Dos son los estímulos que mueven a la especie humana: la ambición y el egoísmo. Son los dos principios, los dos pilares que la sostienen. Desde el primer troglodita hasta el último de los diplomáticos de la ONU, lo que les mueve son esos dos anhelos: la ambición y el egoísmo. Lo mismo que movió a la Roma que trató como animales a los no romanos, al rey Leopoldo de Bélgica, genocida impune, a Hitler y sus asesinos, peores que lo peor, a Stalin y los suyos, y cualquiera de los gobiernos del mundo actual, con algunos de ellos destacando, sigue movido por esos dos (y únicos, lo demás son excepciones) estímulos: ambición y egoísmo, sean para sí o para su nación o su gobierno.
Las declaraciones de “ayuda”, “solidaridad” y otras zarandajas son sólo pantallas hipócritas para esconder la verdad, y la verdad, es que nada les importa más que su persona, su familia, su país, su religión, que en algunos casos –como en los dos semitas, judíos y árabes- se convierte en un apoyo para sus estímulos clave y el desprecio por los demás.
Fiereza y crueldad son las dos acepciones de “barbarie”, acciones crueles e inhumanas. Autoengaño es llamar inhumano a lo bestial y sanguinario ya que toda esa barbarie es precisamente propia de los seres humanos y nunca o muy rara vez practicada por otras especies.
Lo que ha evolucionado es el tono: antes el bárbaro ejercía su fuerza abiertamente, no sólo en cuanto a los hechos sino también en declaraciones públicas. Rara vez intentaba justificarse, su única justificación era su fuerza. Ahora, en cambio, la barbarie es igual o peor que antes pero existe todo un engranaje suave y sonriente para justificarla.
Pero hay verdades absolutas que ninguna suavidad puede ocultar, y la principal es que quien responde a la barbarie con más barbarie está al mismo nivel de aquello a lo que responde. No hay explicación que pueda destruir esta verdad. Y cuando la respuesta es desproporcionada y sanguinaria, ya no se trata de niveles sino de que el que pretendió tener razón la perdió tiempo ha. A veces la respuesta de parte de un estado tiene tales características que se llega a pensar si no habrá sido una agencia secreta del agresor (que oficialmente sólo responde a una agresión) la que provocó deliberadamente esa agresión.
Veámoslo a nivel de dos familias: una (la que es pobre y débil) con frecuencia arroja piedras a la otra (la rica y fuerte) causándole algunas lesiones. Y un día la familia fuerte decide acabar con esa situación, para lo cual mata al cabeza de familia enemigo, a su esposa, a su cuñada, una prima y a seis de sus hijos de edades entre unos meses y 11 años. Y la rica y fuerte repite al mundo que sus antepasados sufrieron una persecución asesina y cruel que hay que recordar, aunque es notorio que ni la familia pobre y débil ni sus antepasados tuvieron ninguna responsabilidad en los asesinatos de los antepasados de la otra.
A propósito de represalias recordamos a Adolfo Hitler, que implantó el sistema consistente en asesinar gente inocente como respuesta a cualquier acto de la Resistencia en cualquiera de los países ocupados. Y otro detalle: cuando los actos terroristas los cometen los nuestros, son heróicos. Lo fueron en Francia y en los demás países ocupados por los nazis, y en Palestina la Irgún, grupo terrorista judío dirigido por Menahem Beguín (después Primer Ministro de Israel), dinamitó el Hotel David, donde estaba el Estado Mayor del ejército inglés matando a muchos británicos. ¿Es terrorismo bueno si se lucha por la patria? ¿Hay dos terrorismos?
Hitler decretó: “por cada soldado alemán muerto mataremos diez rehenes” y por un atentado en Roma que mató a diez soldados alemanes, los nazis ejecutaron a 32 italianos en las Fosas Adeatinas.
¿Dónde va la humanidad? ¿No tenemos más perspectiva que el odio y la venganza, la ambición y el ansia de poder a toda costa? Unos colonos judíos adultos apedrearon en Cisjordania, asentamiento de Kiryat Arba, a un palestino, Bilal Daana, que fue hospitalizado en Hebrón con heridas de “mediana gravedad” en la cabeza. Bilal Daana tiene seis años de edad.
Eso no es disparar cohetes o bombardear desde aviones objetivos militares en los que mueren niños con sus familias. Esos judíos que lapidan directamente a un niño de seis años han exhibido a los suyos. Han acabado con la razón que pudiese tener Israel.
Juan Miguel de Mora. Ciudad de México.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 8 Enero 2009.