Hechos, nada más – por Juan Miguel de Mora

La vida del hombre es dura, llena de sinsabores y parca en satisfacciones. Para la inmensa mayoría de la humanidad no existen los goces de la mesa, las delicias de un ocio bien empleado, ni la serenidad del futuro asegurado. Así ha sido siempre para los más de los miembros de nuestra especie.

Pero en el siglo XX la parte de los humanos que obtuvo el buen vivir estaba en Europa y dijo haber logrado el “estado de bienestar”. Todo lo que tienen se debió a la utilización inteligente de las riquezas naturales del planeta, tanto agrícolas como geológicas, por una minoría que por “derecho” de conquista dispuso de esa riqueza, la propia y la ajena. Invasiones, apropiación por la fuerza de territorios, esclavitud, exterminio de los habitantes de tierras invadidas, y coloniaje. Ésa es la historia de cómo Europa llegó a lo que ahora llaman “estado de bienestar”.

Los pueblos que a través de milenios no habían pasado del estado de malestar aún podían producir ganancias para los ricos y, exprimiéndoles hasta la última gota, les vendieron el cine, la televisión y la radio que, por la magia de lo extraordinario, les hizo sacar de la miseria recortes de su escasa comida para pagar las maravillas. Es decir, les exprimieron en su mísera existencia enseñándoles lo mucho que les faltaba para vivir como seres humanos. Ha sido como restregar la cebada en los belfos del caballo hambriento sin dejársela comer.

Pero volvamos un poco atrás: en los países europeos los ricos eran unos pocos y los pobres anhelaban mejorar y sabían que la riqueza de los ricos venía de aquellos países lejanos, aun en los casos en que ya no eran colonias jurídicamente hablando. España es uno de los mejores ejemplos. Los más pobres del campo español, empujados por el hambre, salieron al mundo con ansia de trabajar y eran muy trabajadores. Hora tras hora laboraban sin descanso y así muchos de ellos hicieron fortunas en Latinoamérica que les abrió los brazos y les dio todos los derechos para vivir y trabajar. En México, en América Central, en Perú, en Argentina, etcétera los españoles eran abundantes y muy importantes para el desarrollo de las naciones que les acogieron.

Pero no hay que ir tan lejos ni acudir a fuentes ajenas. Sólo lo que a mí me consta: Durante los años cincuenta y sesenta yo era corresponsal extranjero y España sufría bajo el franquismo. Muchos españoles hambrientos salían en busca de trabajo a otros países. Yo viajaba por mi profesión y muchas veces al llegar a un país europeo veía a los españoles en busca de trabajo haciendo cola en los aeropuertos (por ejemplo en Suiza y Alemania) y una vez hasta me confundieron, en Berna, y me querían poner en la fila de los braceros porque hablaba español. Eso yo lo viví.

Así, pues, España tiene dos etapas de miserables buscando en tierras lejanas el trabajo que no había en su patria: la de América y la de Europa. Pero por lo visto son los españoles (no todos, claro) gente de muy poca memoria. Hay racistas que persiguen a los gitanos, que son tan españoles como ellos, y a los marroquíes que van a trabajar a España y los hay también que menosprecian y ofenden a los latinoamericanos discriminándoles y llamándoles “sudacas”.

No diremos nada de México porque la dignidad nos impide recordar favores. Basta con el resto de Latinoamérica. Pero la Unión Europea acaba de aprobar una norma según la cual un emigrante sin papeles será encarcelado año y medio sin juicio y un niño indocumentado, ¿quizá un mexicano algún día?, (no sé porqué oigo “niños” y me viene a la memoria la palabra “Morelia”) puede ser deportado a cualquier país aunque no sea el suyo. Es decir, puede ser abandonado a su suerte en una nación desconocida.

Ya sabemos lo que es el capitalismo, y todo eso no nos sorprende, es una brizna en su historia de auténticos horrores y el “estado de bienestar”, si se ve cómo está el mundo, es nada más el del capitalismo.

Lo que nos duele, y nos duele mucho, es que, mientras la mayoría de los socialistas en el Parlamento Europeo votaron en contra, de un total de 19 diputados del Partido Socialista Obrero Español 16 votaron por la norma que establece el año y medio de cárcel para inmigrantes y la deportación de niños a un tercer país.

Y me pregunto, ¿por qué luché yo en las Brigadas Internacionales entre 1936 y 1939?

Desde luego no fue por gente como esos “socialistas”.

Juan Miguel de Mora. Ciudad de México.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 5 Agosto 2008.