En estos momentos de crisis me viene a la memoria como se instauró en España en abril de 1931 la Segunda República. La misma nació en un momento en que España vivía también una grave crisis. La República representaba una esperanza para salir de un caos que el estado arrastraba hacía tiempo y que la dictadura del general Primo de Rivera había agravado bendecido, como no, por el monarca Borbón. La República era la solución y España se dotó de unas libertades jamás antes soñadas. Pero el sueño duró poco pues las oligarquías de siempre desde el primer momento se dedicaron a boicotearla. El desenlace ya todos lo sabemos. Después de una guerra civil vinieron cuatro décadas de dictadura unipersonal de manos de uno de los generales sublevados. El general Franco, el mismo que había jurado defender a la República, nombrará en 1969 como su sucesor a título de rey, al nieto del Borbón que el pueblo español había mandado al exilio en 1931 y que acabó sus días en la Italia de su admirado Mussolini, inventando para este un nuevo título, el de Príncipe de España, que Juan Carlos utilizó con orgullo después de jurar fidelidad al régimen dictatorial. También sabemos lo que vino luego tras la muerte del dictador. El príncipe franquista transformó el régimen en una monarquía parlamentaria y para ello no sólo dispuso de la ayuda y colaboración de todo el aparato del régimen franquista del cual él mismo formaba parte, sino también obtuvo la legitimación de todos aquellos partidos históricos de tradición republicana que Franco había combatido. Estos partidos como el P.S.O.E y el P.C.E legitimaran esta “transformación” del Estado olvidando para ello la legalidad de 1931 que había sido aniquilada por las fuerzas de las armas por una parte del ejército español. Esta es para mi la peor de todas las traiciones pues ¿cuántas personas que militaron en estos partidos murieron por la legalidad, por la República?. ¿Quizás las ambiciones de unos dirigentes por conseguir participar del poder pudieron más que unos ideales?. No se, lo que está claro que al aprobar la Constitución de 1978 se bendijo lo actuado por el régimen franquista y es por ello que no es posible que ningún responsable o beneficiado por la dictadura como la familia del dictador o el mismo rey, puedan ser juzgados por los crímenes y abusos cometidos durante tanto tiempo y eso se lo debemos también a esos partidos llamados de izquierda. Nunca entenderé por que sus responsables no esperaron a que el régimen se extinguiera por si sólo, pues el régimen franquista sin Franco hubiera sido inviable en una Europa democrática.
Para finalizar ahora que vivimos otra crisis ¿no sería conveniente reinstaurar la legalidad de la República? ¿Por qué tenemos que mantener a esa familia que, único caso en el mundo, han sido expulsada tres veces de España y han acabando regresando? Si Franco levantara la cabeza estaría orgulloso pues después de tantos años de su muerte, sigue en el trono el heredero que él mismo nombró, sus crímenes nunca han sido juzgados, su familia sigue gozando de privilegios (recordemos que las dos primeras medidas que tomó Juan Carlos como rey al jurar fidelidad a los principios fundamentales del “movimiento” en las Cortes franquistas fue nombrar Señora de Meirás y Duquesa de Franco, con grandeza de España a la viuda e hijas del dictador).
Alberto Maestre Fuentes. Barcelona.
Cartas de los lectores. El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 15 Julio 2011.
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