El sexo débil literario – por Alba Polo Reverter

Como gran aficionada a la lectura que me considero, de un tiempo a esta parte me he visto envuelta en una crítica personal acerca de la condición femenina en el mundo, la historia y la sociedad.

Más por necesidad que por placer a día de hoy soy verdaderamente consciente de que la vida de una mujer, fuese en la época que fuese, se ha marcado a fuego más por el servicio que prestaba a los hombres que por su auténtica fuerza interior.

Todo comenzó cuando un buen día no hace muchos meses cayó en mis manos un ejemplar de la obra autobiográfica de Waris Dirie, “Flor del desierto”; ni que decir tiene que el relato de una pequeña mujer nómada somalí que decide emprender una nueva vida en Europa y América, muestra a la hembra en la sociedad más cruel que nos podríamos imaginar: matrimonios concertados con hombres ancianos, mutilación genital femenina, hombres polígamos que sobreviven gracias al trabajo de sus múltiples esposas… El resultado tras haber concluido el último capítulo de la obra no fue en absoluto sorprendente, fui consciente de que las mujeres de esa África más alejada de nuestras costumbres consideran vida y felicidad a lo que en nuestro país denominamos subsistencia.

Jamás me he considerado acérrima feminista, siempre he creído en la igualdad entre sexos, sin resaltar la supremacía de uno sobre el otro, con lo que poco tiempo después me observé a mí misma estudiando las diversas etnias y costumbres africanas, sin mayor finalidad que la de abrir mi mente al resto del mundo.

Casi sistemáticamente, pocos días habían pasado desde que la historia de Waris Dirie me había embaucado, cuando comencé la lectura de una obra archi-recomendada de Khaled Hosseini, “Mil soles espléndidos”. Enmarcada en los comienzos de los setenta en Irak muestra a través de la vida de una mujer, Mariam, la dureza de la sociedad iraquí. Con el transcurso del tiempo en el hilo argumental de la obra conocí a una mujer más que fuerte, superviviente hacia una vida de resignación y miedo en el centro de una guerra. Ya eran dos las mujeres que a través de unas hojas de papel me habían mostrado la vida más allá de lo sencillo. Ambas habían vivido en tiempo distintos a miles de kilómetros de distancia pero el maltrato y la desesperación en los que las habían educado las hacía prácticamente igual de cara al mundo.

Consideré la lectura de ambos libros y mi consecuente similar conclusión como una mera casualidad. Claro estaba que el complicado mundo de la mujer había dado pié a múltiples historias dignas de llegar al “best-seller”.

Hace no mucho más de un mes concluí la lectura de la obra de Isabel Allende, “La isla bajo el mar”; su historia, la de una mujer esclava en la isla española de Santo Domingo en el siglo XVIII. ¿Era la raza?, ¿realmente fueron los blancos tan sumamente crueles?, era inexplicable que en una época ya moderna la sociedad pudiese denominar a una mujer de color como “animal sin sentimientos”. Torturas, violaciones… nacer como hembra de tez morena por aquel entonces era un castigo que te convertía en un animal de carga, y lo que era aún peor, un ser al servicio del hombre blanco en cuanto a necesidades sexuales se refería.

Tres épocas, tres lugares, y una sola historia; la mujer en el mundo. Únicamente existen dos sexos en el ser humano, y por una desconocida razón fueron los hombres los elegidos valientes, combatientes, líderes políticos… Las mujeres sus amantes, maltratadas, destinadas a un segundo plano.

Aún así no desearía que mi reflexión terminase de este modo, sino que quisiera concluir al igual que lo han hecho estas tres obras a mí parecer magníficas, salvando la figura de la mujer de esa oscura esquina. Y es que este trío de protagonistas fueron fuertes, nobles y luchadoras, un ejemplo para las mujeres del hoy y del mañana, para que todas logren terminar sus historias venciendo progresivamente a la sociedad.

Alba Polo Reverter. Ourense.

Cartas de los lectores. El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 15 Abril 2009.

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