La dignidad orgullosa – por Laura Morillas

La ignorancia ideológica, moral y cultural es uno de los peores males que aún no han conseguido erradicarse de nuestro avanzado mundo.

Sería sorprendente poder contar el número real de personas que creen con todo su ser y neuronas que en la tradición, religión y cultura en la que viven están todas las respuestas, todas correctas, todas para las preguntas formuladas y las que lo son en potencia. Ésto es algo perfectamente respetable, el problema viene cuando gran parte de estas personas quieren imponer su estilo y concepción de la vida a los demás.

Hablo de personas que viven felices en sus creencias, asumen sin casi pestañear su verdad absoluta y juzgan, castigan o apartan al resto de los que no las comparten. Personas que en su ignorancia reduccionista de la vida, del resto de personas (normalmente ajenas a su comunidad) y del universo en general, tratan de imponer su pensamiento y su estilo de vida a los demás, renombrando y redefiniendo a su gusto la libertad, los derechos y las obligaciones de los otros.

Temen a lo desconocido, rechazan lo diferente. Fanáticos, integristas religiosos o doctrinales, racistas, homófobos… han reducido la esfera del conocimiento a una pelusilla de ésas que te arrancas del jersey, aplastas jugueteando con ella entre los dedos y tiras al suelo.

A veces me pregunto por qué en un mundo tan diverso y diferente como el nuestro, en muchos casos la información y el saber los controlan sólo unos pocos. ¿Por qué conceptos como la libertad y la dignidad no se respetan y asumen como absolutos por todos, y sí lo hacen ideas reduccionistas y anti tolerantes por muchos? ¿Por qué la ignorancia que se retrae ante aquello que no conoce, en vez de doler y aprender con la diferencia, se repliega sobre sí misma y puede tardar meses, años, siglos en atreverse a abrirse a algo parecido a un cambio?

El día 28 de junio de éste controvertido 2011, 5.000 personan desafiaron el miedo y la ignorancia de muchos en Estambul manifestándose en la más multitudinaria marcha del Orgullo Gay en Turquía.

El año pasado se asesinaron en este mismo país a 16 homosexuales por ir en contra de los valores religiosos, morales y culturales de su sociedad.

¿Pero quién forma la sociedad? ¿Acaso no la formamos todos? ¿Acaso no habríamos de tener más voz y voto en contra de los aspectos negativos y deplorables de nuestras sociedades? Los ignorantes están en todos lados, multiplicando las diferencias entre las diversas culturas y minimizando lo que nos une, tratando de mutar a las personas en lo que no son, obviando el trato en igualdad entendida como derecho humano fundamental, llamando enfermedad o pecado a lo que no es más que una diferencia entre personas.

El Día Internacional del Orgullo Gay, miles de personas transexuales, bisexuales, gays, lesbianas y heterosexuales gritan con sus voces, sus colores, sus pasos y su música que existen. Ellos, la diversidad, la libertad de amar, de ser y de identidad de género, existen. Y no les van a callar.

En verdad Orgullo Gay es una expresión mal traducida del inglés Gay Pride. Etimológicamente, la palabra pride significa orgullo entendido como la dignidad intrínseca que cada ser humano tiene de forma inalienable.

Por lo que realmente el 28 de junio debería de ser el día de la Dignidad LGTB (colectivo de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales), ya que ninguna persona debe avergonzarse de lo que es, cualquiera sea su sexo, orientación sexual o identidad sexual.

Al cabo del año se celebran cientos de días internacionales y mundiales de los más diversos temas, el Día Internacional contra el Cáncer, el Día Europeo de la salud sexual, el Día meteorológico mundial, el Día mundial del turismo, etc., como algunos ejemplos. Entre ellos se encuentra el Orgullo. Sin embargo, parece que para los ignorantes es más fácil aceptar el Día Mundial de la Estadística que éste.

Cierto es, en mi opinión igual que todo lo demás, que muchas veces cuando resaltas algo con la intención de hacerlo ver de modo normal si no tienes cuidado y se te va de las manos, puede que consigas justo lo que estabas tratando de evitar, hacerlo más diferente y extraño a los ojos de quien no está familiarizado con ello. Dicho en otras palabras, es fácil que si la marcha del Orgullo acaba con una fiesta monumental y estruendosa con personas medio desnudas haciendo suyo todo un barrio y media ciudad, alguien pueda ver reforzada su postura de rechazo ante dicha marcha, ya que normalmente ante lo que no entendemos tenemos más defensas activadas y éstas saltan si no tenemos cuidado de acercarnos poco a poco.

Pero también es verdad que estamos hablando de un único día al año, un día de fiesta como hay muchos otros, ya estén declarados festivos oficialmente ó no.

Probablemente mucha de la gente que critica el «desmadre» de la marcha del Orgullo no tiene reparos en salir a la calle gritando como un poseso porque su equipo de fútbol preferido acaba de ganar La Champions y el mundo se ha detenido para él. Probablemente si a éste eufórico aficionado no le apetece caminar y saltar, decida conducir su coche y dar unas cuantas vueltas a su barrio tocando sin cesar animadamente el claxon para expresar su alegría y ya de paso, que se enteren todos los vecinos, de su mismo equipo, de otro, o sin interés hacia la materia.

Es curioso como Gallardón ataca a la fiesta del Orgullo en Chueca y Madrid en general. Me gustaría que viniese a visitar Valencia en Fallas ó Pamplona en San Fermín, para que viera lo que es el ruido de unas fiestas así durante una semana. Cuando estás tan tranquilamente durmiendo en tu cama, en el caso de las Fallas, y a las cuatro de la mañana alguien tira petardos debajo de tu ventana, petardos legalmente permitidos y que suenan como si la ciudad estuviese en guerra. Pero políticamente correctos.

Hay que regular el nivel de ruido y de desastre en las fiestas, pero en todas, y con sentido común, respeto y lógica.

El Orgullo Gay es necesario. Siempre es necesario luchar por los derechos humanos, el respeto, el amor y la libertad. Y en el caso del colectivo LGTB todavía sigue habiendo mucho por lo que luchar. Ser homosexual, bisexual o transexual no es ni mejor ni peor que ser heterosexual, tampoco es una moda, un vicio, una enfermedad o un capricho. El amor es universal y no es propiedad de ninguna religión o cultura.

Millones de homosexuales, bisexuales, transexuales y heteros creemos en nuestra dignidad orgullosa, en la igualdad entre todos nosotros en derechos y obligaciones, en la aceptación de la diversidad, en gritarlo para que se nos escuche. Y ya es hora de que lo hagan.

Y aparte del 28 de junio, millones de personas vivimos nuestra vida acorde a éstos principios, sin que importe nuestra orientación sexual o nuestro género, en nuestra privacidad e intimidad, con nuestros amigos, pareja y familiares, con nuestras opiniones, en nuestro trabajo o de forma expresamente pública. Ése, de forma independiente y complementaria al 28 de junio, es el orgullo constante que demostramos.

Los límites que la ignorancia impone a la diversidad son el recorte de su propia inteligencia. Y entre tanto que les asuste mirar, desconocen dónde empieza y dónde acaba la libertad.

Laura Morillas García. Valencia.
Colaboración. El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 30 Julio 2011.