Estaba equivocado con Túnez – por Sàgar Malé

Estaba equivocado con Túnez. Lo reconozco, estaba equivocado.

Felizmente lo reconozco. Pensé que este país, del que hace quince años estoy enamorado, de su gente, de su cultura, era un ejemplo de país con la sociedad civil muerta. O más bien asesinada. Lo comparaba con otro país que también conozco, Palestina, cuya sociedad civil parece brotar en cada esquina, en cada casa, en cada persona, donde todo el mundo es portavoz de nuevas iniciativas e ideas políticas.

La primera vez que fui a Túnez fue en el 1995. La última vez en el 2009, y creí ver exactamente el mismo país inmóvil, sin cambios… Pensé que Túnez, como Jordania, como Siria, como tantos países, era el ejemplo de un país sin sociedad civil. A pesar de tener una sociedad madura, dialogante, con pocos fanatismos, absolutamente preparada para la democracia. Pero sin sociedad civil. Eso creí.

Creía que la maquinaria de autoritarismo político, social y económico diseñada por su primer líder político desde su independencia Habib Bourguiba, y llevada a la más alta perfección de autoritarismo dictatorial y represivo por su último presidente Ben Alí, habían conseguido asesinar a su sociedad civil. Una maquinaria cínicamente justificada por políticas sociales que indudablemente universalizan la educación, la sanidad, la incorporación de las mujeres a la vida pública. Un sistema clientelista en el que, o entrabas en el sistema del partido único, o sencillamente quedabas excluido del país. Un país cómodo ante la vergonzosa comunidad internacional que hasta la fecha se ha tapado los ojos ante la evidencia, exceptuando unas pocas organizaciones de derechos humanos o algunos medios de comunicación…

Felizmente estaba equivocado. Pero tal vez también estaban equivocados la mayor parte de mis amigos y amigas tunecinas que a escondidas, nunca en público, fuera de los miles de oídos de la red colaboracionistas a ese régimen, lloraban por la asfixia de su triste vida en un país raptado por el sátrapa de Ben Alí y toda su panda de policías o políticos a su servicio.

No, mis amigos y amigas tampoco esperaban lo que ha ocurrido. Por eso estos días lloran también cuando les llamo, pero de emoción, por no dar crédito a lo que están viviendo. Por estar viviendo en un nuevo Túnez. Un Túnez absolutamente desconocido para los propios tunecinos y tunecinas. Un Túnez donde ha sido la espontaneidad de la gente que ha salido a la calle, por pura necesidad de decir basta al régimen asfixiante.

Pero mis amigos y amigas de Túnez están alerta. Todos los sátrapas que han rodeado a Ben Alí se han infiltrado en las venas, las arterias, los nervios, el corazón de Túnez, y no querrán abandonar así como así sus privilegios. Mis amigos y amigas saben que si se relajan ellos y ellas, o la comunidad internacional, quienes han secuestrado a la sociedad durante tantos años intentaran recuperar sus privilegios.

Ahora les toca a nuestros países responsabilizarse. Los tunecinos y las tunecinas ya han dado el ejemplo, por si solitos, desde las calles, desde las zonas rurales a las grandes ciudades. No han necesitado ayuda exterior para decir basta a la dictadura. Pero ahora la van a necesitar. Hasta ahora nuestras instituciones ya han hecho el ridículo ante los tunecinos y las tunecinas dándole alas al dictador de Ben Alí, su partido y sus cuarenta ladrones… Ahora el pueblo tunecino nos da una lección y una oportunidad. Para mantener un mínimo de dignidad ante los derechos humanos y la democracia nuestra clase política, desde las autonomías, al estado, a nivel europeo o internacional, debería dejar de taparse los ojos ante tanta deriva autoritaria.

Sàgar Malé. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 19 Enero 2011.