Titulo original: White Nights
Nacionalidad: Norteamericana
Año: 1985
Dirección: Taylor Hackford
Guión: James Goldman y Eric Hughes.
Interpretación: Mikhail Baryshnikov (Nikolai ‘Kolya’ Rodchenko), Gregory Hines (Raymond Greenwood), Jerzy Skolimowski (Colonel Chaiko), Helen Mirren (Galina Ivanova), Geraldine Page (Anne Wyatt), Isabella Rossellini (Darya Greenwood).
Música: Varios.
La película “Noches de sol” constituye ya casi un clásico en las películas musicales más actuales.
En mi caso había visto la película por primera vez hacía 15 años y al volver a visualizarla hace poco me decepcionó en parte porque la recordaba más sentimental e intimista de lo que es en realidad y pude comprobar que resulta ser una historia poco creíble que peca de un anticomunismo extremo y de un marcado maniqueísmo a la hora de reflejar a los personajes centrales de la historia: a los personajes rusos comunistas se los retrata como unos enemigos sin escrúpulos y a los americanos como los libertadores y sin pizca de rencor en su corazón.
Las más de 2 horas de duración de la cinta (131 minutos) se hacen largas al no tener la película el gancho suficiente para atrapar al espectador, por no tener un guión bien estructurado y una trama más elocuente y veraz. La historia resulta ser más bien un mero pretexto para la puesta en escena de una coreografía, escenografía y números musicales estupendos. En esta película tenemos la ocasión de ver como dos grandes bailarines, cada uno en su forma y disciplina, convergen en un film que intenta ensalzar valores como la libertad, la amistad y la honestidad.
Para los amantes a la danza, al ballet y a las películas musicales, esta película les supondrá un deleite, puesto que como ocurre en la mayoría de las películas de este tipo, el argumento resulta ser flojo pero consigue ser un excelente pretexto para todo un repertorio de magníficas canciones, coreografías y bailes; no hay más que echar un vistazo a títulos clásicos del cine musical como “Siete novias para siete hermanos” , “Cantando bajo la lluvia” o “Un americano en París” que aún siendo deliciosas películas que no te cansas de ver, carecen de guiones sólidos. La magia de este film radica en sus excelentes secuencias de ballet, fruto de una magnifica coreografía de Thwyla Tharp, así como de las magníficas canciones que forman parte del elenco de esta cinta, donde se mezcla música clásica y pop; de hecho el film resultó ganador de un Óscar a la mejor canción original en 1985, en la voz de Lionel Richie por el ya clásico tema que cierra la cinta » ay you; say me»; en la banda sonora también destaca la canción “Separate Lives» de Phil Collins y Marilyn Martin, que hacen aún más atractiva la película.
El argumento de la película gira en torno a la figura rusa del ballet Nikolai Rodchenko, interpretado por el artista Mikhail Baryshnikov, que vive exiliado en Estados Unidos cosechando un gran éxito, habiendo desertado de la Unión Soviética años atrás. Durante un vuelo a Tokio, ciudad en donde va a interpretar una de sus piezas, su avión se ve obligado a hacer un aterrizaje de emergencia en Siberia, circunstancia que aprovecharán los servicios secretos soviéticos para obligar al bailarín desertor a que permanezca en su patria, un país donde se le considera un traidor, pero este hecho lo aprovecha el gobierno de Moscú para intentar que vuelva a ocupar el lugar que tenía en su país antes de fugarse y convertirle como era antes, en un icono de propaganda comunista. Tratarán de utilizar para ello a un bailarín norteamericano de claque de raza negra que en su día pidió refugio en la Unión Soviética y a su esposa nativa, ambos roles interpretados por Gregory Hines e Isabella Rossellini respectivamente, para que le vigilen férreamente. La convivencia forzosa entre los personajes origina que se vaya afianzando entre todos una relación, sino de amistad, sí de compañerismo y apoyo ante la situación crítica y de aislamiento en la que se encuentra, y juntos urdirán un plan para abandonar el «paraíso comunista» con el consiguiente riesgo para este triángulo de personajes.
El reparto de la película está encabezado por Mikhail Baryshnikov, Helen Mirren, Gregory Hines, Isabella Rossellini y Geraldine Page; el guión está escrito por James Goldman, Eric Hughes y la dirección corre a cargo de Taylor Hackford.
El film está protagonizado por el gran bailarín Mikhail Barysnhnikov que quizá interpretó uno de sus papeles más dolorosos, lleno de recuerdos en cierta parte autobiográficos. Mikhail nació en 1948 en Riga. A los doce años ingresó en la Escuela de Ballet del Teatro de la Ópera de Riga y en 1963 solicitó la entrada en la famosa Academia de Ballet Vaganova donde fue admitido. En 1966, se unió al Ballet Kirov en Leningrado donde hizo su debut profesional como solista, en Giselle. En 1974, durante una gira, el bailarín pidió asilo político en Toronto, aunque más tarde se trasladaría definitivamente a los Estados Unidos y en 1986 se convirtió en ciudadano naturalizado de los Estados Unidos. En la década de los 80 (finales de los 70) comienza su incursión en las producciones cinematográficas, aunque el cambio más importante en su vida profesional se registró tras la decisión de abandonar el ballet, cambiándolo por la danza moderna al fundar «White Oak Dance Project”. Últimamente son recordadas sus apariciones cinematográficas en la serie “Sexo en Nueva York” haciendo de novio de la protagonista de la serie Carrie Bradshaw. En 2004 abrió su Centro de las Artes en Nueva York y recientemente, ha recibido dos doctorados “honoris causa”.
Junto a él, formando la pareja de bailarines de estilos opuestos figura Gregory Hines, reputado bailarín de claque que ya destacó como tal en “Cotton Club” de Coppola. Este actor y bailarín estadounidense ya fallecido, comenzó su carrera artística cuando apenas era un niño actuando junto con su hermano y padre. Años después, actuó en varias producciones de Broadway y en 1993 ganó un premio Tony por el musical “Jelly´s Last Jam”.
Con respecto al director Taylor Hackford consiguió fama mundial por haber dirigido títulos clásicos como «Oficial y caballero», «Eclipse total, “Pactar con el diablo”, “Ray”, etc. Helen Mirren es una de las intérpretes de la película y fue en este rodaje donde conoció al director y se convirtió en su marido. Este curtido director quiso con esta cinta hacer una película sobre danza única en su género y en un entorno y contexto histórico social fidedigno con la realidad; para ello no se valió de actores profesionales para luego doblar las escenas de baile, sino que quiso que las interpretaciones centrales del film corrieran a cargo de los susodichos bailarines con sus diferentes estilos. Hay que tener en cuenta que la película fue rodada en los tiempos de la «guerra fría» y la historia tiene, obviamente, una intención política y enfatiza en la necesidad de libertad para expresarse artísticamente y la carencia de esta para los artistas en la Unión Soviética.
Lo mejor sin duda del film es su parte musical. La película comienza con el gran bailarín ruso interpretando la obra musical «Le jeune homme et la mort» (El joven y la muerte), que se trata de una coreografía de ballet con argumento macabro y que sirve en «Noches de Sol» como introducción, magistralmente bailada por Mikhail Baryshnikov, considerado a menudo como el mejor bailarín de ballet del mundo.
La estructura de la película es la clásica estructura argumental que gira en trono a 3 bloques bien diferenciados:
. La introducción: en donde mediante la obra musical se nos presenta a uno de los protagonistas (el bailarín ruso) y su accidentado aterrizaje y secuestro en tierras rusas.
. El desarrollo central: en donde el prisionero se intenta aclimatar a su nueva vía de “reo” y en donde traba contacto con el otro protagonista y su esposa; observamos como entre los tres va surgiendo una relación de confianza y de apoyo y como logran urdir un plan estratégico para lograr escapar.
. El feliz desenlace: que resulta ser uno de los puntos más flojos de la cinta con su final “made in Hollywood” contraviniendo el desarrollo regular de la trama y el desarrollo psicológico de los personajes rusos, ferozmente retratados durante toda la cinta. El director prefiere decantarse por este ilógico final feliz, intentando convencernos de que uno de los protagonistas logra milagrosamente sobrevivir a pesar de los pesares, con la consiguiente carencia de una consecución lógica en la cinta.
«Noches de Sol» resulta ser una película sobre contrastes: La noche y el día; el blanco y el negro; Estados Unidos y la Unión Soviética; los buenos y los malos; el triunfo y el fracaso; el convencimiento y la desilusión; en resumen las vidas opuestas de los dos protagonistas y de las dos naciones la URSS y EEUU.
Antes de finalizar como último apunte, me gustaría hacer referencia al título de la película “Noches de sol”; este título hace referencia a las también conocidas como noches blancas que es el fenómeno meteorológico que ocurre en Rusia durante el solsticio de verano, en el mes de Julio y en las áreas de latitud alta, periodo en el cual las puestas de sol son tardías, los amaneceres más tempranos y por lo tanto la oscuridad nunca es completa; la noche no dura más de una hora y las sombras de la noche nunca llegan a cubrir los cielos. Esas noches en las que el sol apenas se hunde en el horizonte y el cielo permanece tímidamente azul aún en plena medianoche duran alrededor de 30 días, con epicentro el 21 de junio, y por tanto no se sabe a ciencia cierta “si es de día o de noche” como indica uno de los personajes de esta película.
Mari Luz Rodríguez García. Avilés, Asturias.
Colaboradora, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 23 Enero 2009.