Clásicos populares: In memoriam – por Maximiliano Bernabé

Puede que para muchos, en estos tiempos que se anuncian turbulentos, quejarse sobre la desaparición de un programa radiofónico de música clásica parezca hasta frívolo. Sin embargo, el desprecio de la sensibilidad, y su correlato, la barbarie, también contribuyen lo suyo al panorama actual del mundo. Para los que no lo sepan, “Clásicos Populares” era un programa que llevaba emitiéndose algo más de treinta años en Radio 1 de Radio Nacional de España. Tuvo varios horarios, pero en el que más ha perdurado ha sido en los de tres a cuatro y de cuatro a cinco de la tarde, dependiendo de las épocas. Del mismo modo, por él han pasado varios locutores, aunque los que se hicieron inherentes al programa fueron Fernando Argenta (éste también presentaba en TVE1 “El Conciertazo”, desaparecido al mismo tiempo, treinta y uno de Julio pasado, que “Clásicos Populares”) y Araceli González Campa. Hasta aquí todo normal, incluso alguien puede estar pensando que éste debe de aburrirse mucho pues está escribiendo tonterías. Sin embargo, quienes no hayan conocido este programa, o sólo de oídas, busquen y no cejen hasta encontrar a alguno de los muchos oyentes fieles que ha tenido y pregúntenle por él. Sin temor a abusar del tópico podríamos decir que era “más que un programa”, hasta una parte en la vida de algunas personas. Para alguien como yo –tengo treinta y seis años, y lo llevaba escuchando prácticamente desde que era un niño- que no haya conocido en su familia afición por la música clásica, ni la haya estudiado más allá del exiguo espacio que le dedican los programas escolares, fue la puerta que se abrió a un mundo maravilloso y a un interés que ya nunca morirá. No sólo ha sido esta vocación pedagógica de acompañar al autodidactismo musical de muchos. Ha sido la combinación casi perfecta de fragmentos musicales sabiamente elegidos, una gran labor periodística de los presentadores antes mencionados, que acompañaban a cada pieza con los comentarios justos, a veces aparentemente irreverentes hacia el compositor en cuestión (Cuánto echaremos de menos los que se referían a Bach o Vivaldi, el “Viejo Peluca” o el “Cura Pelirrojillo” respectivamente), pero cargados de respeto y hasta amor por quienes han acompañado a ya tantas generaciones. Todo ello sin caer en el endiosamiento de tanto prensentadorcillo ombligo del mundo como anda por ahí suelto ni, en el extremo opuesto, hacer un programa enlatado de música clásica en el cual las piezas van acompañados de la consabida e impersonal reseña.

¿Molestaba esto mucho? Al parecer sí, aunque nunca lo hubiera sospechado. Cuando el treinta y uno de Diciembre del año pasado Fernando Argenta anunció, de forma sorpresiva, que Araceli González ya no estaba en el programa, estoy seguro de que muchos se entristecieron, aunque sólo fuese un poco; yo, por lo menos sí. Debimos haber temido lo que pasaría siete meses después. Estamos hablando del que era el programa más antiguo de la radio española. En otros países estos programas, con los cambios periódicos necesarios, se convierten en algo así como estandartes de las cadenas que los emiten, pero aquí somos esclavos de una particular interpretación del “renovarse o morir”, bastantes veces las dos cosas a la vez. Recuerdo que hace unos años escuché o leí la entrevista de un director de Radio Televisión Española que llegaba con la pretensión de renovarlo todo. Y decía algo así como que en la radio pública iba a cambiarlo todo excepto “Clásicos Populares” y poco más. Un signo de respeto y de cordura encomiable ahora inexistente. Si se consultan en la página web del ente público las razones de la desaparición del programa, aparecen referencias a las jubilaciones anticipadas como parte de un plan de renovación. Sin entrar en si es sensato que en el espacio de unos meses se haya purgado a las pantallas y a las ondas de tantos buenos profesionales (En el horario nocturno de RNE también se ha suprimido “La Noche menos pensada” tras doce años en antena), pienso que hay fórmulas para que una firma continúe mientras se va renovando el personal. Llegados a este punto, se puede decir que nadie somos imprescindibles, pero que los cambios pueden también aliarse con la permanencia. Otra cosa es que lo que se oculte bajo el signo de la renovación sea otro modelo de la radio y de la televisión públicas en el que las productoras privadas (algunos hablan de las vinculadas al grupo Mediapro) vendan los programas a las cadenas públicas. Lo que ahora se llama, entre pomposa y catetamente “externalización”, “outsourcing” para quienes les interese el inglés. No obstante, me gustaría saber qué ha de tener todo esto que ver con la música clásica. Puede que esto se alíe con eso tan español que es criticar y tratar de hundir al primer fallo, si se puede, al que destaca o tiene un prestigio reconocido. Ese “cambiar por cambiar” de patio de vecindad tan nuestro. He escuchado el programa que sustituye a “Clásicos Populares” y no tengo nada en contra, hasta parece meritorio. Un programa más de música clásica nunca es de desdeñar, aunque sea con la fórmula simple de pieza musical más comentario sobre la misma o su compositor. Sé que con esta reseña, casi fúnebre, estoy faltando a uno de mis fragmentos literarios preferidos, el discurso de Marco Antonio ante el cadáver de César, tendido ante sus asesinos, en “Julio César” de Shakespeare, que comienza con “Vengo a enterrar a César, no a alabarlo…”, va enumerando las faltas que Bruto y los otros conspiradores imputan a César y, al principio tímidamente, desgrana las virtudes de éste seguidas de un, cada vez más irónico, “Porque Bruto es un hombre honrado”. La misma confianza que tenía Antonio en la honradez de Bruto y los otros tengo yo en los muñidores y muñidoras de todos estos cambios a todos los niveles que nos están dejando una sociedad tan igualitaria, tan bonita y tan chachi-piruli. Por cierto, que ese fragmento se lo oí por primera vez a Marlon Brando en el “Julio César” de Mankiewicz en uno de aquellos magníficos ciclos de cine que emitía TVE1 antes de que con tanta modernización, renovación, externalización a lo largo de los años, la dejaran hecha la mierda pinchada en un palo que es hoy, con tanto “Mira quien baila” y similares. En fin, Fernando Argenta y Araceli González Campa, no sé si llegaréis alguna vez a leer esto, supongo que no, pero os doy las gracias por todo y os rindo mi más humilde homenaje. He pasado treinta años escuchándoos (Cuánto os eché de menos cuando tuve que estar fuera de España) y espero pasar otros treinta, por lo menos, recordándoos. Sólo me queda la débil esperanza de animar a Fernando (presumo que ganas no le faltan) para que si alguna cadena privada tuviese la vista suficiente para vislumbrar el potencial de oyentes que hay tras un programa del tipo “Clásicos Populares”, y le ofreciera algo, no se lo pensase dos veces. Muchas gracias.

Maximiliano Bernabé Guerrero. Toledo.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 12 Octubre 2008.