En el intrincado bosque de la novela policiaca es frecuente, sobre todo en el mundo anglosajón, que eruditos en otros campos, estudiosos de vida apacible y laboriosa, tengan como pasión más o menos secreta escribir historias de crímenes o incluso de fantasmas. Ello, en parte aceptando ese juicio arbitrario e injusto siguiendo el cual muchos pedantes han excluido las novelas y relatos policiacos de la gran literatura y, en parte, combatiéndolo por la puerta de atrás. Si partimos de este fenómeno hay un caso especial que merecería una atención destacada, que quizá en España no ha tenido, al menos bastantes de sus títulos porque no han sido traducidos aún. Se trata de Robert Van Gulik, el introductor de la novela de misterio china para gustos occidentales, en la forma de las aventuras del Juez Di. Sabemos que lo que se conoce como novela policiaca, con antecedentes en algún cuento de “Las Mil y Una Noches” y más recientemente en Voltaire y E.T.A. Hoffmann, nace a principios del s. XIX con Edgar Allan Poe, para luego ser continuada por Emile Gaboriau, Arthur Conan Doyle, Wilkie Collins y otros. Se trata sólo de la Novela Policiaca Occidental. En la cultura china hay una tradición del mismo tipo de relatos con una antigüedad mayor pues alcanzó su apogeo en el s. XVIII que, como tantas otras cosas, permaneció desconocida para el resto del mundo. Ya en el s. XX, Robert Van Gulik observó que los relatos de intriga occidentales ganaban gran popularidad en China y Japón mientras que la tradición china del misterio estaba prácticamente olvidada. Al principio como un mero juego intelectual decidió recuperar alguna obra para que volviera a ser leída en su país de origen. Más tarde la tradujo, para darla a conocer al resto del mundo. El decidirse a escribir él mismo una, siguiendo la tradición pero adaptándola a ciertos parámetros de gusto occidental, era sólo cuestión de tiempo.
¿Quién es Robert Van Gulik? Quizá el protagonista de una de las mayores historias de empeño intelectual de todos los tiempos, además de protagonista real de una vida llena de retos y aventuras. Robert Hans Van Gulik (1910-1967) fue un orientalista holandés, además de diplomático, escritor, ilustrador y músico experto en la música tradicional china. Desde los tres años de edad vivió en Batavia, hoy Yakarta, la entonces capital de las llamadas Indias Orientales Holandesas, hoy Indonesia. Desde pequeño fue educado en Mandarín, además de en otros idiomas, empezando por el suyo propio. Tras terminar sus estudios en los Países Bajos comenzó a trabajar para el Ministerio holandés de Asuntos Exteriores, a partir de 1935, y en varios destinos de Extremo Oriente. Cuando en 1941 Japón entró en la II Guerra Mundial él estaba allí y consiguió tras ciertas peripecias salir del país para pasar toda la guerra en China, en el entorno del dirigente nacionalista Chiang Kai Chek. Allí se casó con una mujer china. Después de la guerra regresó a los Países Bajos y desempeñó diversos puestos diplomáticos en varios países, entre ellos los Estados Unidos, Japón y Líbano. En su no muy larga vida se convirtió en un experto en la cultura china, en aspectos tan variados como la música y las ilustraciones clásicas con el tema de un gibón, siendo la novela policiaca tradicional de aquel país sólo una afición. Este género, que alcanzó su máximo desarrollo en el s. XVIII para decaer más tarde, y ser casi olvidada en el s. XX, presenta una única similitud con las que todos conocemos, un crimen o desaparición que sirve de motor de todo lo que sucede después, y varias diferencias, entre las cuales las más notables son:
– Más que constituir una intriga en busca del culpable la novela china es, más bien, una “historia al revés”. El culpable se da a conocer al lector al principio en una trama paralela a la del investigador, que ha de demostrar su habilidad en encontrarle.
– El detective es un juez. En la antigua administración china, estos magistrados estaban al frente de un distrito y sus funciones excedían con mucho lo que conocemos como estrictamente judiciales. Eran los encargados del censo y de lo que llamaríamos registro civil. Asimismo tenían a su cargo el orden público, a través de una especie de auxiliares de policía. Obviamente se ocupaba de la jurisdicción penal. Por consiguiente en estas novelas, el juez es el que investiga, juzga y castiga al culpable.
– Pluralidad de tramas y de personajes: Normalmente se desarrollan tres tramas diferentes y con la única conexión entre sí que es el mismo juez el que las investiga en el mismo espacio temporal y físico. Aparecen muchos personajes, a veces hasta doscientos, entre los cuales el lector no ha de esforzarse en encontrar al culpable pues ya suele saber quién es.
– Aparición del elemento sobrenatural: Fantasmas y otras criaturas del más allá intervienen, predicen sucesos a los personajes o simplemente los atormentan y castigan. La acción puede desarrollarse en sitios inquietantes como un laberinto o un monasterio aislado.
– Frecuentes apartes y disquisiciones sobre temas diversos, tales como Filosofía, Religión o Poesía.
– Descripción minuciosa del proceso judicial que se sigue contra el culpable, a veces con reproducción exhaustiva de las actas. En esto serían un precedente insólito del género cinematográfico de juicios, de no ser porque muestran cierta tendencia a describir los procedimientos de tortura que se utilizaban para obtener la confesión del reo. Una vez reconocida la culpa y pronunciado el veredicto también se suelen narrar minuciosamente las ejecuciones capitales, a veces mediante métodos tan “típicos” como el descuartizamiento en vivo.
Lo primero que hizo Robert Van Gulik fue traducir la novela clásica “Dee Gong An”, bajo el título “Célebres Casos del Juez Di”, que fue publicada por primera vez en Tokio, en 1949. Tomo el título del inglés porque ignoro si está traducida al castellano. En ella ya aparece el protagonista de la serie que en los años siguientes será escrita por él. El Juez Di se basa en el personaje histórico real Di Renjie, un hombre de Estado que había comenzado su carrera como juez en los tiempos de la Dinastía Tang, en el s. VII DC. Este marco cronológico no se sigue de manera muy estricta; en la serie de novelas que nos ocupa aparecen frecuentemente elementos de la vida china, Historia y costumbres de la época de la Dinastía Ming, de los siglos XIV al XVII de nuestra era. Esta mezcla de elementos de diferentes épocas ya era una constante en las novelas originales chinas. A pesar de todos estos condicionantes, Robert Van Gulik no se limitó a seguir la estructura que le venía dada, puesto que su propósito era adaptar los elementos de las novelas del s. XVII a los gustos e inquietudes de lectores del s. XX, y aún más, hacerlas populares en el mundo occidental. Para lograr ese fin, lo primero que hizo fue podar el material original de todo lo que más podría chocar a un lector de esa época y lugar:
– Concedió cierto lugar a la intriga, por lo que el autor del crimen ya no se descubre al principio.
– Limitó mucho el número de personajes y sólo dejó los verdaderamente esenciales.
– Las disquisiciones sobre temas filosóficos y religiosos quedan reducidas a niveles esquemáticos, fácilmente comprensibles. No obstante el Juez Di de la ficción es un convencido confucionista que no pierde ocasión de denigrar el Budismo, al que ve como extranjerizante ya que él se siente representante de la austeridad y rigor de la ética tradicional china.
– Se resumen mucho las descripciones de procesos judiciales y se eliminan los aspectos más sangrientos de las narraciones de ejecuciones y torturas.
Con todo ello, y conservando siempre al menos tres tramas paralelas y una cierta presencia sobrenatural matizada por la lógica, escribió una serie de libros, plenamente conseguidos como literatura de misterio, desarrollados en escenarios –para los occidentales- exóticos y que llevan gozando de popularidad durante varias décadas en numerosos países, incluidos China y Japón. Los títulos más conocidos, y traducidos a nuestra lengua, comenzando por el primero que salió de su imaginación son:
* Los asesinos de la campana china.
* Tres cuentos chinos.
* Los misterios del lago asesino.
* El misterio del pabellón rojo.
* El fantasma del templo.
*El monasterio maldito.
Los personajes principales suelen ser los mismos, el juez y sus auxiliares, con una querencia especial a la hora de reclutar a éstos a hacerlo entre miembros del hampa más o menos arrepentidos. Los personajes son:
* Sargento Hung Liang. Su auxiliar más fiel.
* Ma Yung. Antiguo bandolero de fuerza hercúlea con una afición especial por la bebida y las prostitutas.
* Chao Tai. Ex-militar caído en desgracia
* Tao Gan. Ladrón y timador en otros tiempos, cuyas aficiones pone al servicio de la actividad del juez.
“El Monasterio Maldito”, a pesar de su corta extensión, es una obra notable porque en pocas páginas logra mantener enganchado al lector en los límites de un monasterio perdido en las montañas, donde en el espacio de una noche de tormenta, tienen lugar una serie de sucesos asombrosos y espeluznantes con aparentes conexiones sobrenaturales y seguras con asesinatos no resueltos de tiempo atrás. Entre los libros no traducidos es de destacar “The Chinese Maze Murders”, algo así como Los asesinatos del laberinto chino. En él, Van Gulik comprime tres novelas chinas clásicas dentro de la forma ya conocida de las tres tramas simultáneas. A saber: El caso de la habitación sellada. El caso del testamento escondido y El Caso de la muchacha con la cabeza cortada. Los títulos ya son bastante trasparentes sobre lo que nos vamos a encontrar en sus páginas. Al final –la concesión al gusto occidental- se ven las conexiones entre los tres y, al mismo tiempo, se obtienen datos sobre los hechos que motivaron la salida del ejército de Chao Tai y queda apuntada su rehabilitación en la milicia. Además de todo ello encontramos un marco espacial que ya es interesante por sí solo y merece otra historia: La acción se desarrolla en una ciudad fortificada y aislada de la frontera noroeste china, amenazada desde fuera por las tribus nómadas turcas de los Uigures, y desde dentro por una oscura conspiración para hacerse con el poder. Dicho todo esto, sólo queda sumergirnos en tan apasionante lectura. Los casos del Juez Di están editados en España por Edhasa. El ejemplar de “The Chinese Maze Murders” que yo leí es una edición de la editorial norteamericana Dover. Y para aquéllos que se conviertan en entusiastas acérrimos hay un sitio web, aunque en francés: www.lejugeti.com .
Maximiliano Bernabé Guerrero. Toledo.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 5 Agosto 2009.