Durante esta semana el país ha estado sufriendo una huelga de transportistas que ha paralizado por momentos las principales vías de comunicación por carretera y ha provocado algunos desabastecimientos.
Empezaron con marchas lentas y terminaron cortando vías de comunicación. Las consecuencias han sido colas interminables para entrar en muchas ciudades, desabastecimientos en gasolineras y tiendas de comestibles, y una serie de actos de violencia que se ha cobrado una víctima mortal y otra con importantes heridas. La mano dura anunciada por el Ministerio de Interior a los pocos días no se ha hecho de esperar y decenas de transportistas han sido detenidos.
El aumento continuado del precio del petróleo ha repercutido tanto en los precios del gasoleo que –según los transportistas- ha hecho que los costes superen a los beneficios. A esta causa irrefutable se añade una larga cadena de subcontratación que deja al transportista final con pingues ganancias.
Las negociaciones con el gobierno, que han arrojado una serie de beneficios fiscales y una subida porcentual de los ingresos en función de la subida de los precios del gasoleo, para muchos de ellos no han servido de gran cosa. Los transportistas se aferran a un precio mínimo por transporte, tal como existe en Francia y Bélgica, pero el gobierno lo rechaza por haber un libre mercado que asigna los precios en función de la oferta y la demanda.
Para añadir más tensión al conflicto los pescadores se han declarado en huelga por la misma razón que los transportistas. Pescadores y agricultores han protagonizado al lado de los antidisturbios escenas de elevada violencia ante las cámaras. Los taxistas, en medio de negociaciones, también han ido a la huelga.
El trasfondo de estos acontecimientos, más allá de un exceso de oferta y un mercado liberalizado en el que participan trabajadores extranjeros a bajos precios, es el incremento continuado del precio del petróleo. Éste no para de aumentar por la elevada especulación que se da en las bolsas del sector, y –lo que es más preocupante- por acercarse a su límite de oferta. Países emergentes como China y la India importan cada día más petróleo y la oferta de los países productores a lo sumo se mantiene.
Difícil solución se divisa en el horizonte. El gobierno debería empezar a tomar nota de lo que parece que va siendo los primeros visos de una crisis energética. Para lo que respecta a las complicaciones de estos sectores en huelga el gobierno debería cuanto menos impedir que las perdidas las paguen los consumidores finales. Antes de llegar a esa situación la larga cadena de intermediarios debe de reducir su beneficio.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 13 Junio 2008.