catalán hace un año en la publicación Dialogal.

Sàgar Malé Verdaguer. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 4 Octubre 2011.