Manifiesto de Maestros y Profesores
Manifiesto por un sistema educativo libre, eficaz e independiente
Querido lector, el grupo de maestros y profesores que hemos hecho este manifiesto te pedimos que lo leas, si estás de acuerdo con la mayor parte de sus trece puntos, que lo firmes; y, si aún piensas que se puede hacer algo más por poner término a la destrucción del sistema educativo español, que lo difundas.
La primera pregunta que te habrás hecho es ¿Por qué este manifiesto? ¿Por qué un manifiesto ahora?
Porque todos hemos, al menos, oído hablar del “pacto educativo” que promueve el gobierno. No hay que ser ningún lince de la estrategia política para darse cuenta de que Rodríguez Zapatero y su gobierno, en sus horas más bajas, cercado en múltiples frentes y no ya con nulas probabilidades de ganar las elecciones de 2012 sino que es más que probable que sólo le queden unos meses en su puesto, busca un balón de oxígeno en un campo en el que es fácil cosechar aplausos con proclamas llenas de superficialidades, lugares comunes y conceptos vacíos: La Educación. De ahí tanto interés en buscar un consenso. Si has leído alguno de los documentos elaborados por el Ministerio de Educación sobre el pacto te habrás dado cuenta de que, además de ser muy aburridos, dan una de cal y otra de arena. Sí, introducen conceptos como “excelencia”, “esfuerzo”, “autoridad”, pero un renglón más abajo se habla de “inclusividad”, otros palabros semejantes, y se propone reforzar la “orientación educativa”. El orientador viene a ser el representante en cada centro de la casta psicopedagógica que se ha cargado la Educación en España. A lo que vamos “que todo cambie para que todo siga igual”, que decía el otro.
Porque todos los gobiernos que se han sucedido desde hace veinte años o más se han empeñado a conciencia en el desmontaje del sistema público de enseñanza español. El PSOE en sus dos etapas. Cuando le tocó al PP, no hizo nada por remediarlo; es más, ahora salen con una propuesta que ni siquiera cuestiona la LOE y que sólo parece preocuparse por la libertad de elección de centro. ¿Van ahora a solucionarlo ellos, los autores del desaguisado? Sería como poner a la zorra a guardar las gallinas. No obstante, reconocemos que alguna fuerza política que asuma el poder tiene que parar el desastre; con valentía y sin paños calientes.
Porque a pesar de que en este primer año en el cargo el ministro Gabilondo ha expresado varias veces sus deseos de un consenso educativo, las cosas en la Enseñanza no han mejorado, más bien han seguido en caída libre. El ministro Gabilondo es un personaje ambiguo. En su etapa de rector de la Universidad Autónoma de Madrid se distinguió por su actividad de conferenciante y asistente estelar a esos eventos en los que te ovacionan después de decir una serie de tonterías obvias del tipo de que “el mañana es de los jóvenes”. Ahora, como ministro, unos días parece que va a decir algo, y otros que no. Característica común entre la mayoría de los componentes de los gobiernos de José Luis Rodríguez. Para enderezar la Educación en España hace falta un ministro que sea una persona de acción y decisión, no “Super-Nanny”. Y sí, las cosas siguen yendo mal en la Educación, pero también es cierto que cada vez son más los docentes que están hartos del sistema que nos han montado unos cuantos pedabobos aupados por cuatro políticos mediocres. Cada vez más se atreven a manifestar el hartazgo y a no ir al pesebre de siempre.
Porque el que quiera convencerse de todo esto no tiene más que ir a un colegio o a un instituto, y sólo observar. Si va al primero se dará cuenta de que es más un centro asistencial que uno educativo, un sitio para tener aparcados a los niños sin preocuparse de mucho más. No es raro encontrar infantes de nueve años que no saben leer ni realizar la más elemental operación aritmética, porque lo que se fomenta desde “arriba” es que se ensayen patéticos métodos constructivistas. Si va al instituto encontrará un lugar que es un cruce entre una guardería y un campo de concentración. A los adolescentes se les trata como a imbéciles, y ellos se “dejan querer”. Por otro lado ¿Quién dijo que ahora no hay normas? Decenas, la mayoría no se cumplen. Hasta de cómo usar el papel higiénico (cierto, en un instituto donde “serví”). Puertas con candados, horarios para entrar, salir, cómo ir por el pasillo… Los que tengan cierta edad recordarán aquellos institutos donde, en un clima de libertad, profesores y alumnos se respetaban, y cada uno sabía su función: unos enseñar, otros aprender.
Porque nadie sensato se suma a un proyecto (el pacto) fruto de un gobierno fallido que quema sus últimos cartuchos. Y porque estamos hartos de experimentos con uno de los pilares de la nación: la formación de sus generaciones más jóvenes.
Es necesario que demos un paso adelante, ya.
P.S. Querido lector, que no te líen, como casi siempre. Cuando oigas: “Uuy, yo no lo firmo, que lo ha firmado fulano, que es un facha” o “No, yo no, que lo estaba leyendo con mucho interés mengano, que es un rojillo” piensa que Ortega y Gasset dijo algo así como que “ser de izquierdas o de derechas son dos de las infinitas maneras que hay de ser imbécil”. Salgamos ya de estos conceptos que en nuestra historia nos han hundido varias veces.
Para más información: – Manifiesto de Maestros y Profesores
Comunicados Prensa. El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 16 Marzo 2010.