De una década a esta parte parece ser que lo que Marshall Mcluhan profetizó como el nacimiento de una nueva época, allá por la segunda mitad del sólido siglo XX, empieza a impregnar la vida social y política del líquido siglo XXI. El medio es el mensaje parece cumplirse en el caso del movimiento 15M. Me explicaré: según Mcluhan el proceso cognitivo del ser humano cuando recibe un output no es el mismo dependiendo del sentido que utiliza para decodificarlo. En este caso, podemos hablar que internet primero, y ahora las conocidas redes sociales como Facebook y Twitter han cambiado el modo de presentarse a la sociedad, y una nueva forma de agruparse entre los individuos que comparten o parecen compartir muchas inquietudes, de una manera superficial por un lado, y por otro habilita a cada persona a inventarse un personaje en la red, proyectando lo que los demás quieren que vean de él, pero quizá no lo que es. Y es que si existiera una conciencia colectiva humana, o como algunos investigadores han llamado inconsciente humano colectivo, Mcluhan en la segunda mitad del siglo XX pensó que un medio de comunicación global, llamado por el Aldea Global (lo que conocemos por internet hoy en día), respondería a una proyeccción del mismo. Es importante tener en cuenta esto, porque viendo como los medios de desinformación han propagado el movimiento del 15M parece que ahora la gente se está organizando y luchando por unos derechos respetables, como una democracia real y poner freno a los recortes del Estado, todo parece ser, surgido a través de las redes sociales, como si anteriormente, cualquier protesta o manifestación pública contra el Estado fuera irrespetuoso, agresivo e intolerable. Pues bien, me resulta sorprendente que desde hace años existen grupos de personas (hablo en el caso de Barcelona) que intentan despertar la conciencia del resto de personas a través de panfletos, de prensa alternativa y otro tipo de medios más propios del siglo XX, y la verdad que el volumen de su protesta y su incidencia en la población fue escasa si hablamos de números. Él único eco que se ha hecho desde los medios de comunicación de estas personas es el de crear una etiqueta a modo peyorativo de anti-sistema, dando a entender que el sistema es bueno y ellos malos, por atacarlo con violencia, nocturnidad y alevosia. Parece el guión de cualquier película de Hollywood, intentando crear estereotipos de manera superficial y fácil, de modo que la población pueda señalar con el dedo y castigar a los que atacan al mundo idílico en el que vivimos. En este punto de la historia, aparece en juego internet, más concretamente las redes sociales como Twitter y Facebook, que nutriéndose del caldo de cultivo creado por los acontecimientos económicos y políticos como la subida de impuestos, reducción de la inversión pública en medicina y educación, y por la corrupción política en el estado español, canalizan el malestar de la población española, que encuentra en estas paltaformas digitales el micro que les cierra la televisión y la radio. Vayamos por partes: nos encontramos pues ante un malestar social provocado por las reformas económicas del gobierno español, señalado por todos como el culpable; y por otra parte, un malestar por la corrupción de la clase política, que parece ser que no representan a nadie hoy en día (como si lo hubiera hecho alguna vez). Rápidamente este movimiento de protesta fue cogiendo solidez a través de las redes sociales, y como segundo paso, en la calle, a modo de manifestaciones y de concentraciones en la Plaza del Sol de Madrid y en la Plaza de Cataluña de Barcelona. En este momento, los medios de desinformación empiezan a dar bola a este movimiento, que ellos mismos bautizan como el de los indignados, pero en el que no parece que exista unanimidad ideológica, y si me lo permintiís, creo que tampoco es necesaria. Con el paso de los días, y con unas elecciones cerca parece que los responsables políticos no quieren arriesgarse a actuar por miedo a que eso pueda repercutir en las urnas. Es por eso que es después de las elecciones que todo cambia, tanto la actitud de las autoridades públicas como de los manifestantes. Los primeros empiezan a cambiar su discurso, prudente y de apoyo durante las elecciones, por uno más conservador y preparando a la población para desmontar las acampadas formadas en muchas ciudades de la geografía española. Los segundos, empiezan a hacer incidencia en un discurso con una regusto a moral liberal, alejándose de cualquier calificativo que pueda relacionarlos con los anti-sistema. Entonces me hago una pregunta ¿si es el sistema actual, con su falsa democracia, un Estado ineficaz, y con unas reglas del juego económico dirigidas por la mafia de Bruselas, el que nos ha llevado a esta situación tan precaria, porque debemos conformarnos con intentar cambiar todo desde dentro? La democracia real es imposible, no existe. Las reformas llevadas a cabo por el gobierno socialista no responden a ningún miembro del mismo, sino a la Unión Europea, que con tal de cobrar los intereses que los estados miembros deben abonar por los préstamos realizados hace años, realiza una campaña primero de desprestigio de los políticos para distraer el foco de culpabilidad, y segundo de la necesidad de dichos cambios para poder mantener su sistema. En mi opinión, no hace falta ser correcto y mantenerse en el juego político para hacerse respetar y poder mantener una sanidad pública, una jubilación y demás comodidades, es más, creo que no son necesarias. Llevamos tan dentro la concecpción del estado moderno que no podemos imaginarnos un mundo sin él, pero debemos preguntarnos como y con que condiciones se creó. Si revisamos la teoría al respecto, encontramos que el Estado resultaría ser el agente que regula la vida de una sociedad cada vez más poblada, y por la necesidad de crear un pacto en el cual los ciudadanos relegan en él una porción de su responsabilidad y libertad a cambio de que el Estado garantice la seguridad, la propiedad y el bienestar de los ciudadanos. Hoy en día este pacto se ha roto, y cabe preguntarse por qué. Si señalamos a la clase política nos encontramos a personas no tan diferentes a nosotros, que han dejado de lado los ideales que a principios de siglo XX prevalecían por encima de las propias personas, y que se limitan a seguir la corriente que marcan instituciones privadas que son las que manejan el juego político, entendiendo política y economía como una asociación indisoluble. Por eso no creo que un cambio en la dirección del Estado sea la solución, ya que las reglas del juego vienen marcardas de arriba, de instituciones como el FMI, el Banco Central Europeo o la Unión Europea. Un cambio como se propone desde el movimiento del 15M es muy complicado, porque los Estados como España dependen de la Unión Europea, y por tanto, deben ceñirse a sus reglas, ya que es imposible que un país pueda dejar de ser miembro de la misma para llevar a cabo las reformas pertinentes para mejorar la situación de la mayoría de los ciudadanos. Más bien debemos intentar preguntarnos si el hombre está hecho para vivir en grandes ciudades, regulados por unas leyes absurdas que no contemplan al ser humano como tal sino como culpable o inocente, y si merece la pena mantener todo lo construido en los siglos XIX y XX a cambio de protección. Creo que el miedo nos ha llevado a depender de un sistema que nos garantice una vida cómoda, segura y sin imprevistos.
En definitiva, creo que hemos crecido con la necesidad de identificarnos con una etiqueta que ni siquiera hemos creado nosotros; en el colegio ya te enseñan a repetir, y a lo largo de tu vida, inconscientemente lo seguimos haciendo, somos bocas en las cuáles ponemos las palabras que otro a pensado y que hacemos nuestras, alimentando de esta manera nuestro ego, sintiéndonos cultos e importantes. Es inevitable que caigamos en ese juego de seguir a las masas, sin plantearnos o preguntarnos por qué, y de eso se aprovecha el sistema, y las redes sociales creadas a través de internet son eso, la muestra de lo que queremos realmente hacer creer a la gente que somos, siendo quizás una manera superficial de nuestra esencia para formar parte del engranaje social, dividio en etiquetas según tu ideología. Por eso creo que es necesario rebelarse, pero no contra un enemigo, sino contra nosotros mismos, y volver a coger la responsabilidad de nuestras vidas, porque la dependencia del Estado nos ha llevado a relegar la culpabilidad de nuestros actos en él, convirtiéndonos en adolescentes perpetuos que eluden cualquier culpa y responsabilidad, ya que es nuestro protector el que ha fallado, no nosotros, y por tanto, el que debe cambiar es él y no nosotros.
Robert García Millán. Barcelona.
Colaboracion. El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 5 Agosto 2011.
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