Desde las primarias del Partido Demócrata, Barack Obama comenzó a ser duramente criticado por su falta de experiencia en materia internacional, por lo que los partidarios del Senador de Illinois tuvieron que vérselas y deseárselas para poder buscar una base sólida en lo tocante a asuntos exteriores sobre la que sustentarse. Y así empezaron a buscar argumentos con los que sortear el más que posible punto débil de la candidatura de Obama, y no tardaron en encontrarlos en la dinámica infancia y adolescencia del entonces candidato a tomar el timón del barco demócrata, ya que su pasado migratorio podría servirle para ser presentado a la sociedad como un hombre global, de mundo, con una visión amplia de la sociedad, las culturas y los problemas políticos entre las mismas. Obama, con un padre inmigrante de procedencia keniata y una madre de Kansas con fuertes arraigos hawaianos, pasó más de cuatro años de su infancia en Indonesia, donde tuvo ocasión de crecer y convivir con otras lenguas, culturas y religiones, incluyendo la más controvertida de la historia reciente estadounidense, el Islam.
No le faltó crítica favorable, y es que hubo quien consideró y considera que los antecedentes internacionales de Obama son una baza a favor para la empatía y la negociación con terceros países, pero tampoco tardaron las voces críticas en alzarse contra estas afirmaciones, especialmente por parte de sus rivales políticos, quienes entendían, no sin cierta dosis de sentido común, que a la edad de diez años un niño no está capacitado para asimilar conocimientos útiles sobre política internacional, y que pasar cuatro años en un país extranjero a esa edad no prepara a nadie para hacerse cargo del reto de gestionar el gobierno del país más influyente del mundo. La propia Hillary Clinton, quien con posterioridad se convirtió en una excelente y decisiva compañera de equipo, se pronunció en un principio a este respeto de manera tajante cuando competía con el de Illinois por la candidatura demócrata a la Casa Blanca, afirmando, en palabras textuales: ‘Pienso que necesitamos un presidente con más experiencia internacional que esa’.
Y es que de hecho, esa falta de experiencia en lo tocante a las relaciones internacionales ha sido uno de los escollos que con mayor dificultad ha tenido que salvar el primer presidente afroamericano de los EEUU, y con intención de contrarrestar este defecto decidió llevar a cabo una estrategia electoral compensatoria nombrando al experimentado político Joe Biden como candidato a la Vicepresidencia.
Quizá por todo ello, la atención internacional se ha centrado en la política que piensa llevar a cabo el nuevo gobierno demócrata en relación a algunos puntos candentes del panorama actual del mundo, como son la guerra de Irak, Israel, Irán y la proliferación de armamento nuclear.
En relación a Israel, poco (por no decir nada) va a cambiar en comparación con sus predecesores, ya que los EEUU conservarán la línea estratégica seguida durante los años previos y que gira en torno a tres ejes principales:
– Asegurar la cooperación entre EEUU e Israel
– Apoyar y defender el derecho de Israel autodefenderse
– Fortalecer el apoyo y la asistencia internacional a Israel
Las amenazas al Estado de Israel parecen ser uno de los asuntos más preocupantes para el gobierno norteamericano, ya que ha fijado este punto como uno de los pilares básicos en la negociación (según Obama diplomática) que pretende llevar acabo el recién estrenado gabinete americano con la República Islámica de Irán, de hecho, uno de los más interesantes focos de interés estaría en observar la evolución de las relaciones diplomáticas y las negociaciones entre Irán y EEUU ahora que Obama ha tomado las riendas. No obstante, los objetivos americanos siguen siendo en esencia, los mismos; América considera una amenaza el desarrollo del programa nuclear iraní, así como rechaza de plano la política del régimen ayatolá con respecto a Israel; repleta de amenazas y apoyando abiertamente cualquier teoría negacionista del holocausto. Por lo que hasta ahora tenemos oído, el presidente americano opta por conseguir sus objetivos mediante la vía del diálogo, evitando usar las armas, de momento al discurso de Obama, Mahmud Ahmadineyad, presidente iraní, parece encontrar bastantes peros, ya que considera que éste se basa en un discurso prácticamente unilateral, pues Norteamérica pretende incentivar el abandono de los planes nucleares iraníes a cambio de varios beneficios internacionales, como la pertenencia a la Organización Mundial del Comercio, con la amenaza de bloqueo político y aislamiento económico internacional en caso de recibir una negativa por parte del gobierno de Teherán. Recientemente, el líder persa ha declarado que espera que ese cambio del que hacen gala los americanos sea verdadero y efectivo, y no un retoque político maquillado de electoralismo, y que todas las negociaciones que tengan como finalidad un nuevo giro en las relaciones bilaterales de ambos países, exigen comenzar por una disculpa ante la nación iraní por los daños que, según el parecer del presidente, ésta ha estado recibiendo.
Ante este panorama, todo parece indicar que la negociación será delicada, difícil y duradera, y que el entendimiento no llegará tan fácilmente si, como todo parece indicar a priori, ninguna de las partes está dispuesta a ceder lo más mínimo.
El tercer punto candente de la política internacional estadounidense sería poner fin a la guerra de Iraq, cosa sobre la que Obama, en varias ocasiones, se ha apresurado a posicionarse.
La guerra de Iraq es la herida sangrante de los EEUU por excelencia, la cual se pretende taponar y olvidar a toda costa, a la mayor brevedad posible. Para muchos ha sido sin dudas el desastre más caótico de la época de Bush, una guerra inútil, carente apoyo internacional, carísima, dolorosa e interminable. Quizá el precio electoral a pagar tras la fuerte campaña mediática perpetrada a los ciudadanos sea determinar una fecha, un cuando, empresa harto difícil si pretende Obama antes asegurarse de dejar el país en buenas manos, sin conflictos étnicos ni políticos. Pese a todo ello, no le tembló la voz a la hora de dar datos concretos, fechas, plazos. Ahora lo que mayoría se cuestiona es cómo piensa irse Obama de Iraq, y qué acciones emprenderá para dejar las cosas en buen lugar, a tiempo, y dejando el país gozando de armonía entre los diferentes grupos étnicos y políticamente estable en un plazo récord.
Sin duda, en las pasadas elecciones, los dos lemas que más impacto mediático han conseguido han sido el archiconocido ‘yes, we can’ -sí, podemos- y ‘the change we need’ -el cambio que necesitamos-, y gran parte de su efectividad fue auspiciada por un sentimiento bastante generalizado de cansancio e ineficacia en la opinión pública americana, tanto era así que hasta el Partido Republicano se apuntó al carro ‘cambista’ aludiendo por doquier a las numerosas novedades que llevarían a cabo. Lo que ‘olvidaron’ mencionar, obviamente por pura mercadotecnia electoral, es hablar de lo mucho que no cambiará, de las políticas que seguirán las mismas directrices, con el mandato de Bush en pleno ocaso, el crédito y la confianza completamente desgastados y una popularidad a ras de suelo, la sociedad percibía que era necesario un nuevo rumbo político, hablar de continuidad en cualquier ámbito era poco rentable, no vendía, no era comercial. Así que se habló de ‘el cambio que necesitamos’, y quizá, aunque como ya se ha dicho todo es cuestión de mercadotecnia y el concepto no vende, habría que haber hablado también de ‘los cambios que no necesitamos’ -‘the changes we don’t need’ -, pues ahora toca pagar la factura política de lo prometido en el proceso electoral. Desconozco los ases que Obama guarda bajo la manga, pero el reto que le queda por delante no es fácil, el camino tortuoso y las dificultades interminables, esperemos que las promesas efectuadas se hayan sustentado en hechos objetivos y no hayan sido impulsadas por el apasionamiento de verse envestido presidente, de pasar a la historia como el primer afroamericano en conseguirlo, y que sepa cómo, de qué manera conseguir las metas demandadas por la sociedad americana e internacional, las cuáles tienen depositadas, en el buen hacer de este presidente ya legendario, esperanzas quizá poco realistas.
Xosé Triguero. Kuwait City, Kuwait.
Colaborador, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 31 Enero 2009.