En la actual crisis mundial en general y la española en particular los economistas oficiales envueltos en un maremágnum de cifras, ratios, gráficos y estadísticas nos demuestran que no son capaces de efectuar sus análisis con un mínimo sentido común, bien sea por su incapacidad o por actuar movidos por la necesidad de justificación de la ideología del sistema dominante hoy en día.
El problema de fondo estriba precisamente en que estamos ante una crisis de sobreacumulación de capital que ha originado desde hace unas décadas una crisis de sobreproducción en el sector industrial, y por lo tanto una perdida de la tasa de beneficios.
Para recuperar esa tasa de beneficios los capitalistas recurrieron al endurecimiento de las condiciones laborales, a las deslocalizaciones y a la ingeniería financiera, deslocalizaciones que por otra parte han incrementado y agravado el problema de la sobreproducción industrial. Todo ello produjo una restricción de la capacidad de consumo de las clases trabajadoras.
Mientras como por otra parte se intentaba mantener un elevado nivel de consumo que absorbiese la sobreproducción, el sistema recurrió al endeudamiento como mecanismo para la financiación de este consumo. Ese endeudamiento dio origen a la especulación financiera.
Esta crisis fue contenida durante un tiempo gracias a la ingeniería financiera que mediante el endeudamiento y la creación de dinero-basura mantuvo el consumo a unos niveles que a todas luces eran insostenibles indefinidamente. Además ese pico de consumo supuso una especie de ensayo general de lo que supondría un próximo agotamiento de los recursos mundiales, especialmente los energéticos.
Ya que la sobreproducción artificialmente sostenida por la deuda dio lugar a una sobreexplotación de los recursos, y con ello a múltiples burbujas especulativas, y al mismo tiempo a un crecimiento exponencial que resulta absolutamente insostenible en un mundo finito. Además los incrementos de productividad no ensanchan la demanda del mercado, sencillamente expulsan de él a los menos productivos, incrementando al mismo tiempo el excedente laboral desocupado, ya que los nuevos procesos más productivos demandan menos mano de obra para una misma producción.
Todo ello lo mantuvieron tapado, cubierto por una montaña de falso dinero producto de la especulación inmobiliaria y de la ingeniería financiera, que propició ese endeudamiento atroz generalizado. Y si además se añade el denominado efecto riqueza fruto de la burbuja inmobiliaria, se crearon las condiciones para mantener artificialmente un consumo generalizado durante estos últimos años, que aun se denominan como de crecimiento y prosperidad.
Eran tiempos de vino y rosas, muy pocos nos atrevíamos a decir que era un falso crecimiento que nos llevaba al abismo. La situación no era estable en absoluto y bastó una perturbación para desencadenar la catástrofe.
Esa perturbación consistió en que el consumo energético superase transitoriamente la oferta y que se produjese una especulación petrolífera disparando los costes de la energía, en realidad este no es un problema meramente coyuntural, ya que se hará permanente tarde o temprano, dado que nos acercamos o ya estamos en el Peak Oil o cenit del petróleo a partir del cual va a decrecer la producción de crudo y la demanda va a superar a la oferta originando una grave crisis energética.
Pero al final el problema era inocultable, se esfuerzan en afirmar que el problema procede del mundo de las finanzas y contagia a la economía real, pero eso no es así, lo que se ha desplomado es la pretensión de sostener artificialmente el consumo mediante la deuda y la ingeniería financiera. Y cuando la demanda o sea el consumo descendió por debajo de la producción se originó una crisis de sobreproducción o sobreacumulación de capital que es lo mismo
Y siguen mintiendo cuando aluden a que el problema estriba en el sector bancario, y cuando afirman que si vuelve el crédito las cosas volverán a su cauce, ¿que piensan? ¿Que el incremento de la deuda puede ser infinito?; Además no cabe duda que el incremento de la productividad fruto de la revolución científico-técnica ha creado un excedente laboral a nivel mundial de imposible recolocación. Para producir todo lo que se consume mundialmente, con los actuales ratios de productividad, es de sobra una fracción de la fuerza laboral global disponible.
La crisis actual es de las que predijo Karl Marx, es una crisis de sobreacumulación de capital, la crisis financiera es solo un pernicioso efecto colateral, y ya conocemos la receta que se suele emplear para salir de las crisis de sobreacumulación, se trata de destruir capital productivo al igual que se hizo en la Segunda Guerra Mundial para superar la crisis de 1929.
La realidad es más bien tozuda por mucho que se esfuercen en decir tonterías, no hay que ser demasiado avispado para darse cuenta que no tienen soluciones, no las tienen porque cegados por prejuicios ideológicos se niegan a identificar las autenticas causas del problema, que reside en la propia esencia del capitalismo, y aparentemente están buscando lo que no existe.
El día 15 se reúnen para recuperar el sistema financiero, mucho me temo que lo único que acuerden sea una huida hacia delante, con la actual población mundial y la actual productividad se crea un excedente de producción para el que no existe una solución estable, ya que si inyectasen la suficiente liquidez para que la demanda mundial se ampliase hasta igualar esta sobreoferta, el planeta, que tiene unos determinados límites físicos, no lo soportaría, y por ello no puede ser capaz de absorber la sobreproducción de forma continua.
La cuerda se estiró tanto que ya se ha roto, y parece ser que la solución que buscan es atarla para poder volver a estirarla. Creen que el problema estriba exclusivamente en la falta de crédito, obviando lo insostenible de una deuda enterrada en gran parte en el ladrillo y en el consumismo desaforado. Deuda que se propagó por todo el mundo como basura financiera creando un shock de falta de liquidez sin precedentes.
Inyectar liquidez para volver a los pasados niveles de consumo puede servir durante algo de tiempo para absorber los excedentes de producción, pero al final todo se agota, como ocurrió con el ladrillo, y el desastre total ocurrirá o bien por el default generalizado, o bien porque se agoten los recursos naturales, especialmente los energéticos. Si se supera esta crisis inyectando dinero, la próxima, que llegará y pronto, puede ser la más apocalíptica.
El Karl Marx economista ha acertado plenamente, el capitalismo desarrolla unas contradicciones que finalmente es incapaz de superar sin originar consecuencias catastróficas.
Víctor Luís Álvarez. Gijón, Asturias.
Colaboración. El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 12 Noviembre 2007.