23/23
En 23 días de revuelta popular espontánea, han caído 23 años del gobierno de Ben Alí en Túnez. 23 años de mordaza, de control de todo, de un gobierno pensado para y por el presidente. Ha caído también el estilo de régimen autoritario que construyó su antecesor y padre del Túnez moderno, Habib Bourguiba.
– Creo que ahora es el momento de hacer un viaje a Túnez, visitaros de nuevo. Ver con mis ojos todo lo que ha ocurrido, esa revolución social que nunca hubiera esperado- comento a un amigo tunecino.
– ¡Bienvenido! Pero ven cuánto antes, y con los ojos cerrados. No vaya a ser que los abras y te des cuenta que sólo ha sido un sueño.
Agradecimientos
No. Yo no imaginaba ni de lejos que en Túnez todo un pueblo podría levantarse contra el sátrapa que lo había tenido secuestrado durante tantos años. Levantarse contra toda la estructura política y el clientelismo social que tenía montado. Mi amigo Mohsen me comenta que nadie en Túnez lo imaginaba, ni siquiera una semana antes del suicidio del desesperado vendedor de frutas Mohamed Bouzazi en la localidad de Sidi Bouzid, tras ser abofeteado por una funcionaria municipal que le pedía dinero para poder seguir vendiendo en su pequeña tienda.
– Pero al final va a resultar que tendremos que agradecérselo al anterior dictador, Habib Bourguiba. Su gobierno fue una férrea dictadura de partido único sin libertades sociales. Pero sus políticas reforzaron una sociedad civil laica y con alto nivel de educación. Él creó las condiciones para que la gente se levantara civilmente, en vez de dejarse llevar por otros potenciales dictadores.
País tranquilo
… pero cuando fui a Túnez por primera vez nada me advirtió lo que me encontraría. Túnez era el caramelo árabe de la industria turística y el socio mimado de los países europeos que muy excepcionalmente elevaban una crítica al férreo gobierno absolutista y personalista de Ben Alí.
Túnez, el país árabe tranquilo, amable, de gente hospitalaria y abierta, nada fanática, de bonitas playas, desiertos y ruinas romanas…
Una capa de silencio opresivo ahoga esa imagen de un país fácil y seguro, de gente abierta que facilita la estancia al visitante. Una capa fina y transparente, invisible, pero impenetrable.
Por todas partes una vital necesidad de florecer y comunicarse. Por todas partes un silencio implosivo, autoimpuesto. Casi sin mordazas (si están no se ven, ya que están entre rejas), mas bien con las lenguas cortadas.
En este texto acudo a mi memoria personal sobre como fui descubriendo poco a poco esa Túnez asfixiante de la dictadura de Ben Ali. Escribo en presente, sobre cómo fui levantando cada capa de los mecanismos del poder absolutista hasta descubrir que al final de la cebolla no existía nada. Un absolutismo que se ha evaporado, porque sólo lo formaban capas de pura ambición de poder…
Guías
Las guías turísticas son la carta de presentación de la mayor parte de visitantes de un país, su imagen. Muchas veces son también un buen sismógrafo de las percepciones internacionales erróneas. La primera vez que fui a Túnez llevaba la «Footprint Handbook» de 1993, una guía de calidad aceptable. Estaba editada 6 años después del «golpe de estado médico» que en 1987 llevó al poder a Ben Ali, un momento en el que ya estaba clara su deriva dictatorial. Pero la guía casi no indicaba nada de ello: «President Ben Alí has genuine popular support and, once the Islamist threat seems dimmer, he might move Tunisia more towards a democratic structrure of government, assisted in this by the country’s tightening economic and diplomatic contacts with EU.» Estos contactos europeos no parecían muy interesados en democratizar Túnez. Ni siquiera los medios de comunicación estaban por la labor de romper el silencio sobre lo que ocurría en Túnez.
La guía Michelín de 1998 dice que Ben Alí «introduit rapidement des réformes démocratiques» o que después de las elecciones de 1994 «a réussi jusqu’au présent à contenir la progression des islamistes en maintenant sur eux une pression qui touche également l’opposition modérée incarné par le Mouvement des Démocrates Socialistes.»
La guía Trotamundos en la edición española del 2000 era absolutamente ambigua, citando que Ben Alí «democratiza poco a poco» (entre comillas en la guía) y que «el pluralismo político no sólo es posible, sino que además es un imperativo dictado por el grado de madurez alcanzado por el pueblo tunecino…» Y más adelante dice: (entre comillas por cita) «Ben Ali dirige el país de forma rigurosa, sin oposición alguna. Los integristas musulmanes no tienen un espacio en el panorama tunecino. El partido en el poder es todopoderoso. Los resultados económicos son buenos. En el ámbito social, cabe destacar la creación de un fondo solidario nacional financiado por donaciones voluntarias destinado a la realización de infraestructuras en las zonas desfavorecidas.»
En esos momentos Ben Alí ya era denunciado abiertamente por organizaciones de derechos humanos. Yo había visitado el país multitud de veces y no era difícil descubrir, rascando la superficie de silencio, su absoluta falta de democracia. Las guías turísticas también parecían dispuestas a dar una imagen suavizada y ambigua de un dictador que actualmente el pueblo ha decidido expulsar. Las guías cedían incluso al chantaje del propio Ben Alí usando los islamistas (para mi difícilmente calificables como «integristas » en el caso tunecino) como «cortina de humo». Y destacando sus grandes logros económicos, que han sido el motivo inicial de la revuelta actual, y su solidaridad social.
Ojo del estado
El primer síntoma visual de que algo extraño ocurre con el presidente es su fotografía omnipresente en todas partes. En el aeropuerto, de entrada al país. En el salpicadero del taxista. En las grandes avenidas de la capital, a tamaño gigante. En los carritos con ruedas llenos de frutos secos y tabaco de las minitiendas por la calle.
Entro en un café Internet del zoco de la capital y, aparte del obligatorio póster de Ben Alí, advierto que hay muchas páginas web que no puedo abrir. Al preguntarle al dueño del establecimiento si la red funciona mal me contesta, sencillamente, que en Túnez no se puede entrar en algunos sitios web. Un amigo que me acompaña me mira sonriente. Me pregunta: ¿sabes lo que es Internet en Túnez?… Internet es el ojo del estado. Se va, sin dar a pie a continuar la conversación, seguido de una discreta sonrisa de complicidad del dueño del local.
Silencio
Voy a tomar té de menta con piñones en un pequeño café de un pequeño pueblo rural, una simple agrupación de casas llamada douar. La gente tunecina es de fácil comunicación, y les encanta conversar. Les pregunto por qué hay retratos de Ben Alí, si es una obligación o es un acto espontáneo de la gente. En general la respuesta es elusiva, ambigua, se sienten incómodos. Dicen que nadie está obligado, que el presidente es muy votado, que lo vota un 99% de la gente, pero no quieren darle más vueltas al tema.
Cuando insisto sobre cómo es posible que alguien tenga el 99 % de los votos, que esto es literalmente imposible, despachan el tema diciendo que yo vivo en un país rico y que en Europa es todo mucho más fácil. Acto seguido me preguntan sobre fútbol, sobre el Barça. Tema del cual, además de no tener ni idea, no me interesa ni lo más mínimo.
Cuando muchos de ellos se han ido se acerca un chico y me advierte: «Habla de fútbol, de turismo, de lo que quieras. Pero no insistas en hablar de política. Hay oídos por todas partes. Hay bocas por todas partes. Nos encantaría hablar pero nunca sabes cuándo qué oído podría oírnos y que boca podría denunciarnos.»
Líderes y ONG
Voy a Túnez para poner en marcha las actividades del proyecto de una ONG. Acudo a un taller de participación democrática con un grupo de jóvenes de la zona de Sers. Estamos en plenos juegos preparativos. Nos dividimos en tres grupos y tres personas de la organización hacen de líderes de cada uno de los grupos, comportándose cada uno de forma diferente. El primero da instrucciones y no deja participar al grupo, es un líder dictatorial. El segundo resuelve los problemas por consenso, es un líder democrático. El tercero deja opinar y discutir, pero decide lo que le da la gana, es un líder autoritario. Al discutir sobre cuál de los tres líderes es democrático no hay consenso, pero casi todos dicen que es el tercero. Según la mayoría de ellos, la democracia se basa en poder votar, aunque finalmente decida el líder, ya que cuando el líder decide por consenso lo consideran un líder totalmente débil.
Uno de los jóvenes había asistido a sesiones de formación organizadas por el propio gobierno en las que el líder democrático era una cosa, pero en la práctica se da cuenta que el líder democrático era otra cosa. Se pregunta cuál de los dos es el correcto, el teórico o el práctico. El gobierno tunecino ha jugado siempre a este doble rasero. Practica una política social y se atribuye la palabra democrático simplemente para esconder líderes, asociaciones, movimientos, e ideas de un sistema absolutamente dominado por el poder único, por la más absoluta autocracia.
Cuando el grupo de jóvenes se reduce a unos pocos podemos hablar en la intimidad. Reconocen que en Túnez las ONG existen, pero son una extensión de las políticas del gobierno. Nunca representan la sociedad civil ni la transformación social. Existe el partido, único, el único autorizado para diseñar las políticas sociales del país, y eso se hace a través de las ONG. Las ONG son organizaciones del gobierno usadas para implementar sus políticas sociales y en especial para la captación de votos en las zonas rurales. No existe en Túnez la voluntad popular. Sólo el gobierno, que es igual al partido único, que es igual al poder en todas partes.
Algunas ONG internacionales, incluso españolas, que financian proyectos en Túnez saben que sus ONG son extensiones del gobierno, que financian la estructura de la dictadura de Ben Alí. Las que no lo hacen trabajan casi en la clandestinidad… Yo mismo he oído cínicas argumentaciones a los socios de las ONG españolas que trabajan en Túnez, diciendo que las clases medias en algunos países son las portavoces de transformación social, aunque esas tengan que estar en la estructura del poder. Algunas ONG son meras estructuras de gestión económica y en muchos casos legitimadoras de las políticas de confusión de algunos gobiernos dictatoriales.
El sistema
Paseamos por el paseo marítimo de rocas con las olas chocantes en Tabarka. Mis amigas Jamila y Monia trabajan en una ONG, que dada su dependencia del régimen de Ben Alí habría que llamarla OG (Organización Gubernamental). Las dos quieren hacer un cambio en su rumbo profesional. Jamila está harta de servir indirectamente al poder. Quiere trabajar en una ONG algo más independiente, de enfoque inter-árabe, llamada ENDA. Se sentirá menos colaboracionista. Monia, en cambio, quiere trabajar en el Ministerio de Agricultura.
Las dos provienen de familias relativamente humildes. Pero la de Monia es más desestructurada pues vive en los barrios marginales de Túnez. Necesita un futuro seguro, y se está planteando afiliarse al RCD (Ressamblement Constitutionel Démocratique), el partido único guiado por Ben Alí, su brazo político. Monia no quiere quedarse fuera del sistema. Está confundida políticamente, porque sabe que el gobierno de Túnez tiene ventajas sociales.
Ella es un ejemplo: es mujer y de un barrio muy pobre, y aún en ambas condiciones Monia ha podido desarrollar su carrera de agroeconomista porque en su país las mujeres tienen oportunidades, y las clases bajas también. Desde que se proclamó su independencia el fundador de la Túnez moderna Habib Bourguiba impulsó un código de familia que establece mecanismos para la igualdad y la promoción social de las mujeres. El modelo de país se inspiró en el estado del bienestar de la república francesa, con lo que hay políticas sociales que garantizan una cierta protección social en salud y en educación. Pero creó también una férrea dictadura en la que no existían otras voces que las oficiales, de manera que fuera imposible crear sociedad civil.
Jamila no aprueba para nada la opción de Monia. Pero la comprende. Jamila me cuenta que en Túnez hay solamente «El Partido». Que es igual al gobierno, que es igual al presidente, que es igual al «Sistema». Todo pertenece al «Sistema». Nada escapa al «Sistema» (o sea al presidente). Es una trama complejísima, que no solamente incluye toda la red de políticos (de ministros a pequeños alcaldes rurales) o a miles de policías, sino a toda la gente que hace de chivato del sistema, al control desde Internet (el «Ojo del Estado»). Hasta el sistema de corrupción social depende del «Sistema» ya que por ejemplo el hermano de Monia trafica con droga a través de la policía, que es el gran aparato del estado de Ben Alí. Todo es el «Sistema», si no entras en él sencillamente quedas marginalizado. Según Jamila esa era la razón por la que hay un 99% de votos al partido de Ben Alí en las elecciones.
Por esa razón mi amiga Monia, menos comprometida contra la dictadura de Ben Ali que Jamila, se plantea afiliarse al RCD. Para poder entrar como funcionaria del Ministerio de Agricultura. Pero sobretodo no quedar excluida del «Sistema». O te integras en el «Sistema» o sencillamente quedas excluido de todo. Porque Todo es «Sistema».
Es cierto que Monia tiene sus dudas respecto a lo que es y lo que no es democrático (no muy distintas a las que pueda tener mucha gente en España, claro), pero su punto de vista es más complicado que el de Jamila. Es tunecina, y quiere (y debe) moverse en los márgenes que le da su país. Además debe tomar parte activa ya que ella, originaria de un barrio marginal de la capital, sabe que debe luchar por el desarrollo de los barrios marginales. El Túnez rural tiene unas políticas de desarrollo claras, pero ¿qué ocurre con la marginalidad urbana? Estar en el partido es la única manera de tener una parte activa en el país. El partido es una oportunidad y es una limitación a la vez. No es lo deseable pero es lo real. Monia se pregunta: «¿Son las ideas del partido o sus las personas las que no son buenas?»
Chistes
Existen multitud de chistes sobre Ben Ali. Sólo se cuentan en ambientes íntimos:
«Ben Ali hace el amor con su esposa, pero él se agota antes que ella tenga un orgasmo. Llama a uno de sus sirvientes para que le abanique y deje de sudar, pero ni siquiera abanicándole ella logra tener un orgasmo. Ben Ali no reconoce su impotencia y le pide al sirviente que cambien los papeles: él le enseña como abanicar, mientras su sirviente le hace el amor a su mujer. Finalmente ella tiene el orgasmo él le replica: ¡¡Lo ves hombre, así se abanica!!
Islamistas
Otra tarde en el café del douar. En vez de hablar de política y de fútbol me aproximo hablo de otro tema a los hombres que toman té y café “J’aime beaucoup la musique tunisienne et arabe”. Emocionados me preguntan “Tu connais Oum Kaltsoum?” (la gran diva árabe de Egipto). “Oui mais j’aime aussi Saliha et Lotfi Bouchnak” (grandes mitos de la música de Túnez). La aproximación es directa, infalible. A partir de aquel momento cada día me hacen una sesión de músicas regionales…
Pronto me doy cuenta de la interpretación que a ojos tunecinos tienen determinadas músicas. El raï, por ejemplo, no es para ellos una evolución de sonoridades oranesas en los extrarradios franceses, sino una expresión de modernidad enfrentada al islamismo. Esto ocurre en un país donde el gobierno dictatorial toma la lucha contra el islamismo como bandera de laicismo. En un país donde, todo hay que decirlo, el partido islamista es relativamente moderado. El chantaje ideológico del islamismo funciona. Así, por ejemplo, el asesinato del cantante argelino Cheb Hasni supuestamente a manos de islamistas es recordado con rabia y lágrimas.
En otra ocasión respiro en el café del douar una tensión fúnebre en un ambiente normalmente alegre. “Les integristes… une autre fois. Ils ont assassiné Lounès Matoub”. Matoub era sobre todo un líder musical de la causa amazigh (bereber) y las razones de su muerte aún no están muy claras, aunque la versión oficial e interesada del gobierno argelino es que había muerto a manos de los integristas. Para los tunecinos la causa de la muerte es la misma que el asesinato de Hasni, y supone un grito de denuncia contra el islamismo radical.
En el 2009 en Túnez les pregunto a mis amigos por el contundente informe de Amnistía Internacional publicado en el 2008 «En nombre de la seguridad» en el que denuncia sin pelos en la lengua los abusos del régimen de Ben Alí contra presos políticos, especialmente islamistas. No saben absolutamente nada, la web de Amnistía Internacional es inaccesible. El informe no es el único que esta organización ha elaborado sobre Túnez, pero si el más largo. Su contenido es estremecedor dejando clarísima la falta absoluta de independencia del poder judicial, ayudando en ocasiones a ocultar los casos de detención por incomunicación o de desaparición forzada. En estos casos se aplican torturas como golpear las plantas de los pies, colgar el preso de los tobillos o en posturas forzadas, introducirle la cabeza en un cubo de agua sucia, descargas eléctricas o abusos sexuales. En muchos casos son presos que han sido repatriados a Túnez de otros países como Italia, Estados Unidos, Francia, Luxemburgo etc.
Control
En la revolución del pueblo tunecino contra su dictador en diciembre y enero del 2010/11, hubo momentos de violencia. Era causada por la parte más siniestra de régimen de Ben Ali, la policía. Éste nunca dio ningún papel específico al ejército, reducido al mínimo. Pero la policía era el órgano de poder por excelencia, con unos 30.000/130.000 efectivos en el 2005 (según Sadri Khiadri) en un país de unos 9 millones habitantes. Eran los leales del presidente, su órgano de terror y poder que temían más que nadie a la revuelta popular. Ben Alí optó por multiplicar el control social a pequeño nivel, casi a la ciudadanía normal, más que a las estructuras como el ejército: chivatos, policías, representantes del partido en todas las organizaciones civiles, pequeños alcaldes etc… Chivatos y policías son indistinguibles. Hasta policías y traficantes de drogas son indistinguibles. A veces la policía reprime amparada por leyes aleatorias que eluden a conceptos vagos como «atentado contra la imagen tunecina…»
RCD
Los Congresos del partido único, el RCD, constituyen en Túnez verdaderos fenómenos sociales seguidos por gran parte de la población. En el congreso de 1998 se cuentan chistes sobre el mismo que explican perfectamente el contexto político del país. Por ejemplo se cuenta que una vez un hijo pidió a su padre bañarse con él. La bañera se llenó completamente de agua y el niño resbaló, pero pudo agarrarse al pene de su padre que impidió que se ahogara. Con su madre no se hubiera salvado. En Túnez, políticamente, hay que asegurarse políticamente tener un buen padre con un buen pene al que agarrarse antes de morir ahogado en el panorama del país. En el Congreso de 1998 parece que hubo ciertos cambios inesperados que hizo que muchos hijos políticos quedaran despistados, sin pene al que agarrarse.
Periódicos
La portada del periódico tunecino Le Renouveau del 9 de junio del 2.000 abre con un mensaje de la «Unión Tunecina de Agricultura y Pesca» en la que agradecen el gran interés del jefe de estado por las preocupaciones de los agricultores, y expresan que están dispuestos a seguir los objetivos del programa electoral del partido del gobierno. En la portada hay tres fotos, dos de ellas del presidente Ben Ali. En el periódico del 9 de agosto de 1998 hay una foto, por supuesto de Ben Ali, en la que se habla de una justicia equitativa y eficaz bajo su mandato.
Un amigo periodista me habla sobre los tres únicos periódicos que existen en Túnez. Le Renouveau, es el órgano del partido al poder (RCD) y La Presse es el hermano de Le Renouveau. En efecto casi todas las portadas de La Presse tienen también la foto del presidente, y también tomando al azar dos ejemplares hablan en el 30 de julio de 1999 de la fiesta de acogida en la Gobernación de Nabeul del presidente en visita y sus extraordinarios planes para dinamizar la región; y el 5 de junio del 1998 habla de la gran mutación futura de la Gobernación de Mahdia en ocasión de la visita que hizo del jefe de estado.
Mi amigo comenta que el tercer periódico es el primo de Le Renouveau. Le Temps, «independiente» según subtítulo también tiene fotos del presidente en casi todas sus portadas, y en el número del 3 de agosto del 1998, por tomar un ejemplo, habla del gran éxito del Congreso del RCD, de una impecable organización y de su gran calidad. La única diferencia de este periódico es que da más espacio a noticias internacionales en su portada.
Buscando una diferencia entre «el órgano del partido, su hermano y su primo», sólo encuentro una: en la última página de Le Renouveau no se publican fotos de mujeres como Claudia Schiffer, Salma Hayek, Natalia Estrada, o Pamela Anderson… Pero no logro encontrar otra diferencia, nada de nada…
Sociedad civil
Siempre pensé que Túnez era un ejemplo de país con la sociedad civil muerta. O más bien asesinada. La primera vez que fui a Túnez fue en el 1995. La última vez en el 2009, y creí ver exactamente el mismo país inmóvil, sin cambios… Pensé que Túnez, como Jordania, como Siria, como tantos países, era el ejemplo de un país sin sociedad civil. A pesar de ser una sociedad madura, dialogante, con pocos fanatismos, absolutamente preparada para la democracia, pensé que no había sociedad civil. Eso creí.
Mi amiga Jamila estaba de acuerdo conmigo. Cuando el 13 de enero de 2011 dimitió Ben Ali después de una revuelta social completamente inesperada hablé con Jamila: «Entonces, ¿estábamos equivocados?». «Estábamos equivocados -confirma Jamila.- Olvidábamos que la sociedad tunecina es una sociedad madura, dialogante, con pocos fanatismos, absolutamente preparada para la democracia, y que esto es sociedad civil. Las propias políticas sociales que Bourguiba diseñó (y Ben Alí continuó) han preparado una sociedad que ha optado por dejar de ser una dictadura. Pero hay otra cosa a tener en cuenta: el Sistema era una complejísima red, pero dependía de un pilar central, el Presidente… si eliminas el presidente todo el sistema montado tambalea y cae.» Es decir, cuando quitas todas las capas de la cebolla no queda nada.
«Además la estructura de control que se creó en Túnez estaba pensada para una estructura social de la época de Bourguiba, como mucho por una como la del 1987 de la entrada de Ben Alí. Pero no para hacer frente a las redes sociales e Internet. Su solución era controlar el acceso a Internet, cosa que ya casi es imposible. Nunca se pensó como un grupo de hackers internacionales como Anonimous pudiera bloquear los ordenadores centrales del gobierno o que Factbook tuviera el efecto inmediato de extensión social.»
Feminismo de estado
La «Oficialización de Todo» tiene impacto especialmente en las mujeres. En el momento en que empezaron a emanciparse, en un país que oficialmente se lo permite, solo pudieron hacerlo desde lo oficial. No había otro espacio. El feminismo es la carta de presentación bonita y barata ante cualquier gobernante que quiere parecer simpático a la comunidad occidental: sólo tiene que aprobar unas leyes, poner unas cuantas mujeres en ministerios poco relevantes y crear algunos centros para mujeres o centros de acogida y ya está… ¡ya se puede proclamar el estado paritario!
En países como Túnez la legalización de la situación de las mujeres está escrita desde la fundación de su estado post-colonial en un Código de Estatuto Personal (en 1957 se legalizan el derecho a formar asociaciones, el acceso al trabajo, a la planificación familiar y a la relativa igualdad jurídica). Además tiene medidas prácticas más o menos reales de aplicación. Así el estado tuvo de entrada las simpatías occidentales. Se creó un «feminismo de estado», que es casi lo mismo que asesinar el movimiento feminista (anular su poder transformador).
Algunas de las asociaciones feministas que conozco (no las de base, las que trabajan sobre el terreno) financiadas por ONG españolas, están más preocupadas por la inauguración de sus centros de mujeres y la presencia de la Ministra de la Mujer (que de facto es la presidenta de la asociación) que por sus prioridades en el empoderamiento de las mujeres. Innegablemente hacen un trabajo, aunque sólo sea porque innegablemente el estado tunecino hace un trabajo respecto a las mujeres. Pero su preocupación básica es ser la cara visible y bonita de un estado autocrático.
Un artículo de Ihem Marzouki sobre la más gubernamental de las asociaciones, la UNFT (Unión Nacional de Mujeres Tunecinas), llega aún más lejos en su crítica: «la UNFT ha sido concebida como una correa de trasmisión para aplicar la política del Estado en materia de emancipación femenina. ¿En qué consiste esta política? Consiste en la afirmación absoluta y primordial de la institución familiar como célula de base de la sociedad. Esta célula debe ser un referente para cada miembro de esta sociedad ya que es a través de ella que se infiltra la idea de la preeminencia del Estado.» (Le mouvement des femmes en Tunisie, 1993)
Imposiciones
Cenamos con la familia de una de las dirigentes de la UNFT en Túnez. En el momento de la sobremesa pongo tímidamente en duda el carácter participativo y democrático del estado tunecino, sabiendo que me arriesgo. El hijo reacciona. Es la primera vez que veo alguien reaccionando cuando se cuestiona a Ben Alí; habitualmente se calla. Alude, como siempre, a nuestra arrogancia europea de democracias estables y consolidadas, sin ubicarse que en mi país durante 40 años la deriva autoritarista ha sido mucho más dura y criminal que en el suyo, y que nuestra democracia dista mucho de ser perfecta.
«La democracia es una dictadura que se nos impone desde fuera. Nadie desde fuera tiene derecho a meterse en las decisiones de los tunecinos y obligarnos a instaurar una democracia en un país. Para decidir esto hay que captar el alma tunecina, entenderla. Meterse en eso es injerencia. Cada pueblo debe saber cuando está preparado para la democracia y éste no es el momento de Túnez. Si hiciéramos elecciones completamente democráticas seguramente ganarían los integristas y eso ¿os gustaría a los europeos? Serían mucho más autoritarios, incluso sanguinarios. Hace pocos años que Ben Alí está en el poder, y ya se espera de él resultados. No está preparando el terreno pero hay que darle un margen de confianza, y tal vez sean sus hijos quienes hagan el cambio.»
Microelecciones
Todas las redes sociales tienen en su estructura interna un representante del partido único. Todas, sin excepción y desde todos sus rincones. Cuando no lo hay se impone o se ilegaliza la entidad.
Una de esas grandes ONG gubernamentales para el desarrollo rural, la «Unión Tunecina de Solidaridad Social», tiene una «Célula de Programas para el Desarrollo» que dentro de los estrechos márgenes legales y sin salirse de la oficialidad para no ser descartados, intenta aplicar ciertos criterios de desarrollo del tejido civil. Pero sus intentos de desarrollo protodemocrático casi siempre son frustrados por las autoridades locales del partido único.
Por ejemplo, en un proyecto forestal se ha creado una Asociación Forestal de Intereses Colectivos (AFIC) formado por la población local, y con criterios de supuesta representatividad colectiva. Presencio su formación, ejemplo de prácticas habituales de control del poder a pequeña escala. En la mesa de votación hay tres miembros del colectivo de trabajadores, el alcalde (por supuesto del partido) y un miembro del partido. Hay una urna para votar, pero no se usa, y todo se realiza a vista de todo el mundo. El voto no es secreto. Quien se oponga a algo se sabe públicamente quién es. La junta directiva ya estaba constituida y el voto abierto pide su confirmación. Por supuesto el presidente es un miembro del partido. Cuando se abre el turno abierto de palabras para los que se oponen nadie dice nada, por supuesto… los tunecinos y las tunecinas ya saben qué riesgos viven. Se cierra el AFIC con una junta con absoluta presencia del partido único votada por la totalidad de sus miembros.
Elecciones de la Henna
Entre conversaciones siempre en petit comité se cuentan mitos como el de las «elecciones de la henna». Se cuenta que en el recuento de los votos ocurrió como con la henna, polvo verde que tiñe de rojizo los cabellos o la piel: las papeletas verdes del partido de la oposición, por arte de magia, se habían convertido en rojas, color del partido de Ben Alí.
En los billetes y monedas, en anuncios o en monumentos públicos de Túnez vemos siempre una fecha mítica: 7 de noviembre de 1987. Ben Alí tuvo la desfachatez de proclamar una fecha hipotéticamente «clave» en el devenir de la historia de Túnez el día del «cambio». Ben Alí dio ese día un golpe de Estado «médico» contra un Bourguiba cada vez más faltado de facultades y con un entorno político desacreditado por sus constantes intrigas palaciales. Ben Alí fue astuto en ese momento para ganarse el favor internacional y el del país: derogó la condición de presidencia vitalicia que había impuesto Bourguiba y jugó a la apariencia democrática, convocando elecciones y legalizando partidos (incluso el partido islamista) o instituciones de derechos humanos. Una pantomima para ganar por todos los medios posibles las elecciones del 1989 con un 99,27% de los votos (y las de 1994 con un 99,91%) para paralizar y prohibir después el proceso en un camino de deriva dictatorial cada vez mayor. Hasta llegar a los extremos actuales, que han provocado su caída.
Estatuas y relojes
Las medianas o las rotondas de las carreteras tunecinas están llenas de unas horribles estatuas geométricas coronadas por un reloj, como la que se encuentra en la avenida central de la capital. Irónicamente estos engendros artísticos son una substitución de antiguas estatuas de Habib Bourguiba. Al parecer fueron cambiadas por Ben Ali al entrar en el poder. En el paseo central del pueblo marítimo de Tabarka hay, según se dice, la única estatua que aún queda de Bourguiba.
A la muerte de Bourguiba en el 2000 se crea un malestar muy fuerte ya que Ben Alí no ha declarado día de duelo nacional para el fundador del estado. La decisión ha tocado el corazón de mucha gente, ha sido un día muy triste. Especialmente en su tierra natal Monastir. Conozco un estudiante del país que me cuenta que ha visto manifestaciones de protesta, de auténtica cólera, reprimidas por la policía y silenciadas, arrinconando a los periodistas que asistieron sin poder tomar la noticia. La periodista de Le Monde Dominique Le Guilledoux escribe una tristisima crónica de esos funerales del silencio (11-04-2.000): «La journée n’est pas fériée, l’événement n’est pas retrasmis en direct par la télé. On murmure que des cars venus d’autres régions de Tunisie ont été réfoulés. On murmure seulement, on a peur de parler. Inevitablement, les policiers en civil s’approchent pour écouter.»
Para colmo de la ironía el cuerpo se ha transportado en el avión oficial llamado como el día que Bourguiba fue expulsado del poder, «7-novembre-1987». «Sept jours de deuil national ont été décrétés, mais aucun signe visible de ce deuil n’est perceptible.»
El sentimiento hacia el fundador del Túnez moderno es contradictorio. Por una parte se reconoce que fue el responsable del autoritarismo político del país. Pero también hay la consciencia de que Bourguiba fue un líder civil, a diferencia de Ben Alí que fue militar (y responsable éste de una de las más sangrientas represiones de la llamada «revuelta del pan»). Se le reconoce la responsabilidad de los logros sociales, muchos de los cuales no han sido continuados por Ben Alí a pesar de sus promesas al tomar el poder.
Al Jazeera
Los medios de comunicación hace tiempo que estaban preparando críticamente la sociedad tunecina. A finales de los 90 viajaba a menudo por toda Túnez, especialmente por las regiones rurales más deprimidas, y recuerdo que hasta los duras más pobres tenían antenas parabólicas para captar los canales televisivos internacionales. Se había creado un tráfico de parabólicas en la frontera argelina y se obtenían ilegalmente a precios baratos.
La cadena de televisión Al Jazeera cada vez tenía más impacto y sus debates sobre temas de Túnez eran puntos débiles que escapaban al control del estado. En abril del año 2000 ha estallado el asunto Ben Brik que se convierte en el héroe nacional anti-benaliano. Taoufik Ben Brik es un periodista más dentro de los que han sufrido los abusos del poder de un país al que lo que más le falta es libertad de expresión. O sea libertad de prensa. Ben Brik es uno de los tantos colaboradores en medios internacionales (en su caso La Croix, Le Courrier, etc.) reprimidos y encarcelados por contar cuatro verdades. Escribe un polémico artículo sobre la situación de los derechos humanos en Túnez. Me cuentan que la policía ha rodeado su casa en todo el barrio donde vive cortando cualquier contacto telefónico, por fax, Internet… Ben Brik se ha declarado en huelga de hambre durante más de tres semanas al ser confiscado su pasaporte. El caso Ben Brik ha sido ampliamente informado en la prensa francesa y ha sido de los primeros casos con repercusión internacional convirtiéndose en el popular «affaire Ben Brik». Con el boca a boca la población tunecina sigue día a día, a pesar de la falta de información o de estar intervenido Internet. Ben Brik tiene la ventaja que colabora en medios extranjeros, sino se hubiera podrido en la cárcel como cualquier periodista tunecino detenido.
También Al Jazeera, la cadena televisiva de Qatar se ha hecho eco del caso. En esa fecha ha organizado un programa debate sobre la libertad de expresión en Túnez que se ha convertido en el programa más esperado y visto en Túnez en ese mes, a pesar de los intentos del poder evitarlo. A la hora de su emisión las calles están vacías, como ocurre con cualquier emisión de fútbol importante: casi todo Túnez está tan atento al debate de Al Jazeera, el régimen no puede controlar que un una enorme cantidad de gente vea el programa.
Injerencias
En una cena con uno de los directores de las ONG con las que trabajaba el director carga contra la prepotencia de la crítica «occidental». Una crítica absolutamente tibia o, en el mayor de los casos, inexistente.
«Sociedades como la nuestra no pueden tomar el poder por vías democráticas así como así. No están estructuradas, ni educadas. Sería el caos. Existe el islamismo que siempre intenta tener el poder. Eso es propio de vuestras sociedades, basadas en la participación de la sociedad civil ya que vuestra sociedad está desarrollada. Pero intentar trasladar el modelo de participación de la sociedad civil a sociedades en desarrollo es un error. Nosotros necesitamos una estructura fuerte que controle y hacer los cambios poco a poco. Sino el peligro del integrismo está siempre cerca»
«Occidente ha criticado que Ben Ali no hizo un duelo a Bourguiba adecuado. ¿Quién tiene que contarnos a nosotros como se hace un funeral? Ben Alí no podía declarar un día de duelo nacional ya que hubiera sido usado por los integristas para crear revueltas. Además Bourguiba ya está muerto.»
Injerencia
El cambio actual de Túnez da un giro radical a la impunidad dictatorial de muchos estados que, tras él, se han ido sumando a los cambios. También da una nueva visión al prejuicio de las sociedades árabes, vistas como sumisas y dejadas llevar por la manipulación del islamismo. Da mucho que pensar sobre éstos prejuicios en España, un pueblo que en 40 años de repugnante dictadura no pudo articular este levantamiento. Los condicionantes eran completamente diferentes pero en todo caso el prejuicio sobre las sociedades en los países árabes debería replantearse radicalmente.
Y tener en cuenta que todo cambio no se produce de un día para otro y sin apoyo de la ciudadanía global. El concepto de «no injerencia en asuntos internos de los estados» ha llevado a situaciones grotescas. Por ejemplo a no impedir el crecimiento de sátrapas, dictadores o criminales al poder en países en los que la comunidad internacional sí está llenando de tropas militares o de suculentos negocios que dejan fuera de juego la sociedad civil del país. No «injerencia», siempre bajo intereses económicos o estratégicos… como si la sociedad civil de un país siempre fuera capaz de librarse de sus propios monstruos.
Lo que está ocurriendo es solamente un punto de partida y hay que estar alerta.
Los mensajes de mis amigos tunecinos son alentadores: «lo que ha ocurrido en Túnez es una insurrección popular, una revuelta popular… que la queremos transformar en revolución… Otra cosa es que la gran parte del aparato de Ben Alí está aún en el poder y no están dispuestos a dejarlo… No es fácil, entre el cambio con ruptura y el cambio dentro de la continuidad… Es una lucha continua.»
Pero hay otras respuestas como este enigmático y casi poético mail:
«Pienso que desde España no llegas a ni a imaginarte que este cambio extiende el poder del presidente. El círculo cercano al presidente crece más.»
Sàgar Malé. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 17 Marzo 2011.