La primera vez que escuché The High Road y Vaporize de Broken Bells sentí que musicalmente todo estaba en su justo lugar, todo era como tenía que ser y una especie de felicidad me empezó a recorrer el cerebro como si fuese chocolate caliente sobre una magdalena.
Hace ya muchos años, la primera cinta de casette que escuché en mi primer walkman fue una mezcla casera de mi padre de los Beatles. Se oía con ruidillo de fondo, todas las canciones estaban grabadas a partir del sonido de un tocadiscos.
Más adelante, se le fueron sumando a la primera, cintas de Simon & Garfunkel, Dire Straits, Pink Floyd, Alan Parson Project, entre otros.
Entonces yo era ajena a lo que ahora hace un par de años descubrí, la música indie que ya en los años 80 comenzó a nacer. De hecho, no tenía ni idea con 12 años de que lo que hacía Pink Floyd era «Rock Psicodélico», Alan Parson Project «Rock Progresivo» o de que los Beatles realmente habían modernizado y revolucionado la historia y proyección de la música.
Lo cierto es que nunca me ha gustado del todo éso de poner etiquetas a nada, música, personas, países, porque de alguna forma creo que limitan más que definen, pero al final las utilizo más de lo que me gustaría. Siendo que la definición de música Indie se refiere en general a cualquiera de los movimientos, panoramas, subculturas y atributos estilísticos y culturales, con un acercamiento autónomo y un nivel de planteamiento que se reduce al lema «hazlo tú mismo», no sé hasta qué punto lo que hicieron en su momento lo propios Beatles o Pink Floyd se podría además, denominar «Indie», algo que hoy día está muy de moda y se entiende como muy transgresor y moderno.
Lo que quiero decir es que al final de tantas etiquetas como se han creado para todo -en el caso de la música indie hablamos de subgéneros tan variopintos como el indie pop, C86, madchester, dream pop, noise pop, shoegazing, brit pop, lo-fi, camber pop, indietrónica, indie rock, post punk revival- me parece que se produce un curioso fenómeno: al final tienes tantas maneras de nombrar algo y a la vez tan limitadas que muchas veces una de dos, o algo -un estilo musical, un artista, un grupo- se queda flotando en el limbo de la tierra de nadie de la música cuando sería más sencillo que todo éso explicar de qué trata, o bien se define de forma taxativa y rápida con la etiqueta que a priori mejor le calza.
Me gustaba la sencillez con la que a la pregunta ¿qué estilo de música te gusta? yo respondía Pink Floyd, Héroes del Silencio, The Doors o incluso Massive Atack, sin pensar dónde clasificarlos mucho más allá (jazz, ópera o pop no son ¿rock? ¿rock electrónico?). Tras el muy buen encuentro con Broken Bells, descubrí The XX, Benjamin Gibbard y Dead Cab for Cutie, Russian Red, Two Door Cinema Club, The Black Keys, me enteré por internet que eran grupos indies modernos, pero que todo éso no era tan fácil, porque uno era indie electrónico, otro brit pop con connotaciones indie pop e indietrónic…
El problema con la música indie es su definición y a la vez la ausencia de ella. Hay webs donde para ellos artistas muy diversos todos son indies y webs donde lo difícil es escuchar algo medianamente escuchable bajo la etiqueta indie. ¿Hasta qué punto realmente la música indie es simplemente una evolución por otro camino del rock y las variantes de éste? ¿hasta qué punto su camino realmente se ha distanciado ya tanto que merece sufrir su etiqueta propia?…
Desde luego es un género musical -llamémosle así- que ha sabido pegar fuerte en los últimos años. La pequeña revolución de la música indie se entiende perfectamente cuando dentro de tus auriculares suenan alguna de las pequeñas grandes canciones de Russian Red, Mike Snow o los ya muy nombrados Broken Bells. De alguna manera creo que son grupos y artistas con una gran calidad en un pequeño (aunque con el marketing ya no tanto) formato. Y éso es relativamente fresco, en un mundo donde alguien como Justin Bieber o Maná por ejemplo, llenan estadios y arrastran legiones de fans.
Para mí, la buena música no debería necesitar de más etiquetas que el nombre del grupo/ artista que la escribe e interpreta. Y ésa por mérito propio espero que sea la segunda pero real revolución de la música indie, salir de la propia piel de su nombre y brillar con luz fuerte y alta que no implica venderse al marketing.
Laura Morillas García. Valencia.
Colaboradora, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 11 Septiembre 2011.