Lo que resultó no ser infalible – por Xosé Triguero

Al final se termina por aceptar lo evidente, y los dirigentes del gobierno español han aceptado que la crisis es una realidad y que España no puede librarse de su influencia. Lo que más me sorprende de todo son los motivos que han podido llevar a Zapatero a tardar tanto tiempo en llamar a las cosas por su nombre, pues los hechos demuestran con absoluta claridad que lo que acaece a nivel mundial es una cosa global e internacional y algo que ni de lejos puede ser responsabilidad de una mala gestión por parte de los socialistas españoles.

Quizá esa vieja creencia occidental de que el mercado podía regirse y corregirse por sí sólo esté empezando quedar en evidencia, ya que los hechos acaecidos demuestran que los mercados, hasta en el sistema económico capitalista más estricto, requieren cierto control para evitar que las cosas se salgan del tiesto y acaben teniendo trágicas consecuencias en la economía y por consiguiente en la sociedad.

Todo empezó al otro lado del Atlántico, cuando una serie de entidades de financiación comenzaron a prestar dinero a quien no se debía, las famosas hipotecas subprime de los EEUU dieron el pistoletazo de salida a un problema que no tardó mucho en manifestarse. Estas hipotecas fueron concedidas a personas en condiciones que una entidad bancaria normal no aceptaría por el riesgo implícito que conlleva, ya que se otorgan a personas que no reúnen los requisitos básicos de garantía para hacer frente a los pagos de una hipoteca, y que fueron concedidas incluso sin la necesidad de acreditar un aval. Y así, estas hipotecas, en principio tan beneficiosas para ambas partes, terminaron por convertirse en un arma de doble filo cuando los tipos de interés se elevaron y en consecuencia el pago de las mismas se volvía más complicado para los prestatarios, lo que conllevó aumento de la tasa de morosidad.

Con todos estos acontecimientos el panorama queda dibujado de la siguiente manera: Los precios de los inmuebles están por las nubes tras varios años de subida continuada y discriminada, y los bancos comienzan a no dar hipotecas por falta de liquidez y confianza, con ello la gente no puede permitirse comprar y sólo queda esperar a que los precios bajen, así que bajan las ventas. Si no se vende no se construye, y la construcción es pieza fundamental del motor económico de muchos países, entre ellos España, esto conlleva que se produzcan problemas de suspensión de pagos y quiebras, y despidos de trabajadores con el consecuente aumento del paro. Esto también afecta a empresas que ejercen su actividad paralelamente a la construcción o que se sustentan gracias a ésta de forma indirecta.

Este entramado provocó una falta de dinero en circulación que afectó muy severamente a las inversiones y a las bolsas de valores, ya que muchas cotizaciones cayeron en picado dada la falta de confianza por parte de inversores.

Los bancos empiezan a verse envueltos en una situación de falta de liquidez, dado que han concedido préstamos con dinero ajeno conseguido a su vez mediante otros préstamos interbancarios, esto lleva a que muchos bancos se encuentren faltos de efectivo debido al alto índice de morosidad, con el consiguiente peligro que esto supone para la economía global, ya que los bancos son ilíquidos, y en consecuencia, dependen de las gestiones diarias para llevar a cabo su actividad.

La alarma que esto provoca tiene consecuencias drásticas y directas en los principales gobiernos mundiales, quienes deciden tomar cartas en el asunto ya que la estabilidad de su economía puede verse seria e irremediablemente perjudicada.

Es por ello que los políticos, empezando por un ocaso Bush y siguiendo por los Jefes de Estado de la Eurozona, encabezados por Sarkozy a instancia de Brown, proponen medidas basadas en las ayudas a los bancos por parte de los estados, para que así los bancos puedan recobrar su liquidez, mejorar sus fondos propios y con ello conseguir la financiación que tan necesaria se antoja ante una desventura de este calibre.

La economía no es una ciencia aislada, sino envuelta en un complejo sistema de redes en el que lo más impredecible puede verse afectado. Una de las economías que se estimaban más sólidas a principios del siglo XXI era la del Golfo, países como Qatar, los Emiratos Árabes Unidos, Bahréin o Kuwait, cuya abundancia petrolera prestaba a entender que sus cimientos financieros eran demasiado sólidos para caer. Los hechos de los últimos meses demuestran que ni siquiera estos países pueden escapar inmunemente a la crisis global, dado el gran crecimiento insostenido de algunas economías de la zona, perpetrado con capital extranjero del que depende gran parte de su estabilidad. Uno de los primeros en verse obligado a actuar ha sido Kuwait, quien ha tenido que intervenir en la caída del Gulf Bank para garantizar la integridad de los depósitos locales en esta entidad, la cual es la segunda del país en cuanto a volumen de préstamos, y que había incurrido en pérdidas tras la subida del dólar.

El asunto se agrava porque la economía no ha sido únicamente golpeada por la crisis inmobiliaria, sino que el sector energético también ha asestado un tremendo revés a las bases de la red financiera. Los políticos han estado durante años ignorando un problema que se venía encima, y que se produce tras la conjunción de dos factores importantes: el aumento de la demanda del petróleo (especialmente motivados por el auge de La India y China) así como la disminución de la oferta, ya que la producción mundial de petróleo tiende a decrecer. Esto ha conllevado un encarecimiento paulatino del precio del petróleo, que ha tenido influencias importantes en muchos ámbitos de la sociedad, entre ellos uno de los sectores que más ha padecido ha sido el de la alimentación, ya que los costes de producción de los alimentos se han visto incrementados directamente por el encarecimiento del petróleo.

La sociedad actual es fuertemente dependiente del petróleo, un bien agotable sin apenas sustitutivos de garantías, con lo que la planificación adecuada de los obstáculos a salvar ante situaciones de riesgo como la que actualmente se atraviesa se torna imprescindible. El consenso internacional empieza a ser pieza fundamental en el juego, especialmente para evitar el excesivo empobrecimiento de ciertas regiones del mundo cuyas limitaciones de acceso al petróleo pueden verse muy afectadas debido al precio del crudo y a la crisis económica global. El problema con el que se encuentran estos países es precisamente su falta de peso internacional y político para ser parte decisiva en ninguna negociación, que como ya sucedió en la crisis petrolera de 1973, el diálogo empieza a tomar parte desde posiciones estrictamente occidentales.

Si por algo se ha caracterizado el consumo de petróleo en occidente en los últimos años es por la falta de planificación que se ha llevado a todos los efectos, desde la contaminación ambiental al propio perjuicio que puede causar en las personas con la emisión de gases de efecto invernadero, sin que las autoridades se hayan preocupado demasiado por el desarrollo de energías alternativas más limpias, cuyo único problema parece radicar en la falta de rentabilidad económica de las mismas, pues uno de los factores decisivos del petróleo es el alto beneficio generado por el impuesto sobre hidrocarburos.

Sobre energías alternativas, varias son las opciones que han saltado a la palestra, entre ellas el gas natural, que no parece solucionar mucho el asunto, pues sus características son similares a las del petróleo y el problema seguiría persistiendo, pues la producción de gas natural puede verse mermada en pocos años. Se ha especulado con que biocombustibles, el etanol entre ellos, sean sustitutivos de los combustibles fósiles, el bioetanol se obtiene a partir del maíz, cereal bastante popular en los EEUU, por ello a priori se pensó que podría ser una idea rentable pero el alto coste de su producción desestima esta alternativa, ya que es necesaria una gran cantidad de energía para la producción del bioetanol, con la consecuente emisión de gas de efecto invernadero. Algunos países están empezando a optar por el desarrollo de lo que se conoce como gasohol, no es más que una mezcla compuesta por gasolina y alcohol etanol, siendo la proporción de éste último muy variable (en función de la finalidad específica que se persiga) llegando incluso al Etanol puro, lo que se conoce como E100, y que ya funciona en Brasil. En EEUU existe una importante controversia al respecto, pero el gasohol es obligatorio en diez estados y por citar un ejemplo Minnesota ha establecido mediante ley el uso obligatorio de un 20% de etanol (E20) en toda la gasolina.

De momento las propuestas que hay sobre la mesa para paliar la crisis no parecen aportar mucho, ya que la inyección de dinero por parte de los gobiernos pretende solucionar el problema a corto plazo de manera parcial, con lo que una planificación de mayor profundidad y previsión es absolutamente necesaria. Queda mucho por investigar y mucho trabajo por hacer en lo tocante a lo energético y quizá estemos en la antesala de un nuevo concepto de gestión económica, ya que el modelo convencional ha demostrado con creces ser frágil e ineficiente, y sus consecuencias, aún a día de hoy, bastante impredecibles.

Xosé Triguero. Kuwait City, Kuwait.
Colaboración. El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 2 Noviembre 2008.