El tratamiento de basuras que el gobierno local del PP quiere introducir en Alcalá de Henares es la incineración por el método de plasma. Los expertos sobre dicha materia y la Unión Europea definen los diferentes tipos de incineración que existen: por plasma, por gasificación y por pirolisis.
La incineración por plasma es un tratamiento de residuos con altas temperaturas que destruye las moléculas de cuantos elementos son introducidos en sus hornos. Dicho proceso emite residuos líquidos y gaseosos altamente tóxicos y peligrosos para el medioambiente y para la salud de los ciudadanos que vivan cerca de dichas incineradoras como son dioxinas, mercurio y otros metales pesados, así como efluyentes líquidos contaminantes, cenizas de fondo que después hay que enterrar. Otro aspecto negativo son los lixiviados que van directamente a la tierra y a las aguas subterráneas. Aunque algunos pretendan negar las consecuencias nocivas de dichas incineradoras la realidad es que dichas incineradoras son “un atentado a la salud pública, así como una agresión medioambiental”.
Desde hace algunos años se están intentando imponer dichas incineradoras para el tratamiento de residuos urbanos argumentando que son limpias y que a su vez producen energía; dichos fundamentos son falsos. El tratamiento de incineración por plasma requiere mucha energía eléctrica y agua, y si genera energía sería sólo una parte de la que la planta necesitase para realizar el proceso. No es extraño que los intentos de implantación de este tratamiento de residuos se estén encontrando con la resistencia de las poblaciones afectadas. Aún así, las empresas y algunos políticos cantan las bondades de dichas plantas; ¿por qué será?
Los estudios* que ya se han realizado sobre las consecuencias en la salud de las personas y el medioambiente contradicen el beneficio de las incineradoras por plasma. La realidad es que se han detectado efectos perniciosos sobre la población que vive cerca de dichas incineradoras. Dichos estudios han constatado el aumento de cánceres, de alergias, de malformaciones genéticas, de aumento de las afecciones respiratorias. Todo tipo de incineradoras generan contaminantes, sea por plasma, por gasificación o por pirolisis; el nombre es lo de menos, lo que hay que tener en cuenta es el perjuicio que causa en la población en general. En países europeos que han instalado dichas plantas se han detectado altas dosis de dioxinas en la producción lechera de las granjas cercanas y en el suelo. A partir del año 1990, los estudios realizados sobre las consecuencias de los contaminantes han utilizado, entre otros, el método de biomarcadores para medir el daño causado en el ADN de las células humanas. En Suecia un estudio concluye que los trabajadores de dichas plantas están expuestos a mayor mortalidad por cáncer de pulmón, por cáncer de esófago y por isquemia coronaria. Hay otros estudios en Italia y en el Reino Unido de similares características. En California se ha detectado un aumento significativo de leucemias en los niños que viven cerca de las incineradoras. La incineradora por plasma más grande está ubicada en Japón y es de tecnología estadounidense. En EEUU se está trabajando en una planta de dichas características para quemar residuos nucleares.
Si a los perjuicios humanos y medioambientales hay que sumar que dichas plantas necesitan una gran cantidad de energía y de agua para quemar los residuos, las preguntas que podemos hacernos son múltiples y de diversa índole. Habrá que pensar que las basuras generan un gran negocio, aunque a veces sean en detrimento de la población. Italia nos ha mostrado hace poco una de las vertientes de dicho negocio. Existen plantas de incineración por plasma, pero éstas son utilizadas para el tratamiento de residuos peligrosos de hospitales o altamente tóxicos. Jesús Rincón, Consejero Superior de Investigaciones Científicas, considera que la incineración por plasma sólo debe considerarse para eliminar desechos peligrosos y radiactivos, pero no para residuos urbanos.
Pero ante una negativa fundamentada surge inmediatamente una pregunta, ¿qué hacer con las toneladas de basura que creamos? La respuesta es: reciclaje y compostaje. El reciclaje ya está siendo introducido entre la ciudadanía y, al parecer, con buenos resultados, aunque hay que incidir todavía más en su separación en origen; en este aspecto las directrices europeas son todavía tímidas. El compostaje se basa en el proceso de descomposición natural de la materia orgánica, aunque controlada. Además de no agredir la salud pública y al medioambiente, cuenta con ventajas económicas y sociales. El compost es una reserva de nutrientes para suelos degenerados y, por tanto, favorece la vegetación y la retención de agua. España está amenazada por una desertización creciente y el tratamiento de basuras urbanas por compostaje y su posterior utilización en la regeneración de suelo sería un valor añadido. La Red Española de Compostaje ha realizado varias jornadas sobre dicho sistema y ha llegado al convencimiento de que el compostaje es el tratamiento de residuos urbanos más idóneo en materia económica, medioambiental y social; el compost, además de poder utilizarse en la regeneración de suelos degradados, ofrece la posibilidad de la conservación de los espacios verdes municipales.
¿Por qué ese interés del gobierno local en poner una macro-planta incineradora en nuestra ciudad? ¿No es bastante que Alcalá de Henares cuente en el periodo estival con índices de ozono negativo que sobrepasan los límites permitidos, además de ser una de las ciudades -junto con la capital- más contaminadas de Madrid? Tendremos que preguntarnos qué hemos hecho los ciudadanos y las ciudadanas de Alcalá para merecer este trato discriminatorio. En definitiva, nos encontramos ante una cuestión de Salud Pública y en ese sentido hay que recordar que Alcalá ostenta, entre otros, el titulo de Ciudad Saludable. ¿De qué nos valen títulos vacíos de contenido?
Pero no solamente es cuestión de rechazar la propuesta de incineradora por el método de plasma para endosarla a otro municipio, el efecto nocivo es el mismo. Oponerse a ella en cualquier lugar poblado es lo más consecuente por los motivos expuestos. Si la Comunidad de Madrid necesita una planta de estas características hágase en un lugar deshabitado en el que no esté proyectada ninguna urbanización cercana, y en la que no se permitan recalificaciones posteriores de suelo.
Debemos pensar en el medioambiente; en él está inmersa la vida de millones de especies, entre ellas la especie humana. Es cuestión de supervivencia. La Tierra, nuestro habitad, se deteriora a pasos agigantados, no contribuyamos más a ello. La macro-incineradora que pretende construir el gobierno del PP en nuestra ciudad, con el auspicio de la Comunidad madrileña, va más allá de proteger la Zona Especial de Protección de Aves (ZEPA); se trata de proteger la biodiversidad de las especies, entre ellas la nuestra.
* Para más información: – noalaincieración.org
Teresa Galeote. Alcalá de Henares, Madrid.
Redactora, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 13 Junio 2008.