Georgia – Rusia: Nuevo acto de una vieja obra – por Maximiliano Bernabé

Tras la fracasada reconquista georgiana de Osetia del Sur y la posterior invasión rusa de varias zonas de Georgia podemos pensar que el asunto internacional de este verano está periclitado. Nada más lejos de la realidad. Para empezar, la retirada rusa tiene visos de convertirse en una serie interminable de avances y retrocesos por territorio georgiano, movimientos que pueden tender a lograr sus verdaderos objetivos militares y políticos: Destruir la capacidad militar de Georgia y crear un clima de inestabilidad tal en la república sudcaucásica que, mediante una crisis, dé paso al establecimiento de un gobierno afín que le permita controlar la situación interna del vecino, notablemente las conducciones de hidrocarburos, poderoso telón de fondo en todas las crisis georgianas de los últimos años. No hay que olvidar que la reciente historia de Georgia como estado independiente ha sido de una gran inestabilidad política y económica, y no sería la primera vez que Rusia moviese sus peones en sus asuntos internos. Recién lograda su independencia, a comienzos de 1992 se produjo una insurrección armada que depuso al presidente Gamsajurdia y acabó instalando en el poder a Edvar Shevarnadze, antiguo ministro de asuntos exteriores de la URSS con Gorbachov, y hombre de Moscú en la crisis (aunque luego fue apartándose progresivamente de la amistad rusa). Quien a su vez fue depuesto en 2003 por otra insurrección de corte nacionalista –contraria a los intereses rusos-, conocida como “revolución de las rosas”, que acabó encumbrando al actual presidente Mijail Saakashvili. Como consecuencia de las crisis con su poderoso vecino, el mercado ruso se ha visto cerrado para las exportaciones georgianas, lo cual ha empobrecido su situación económica. El gobierno actual trata de paliar esto aproximándose a Occidente, ofreciendo a los Estados Unidos el señuelo de ser la llave de los hidrocarburos en el Cáucaso.

Simplificando mucho, la situación y antecedentes de los principales actores en esta crisis podría ser como sigue. Teniendo en cuenta que en el Cáucaso se entremezclan varios conflictos, siempre bajo la poderosa mirada de Rusia, cuyo territorio ocupa la vertiente Norte de la cordillera: La interminable guerra de Chechenia, con ramificaciones en las repúblicas federadas rusas de Ingushetia y Daguestán. El conflicto enquistado entre Armenia y Azerbaiyán por la posesión del enclave del Alto Karabaj, y otros conflictos menores.

Georgia: En georgiano “Sakartvelo” y en ruso “Grudzia”. Aparentemente puede parecer que la relación entre Rusia y Georgia ha sido multisecular y fructífera. Sin embargo la incorporación de la segunda a la primera no tuvo lugar hasta 1801. La historia de Georgia es varias veces milenaria. En su territorio están la antigua Iberia mencionada en fuentes asirias y bíblicas, así como Cólquida, colonizada por griegos y romanos. Durante varios periodos en la Edad Media los diferentes estados feudales georgianos estuvieron unificados en una monarquía que se vio siempre amenazada por sus poderosos vecinos persas, árabes y turco-mongoles. A pesar de múltiples invasiones los georgianos siempre mantuvieron apego a sus tradiciones y, no obstante estar bordeados por poderosos vecinos musulmanes, siguieron aferrados a su iglesia ortodoxa nacional. Precisamente, la incorporación a Rusia se produce como consecuencia de una intervención de ésta contra Persia. Durante la incorporación a la Rusia zarista y luego comunista, el nacionalismo georgiano siempre estuvo latente y no dejó de ver a su gran vecino del Norte como un recién llegado a sus antiquísimas tradiciones. A pesar de proporcionar estadistas y militares (Stalin el más famoso) la desconfianza nunca cesó. Alimentada por sucesos concretos como la incorporación a la URSS: La Revolución bolchevique de Octubre de 1917 no triunfó en Georgia, que proclamó su independencia poco después. La independencia fue corta, pues el ejército soviético invadió el país en 1921. Durante los años soviéticos, el status de los territorios georgianos habitados por otras etnias sufrió los vaivenes característicos de ese régimen que, unas veces, premiaba a algunas comunidades, y otras las castigaba: Abjasia y Adzharia fueron repúblicas autónomas dentro de la república soviética de Georgia, mientras que Osetia del Sur fue sólo región autónoma. Al producirse el colapso de la URSS, Georgia proclamó su independencia. Rusia no tardó en intervenir; como hemos dicho más arriba, patrocinando golpes de estado pero, sobre todo, alentando el independentismo de esas minorías. Tras varias guerras durante la década de 1990 proclamaron una independencia de facto favorecida por Rusia, que incluso ha otorgado su ciudadanía a muchos de sus nacionales. Como consecuencia de los acuerdos de alto el fuego, se constituyeron unas singulares fuerzas de paz (el ejército ruso, de hecho) destinadas a patrullar estas zonas. Algunos lo vieron como la plasmación del refrán “Poner a la zorra a guardar las gallinas”. ¿Cuál puede haber sido la motivación del presidente Saakashvili de lanzarse a la aventura de la reconquista de Osetia del Sur? Puede que se creyera demasiado su éxito de 2004 al ocupar Adzharia (éxito mínimo pues en realidad era una zona dominada por un cacique local). Puede que creyera que sus coqueteos con la OTAN le blindaban frente a una segura reacción rusa. Puede que sobrevalorara su capacidad militar. Y, aventurando hipótesis más arriesgadas, puede que los servicios secretos rusos no sean ajenos al desencadenamiento de una crisis que, hasta ahora, sólo beneficia a Rusia.

OTAN: Hasta ahora sale debilitada de toda esta crisis, que fortalece a Rusia. Aparentemente es por la precipitación de Saakashvili al lanzarse con escasas fuerzas a reunificar su territorio. Pero también por su modo de actuar previo. Si observamos el lenguaje del gobierno y del ejército ruso de estos días, veremos que está lleno de expresiones como “preservar la paz”, “fuerzas de paz”, “genocidio contra los osetios”. Calcado del empleado por la OTAN cuando emprendió las operaciones militares contra Serbia en 1999. Rusia favorece independencias de facto de territorios no reconocidos internacionalmente, con la excusa del predominio étnico de una determinada comunidad. Algo parecido es lo que ha hecho Occidente con Kosovo, que proclamó su independencia a comienzos de este año. Puede ser que la OTAN no haya medido su actuación en los Balcanes, y ahora se vea metida en una trampa. Por no hablar de que este pacto militar puede enfrentarse a la paradoja de su historia: Se creó para frenar y, si llegaba el caso, combatir a Rusia. Ahora interviene en objetivos que se le han ido añadiendo con el tiempo –Afganistán- mientras deja hacer a una Rusia fortalecida.

Rusia: En su conducta hay que analizar varios aspectos. El primero y más obvio es el reforzamiento de su aparato militar desde la llegada de Putin al poder en 1999 (primer ministro, luego presidente, ahora otra vez primer ministro), hecho al que coadyuva en los últimos años el poderío económico adquirido al controlar inmensas reservas de hidrocarburos. Esta nueva fuerza, y lo que es más claro, la conciencia de poseerla se combinan con el recuerdo del desastre que supusieron los años 90, cuando Rusia perdió su influencia hasta en antiguas repúblicas soviéticas. Todo ello se añade a un cóctel marcado por la sensación de orgullo herido, y el mandato nacional de restablecerlo. Para entender la relación de Rusia con las antiguas repúblicas “hermanas” de la URSS, y algunos territorios dentro de la propia Federación hay que tener en cuenta que Rusia formó su imperio, no como los países europeos al uso en tierras lejanas, sino de forma contigua a la “madre patria”. A ello se une el propio sentido nómada del nacimiento de la nación rusa, a finales del primer milenio de la era cristiana; el sentido de nación está unido más a un pueblo que a una tierra concreta. De hecho el primer estado ruso nace en tierras de la actual Ucrania, para luego desplazar el centro muy al Norte, a Novgorod, y más tarde a Moscú. Esto provoca que cualquier intento de descolonización, o algo parecido, haya de ser muy complicado. Ya en el terreno del inconsciente colectivo, está el mesianismo ancestral de Rusia, bien sea como la “tercera Roma”, como patrón de todos los eslavos, o como patria universal de todos los proletarios. Aunque ahora el objetivo sea más modesto, simplemente seguridad geoestratégica, si hemos de hacer caso a Putin, esta conciencia, antes o después, da lugar a enfrentamientos con sus vecinos. Para reforzar este sentimiento, a pesar de lo sanguinario del régimen de Stalin, Rusia paradójicamente figuró del lado de las democracias triunfantes frente al totalitarismo al final de la II Guerra Mundial: sin el ejército soviético quizá no se hubiera podido derrotar a la Alemania nazi. Como consecuencia, su dominio se extendió sobre la mitad oriental de Europa. A pesar de que según la propaganda oficial soviética llegaban como libertadores y amigos, lo cierto es que aquel paraíso era tan “perfecto” que tuvieron que colocar muros y alambradas para que no se escapara la gente. Esos años reforzaron el sentimiento antiruso ya existente en países como Polonia. Con todos estos antecedentes, está claro que Rusia no va a tolerar que un poder potencialmente hostil, como es Estados Unidos, con o sin OTAN, se le instale bajo sus barbas, sea en Ucrania o en Georgia.

¿Cómo seguirá desarrollándose este conflicto? Es difícil hacer previsiones. No obstante, ahora pueden estar precisándose múltiples cuestiones: ¿Desarrollará la Unión Europea una política exterior común algún día? Como la respuesta más probable es negativa, y el primer interesado en ello son los Estados Unidos. ¿Ocuparán éstos el lugar internacional de Europa por vía de la OTAN? Si ésta no se implica en conflictos como el actual. ¿Seguirán confiando en ella los países del Este tales como Polonia o las repúblicas bálticas para que les proteja de lo que perciben como peligro ruso?. Y si no ¿Buscarán otro tipo de alianza bilateral con los Estados Unidos? Un escenario muy complejo para pensar que puede quedar resuelto con un simple acuerdo de alto el fuego en el Cáucaso.

Maximiliano Bernabé Guerrero. Toledo.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 19 Agosto 2008.