Atentados en Bombay

El pasado miércoles 29 de Noviembre, la ciudad india de Bombay sufrió una serie de ataques terroristas de una envergadura inimaginable. La India ha sufrido recientemente varios ataques con sello islámico, pero éstos difieren a todos los sufridos con anterioridad en cuanto a magnitud y ejecución.

Meticulosamente organizado y ejecutado, los ataques se produjeron en hora punta en más de 10 lugares distintos de la ciudad de Bombay, incluyendo la siempre atestada estación de Chhatrapati Shivaji, dos hoteles de cinco estrellas, el Leopold Café y un centro judío llamado Nariman House regentado por un matrimonio neoyorquino con pasaporte israelí que falleció en el ataque. La cifra de muertos a día de hoy se estima en 188 y el número de heridos supera los 200. – seguir leyendo

De Singh a Singh – por Xosé Triguero

Xosé Triguero – Las investigaciones para determinar la responsabilidad de la tragedia siguen abiertas. La autoría de los ataques fue en un principio reclamada por una organización que se hacía llamar Deccan Mujahidden a través de una serie de correos electrónicos enviados a las agencias de noticias, pero el desconocimiento de su existencia previa llevó a tomar el asunto con escepticismo, y se considera que pueda ser una ‘pista falsa’ para desviar la atención de las investigaciones, que por otra parte están centradas en Lashkar-e-Toiba, una de las mayores organizaciones terroristas del sudeste asiático, con base en Lahore y una importante presencia activista en Cachemira, territorio de conocidas disputas entre Pakistán e India desde mediados del siglo XX.

Desde La India han inculpado en numerosas ocasiones la responsabilidad de Pakistán en todo este asunto, ya que hay vínculos evidentes entre los terroristas y la República Islámica. Cosa que desde Islamabad se ha desmentido con absoluta rotundidad, negando la vinculación oficial del gobierno de Yousaf Raza Gillani.

Pakistán se ha ofrecido a colaborar prestando ayuda con la investigación de los hechos. Un nombre importante figura entre los detenidos: Azam Amir Qasab, ciudadano pakistaní y relacionado con el grupo armado en cuestión, Lashkar-e-Toiba o Ejército de la Pureza. Este hombre, según ciertos medios indios, aparentemente ha confirmado que el ataque ha sido perpetrado por 15 personas, lo que deja lugar a la preocupación ya que por el momento sólo 10 activistas han sido identificados. Esta organización tiene como objetivo el abandono de Cachemira por parte de La India, y en el pasado, autoridades del ejército o de los servicios de inteligencia pakistaníes han sido acusadas de estar vinculadas a este grupo terrorista.

Esto supone un gravísimo paso atrás en las relaciones bilaterales entre La India y Pakistán, ya que ambos países habían dado indicios de acercamiento en los pasados meses, y se habían depositado esperanzas en que estas posturas pudiesen concluir en negociaciones fructíferas para el entendimiento y la paz entre las partes. Tras los atentados, el Ministro de Asuntos Exteriores indio, Annan Sharma, no ha tardado en hacer pública la nefasta influencia que los lamentables acontecimientos tendrán en los lazos diplomáticos que ambos países parecían pretender entablar.

Las reacciones por parte de las autoridades indias han sido de lo más diversas. El Ministro del Interior de La India, una figura política de gran relevancia y peso específico en el porfolio de gobierno del Primer Ministro, ha sido de los que con más contundencia han reaccionado: ‘Responder con determinación’, eso ha sugerido Palaniappan Chidambaram, mientras que su Primer Ministro, Manmohan Singh, llama a la calma y a no sacar conjeturas precipitadas e infundadas sobre la posible responsabilidad de los atentados, por las drásticas y negativas consecuencias que la especulación podría tener en la relación entre los dos países.

Cierta controversia ha sido generada a raíz de un reportaje publicado en el periódico indio The Hindustani Times, ya que el medio en cuestión informa de que un militante de Lashkar-e-Toiba fue arrestado e interrogado en febrero, contando a los servicios de inteligencia que él había inspeccionado los hoteles Taj Mahal Palace y Oberoi-Trident (sobre los que se llevó a cabo el ataque) así como otros edificios en diciembre de 2007. Estos hechos, de contrastarse su veracidad, dejarían en evidencia la capacidad previsora de las fuerzas de seguridad indias, incapaces de llevar a cabo una prevención adecuada que evitase un atentado de tales dimensiones. Estas suspicacias suelen darse siempre que se produce un atentado masivo con un escandalizante número de víctimas, pues normalmente salta a la palestra la incapacidad de las fuerzas estatales para impedirlo, pese a tener pruebas de cuya contundencia, una vez acaecidos los hechos, nadie duda.

Las líneas de investigación parecen dirigirse ahora a esclarecer unos hechos de los que todavía poco se sabe, y a determinar el impacto y la magnitud de la organización que ha perpetrado los ataques, así como sus fines y objetivos, de forma que se puedan emprender actuaciones y adoptar medidas que puedan evitar futuras catástrofes de semejantes dimensiones. Las hipótesis son diversas y por tanto la desorientación del gobierno indio y la comunidad internacional bastante notable, ya que todo hasta el momento son teorías y posibilidades y la prensa internacional especula sobre autorías de distintas fuentes, base sobre la que el trabajo se hace prácticamente imposible en dirección alguna.

El gobierno indio ha prometido no quedarse de brazos cruzados ante la amenaza de futuros atentados, y pretende dotar las actuales fuerzas antiterroristas del país de mayor armamento y capacidad tanto armamentística como humana. Pero queda determinar la orientación de los pasos a seguir, ardua tarea para el gobierno de Manmohan Sigh que supone el mayor reto de todos.

Redacción. Internacional – El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 6 Diciembre 2008.