Barry Lyndon – por Francesc Sánchez

Titulo original: Barry Lyndon
Nacionalidad: Británica
Año: 1975-1976
Dirección: Stanley Kubrick
Guión: Stankey Kubrick, basado en la novela The Luck of Barry Lyndon de William Makepeace Thackeray.
Interpretación: Ryan O’Neal, Marisa Berenson, Patrick Magee, Ardí Krüger, Steven Berkoff, Gay Hamilton, Marie Ken, Diana Körner, Murray Melvin.
Música: Leonard Rosenman.

Stanley Kubrick en el año 1975 nos presenta la película Barry Lyndon, el ascenso y la caída de un joven irlandes en la Europa del siglo XVIII. Desde un principio quedaremos atrapados por una increíble ambientación que se iniciara en Irlanda, una de las tierras más pobres del momento y origen de nuestro protagonista, Redmond Barry: un jovenzuelo que, tras la muerte de su padre y tras sufrir un desengaño amoroso, decide probar fortuna lejos del campo.

Los derroteros le llevaran a ingresar en el ejército ingles, donde será instruido en el arte de la guerra, y en donde contara con la ayuda de un capitán, que actuara como su protector. Juntos serán destinados al continente para combatir en la Guerra de los Siete Años: una serie de conflictos internacionales que se desarrollaron entre los años 1756 y 1763, para establecer el control sobre Silesia y por la supremacía colonial en América del Norte. Esta guerra a Redmond Barry, evidentemente no le motiva demasiado, y por ello tras la muerte de su protector decide desertar: con un uniforme de un oficial tomado prestado recorre libremente todo el territorio hasta que el ejército prusiano de Federico II le termina descubriendo, y le invita cortésmente a ingresar en sus filas. El ejército prusiano a diferencia del inglés es más marcial, sus oficiales en gran número tienen un linaje noble, y ante las faltas los castigos corporales son frecuentes. Redmond Barry en plena batalla tiene la oportunidad de salvar la vida de su superior y es condecorado por ello, públicamente con unas cuantas monedas, y privadamente con un nuevo trabajo, está vez como policía, en una misión secreta: deberá de informar puntualmente de todos los movimientos que haga un noble extranjero, sospechoso de espionaje. El desenlace de su misión no lo desvelaremos, tan solo diremos que nuestro protagonista cambiara nuevamente de trabajo, esta vez será jugador profesional, visitando los salones pudientes y de moda de gran parte de las naciones europeas: las mismas que mandaban a sus jóvenes a luchar en este tipo de guerras que antes hemos descrito. El ascenso definitivo de Redmond Barry llegara cuando conoce a Lady Lyndon, una joven noble casada con un hombre mayor y enfermo, representante de la Corona Inglesa en multitud de países de segunda clase.

A partir de ahí la situación social y económica de Redmond Barry, mejorara ostensiblemente, se casara con Lady Lyndon, llevara a partir de ahora el nombre de Barry Lyndon y tendrá un hijo, pero su derroche –y hasta cinismo- le enemistara desde un principio con su hijastro. Nuestro protagonista vive en la opulencia pero depende para todo de su mujer, y es en esas circunstancias que aconsejado por su madre, tratara de obtener a cualquier precio un titulo nobiliario. Redmond Barry organizara todo tipo de fiestas y encuentros con personas influyentes, e incluso será presentado al rey Jorge III, pero todo será en vano: Barry le cuenta que ha formado una compañía para luchar en América y el monarca le invita a que forme otra y se vaya con ella. Tras esto las desgracias parecen venir de la mano, primero con un enfrentamiento físico con su hijastro, que le llevara a perder las amistades, y luego con la inesperada muerte de su hijo. Hundido en el sufrimiento, Redmond Barry, será citado por su hijastro a un duelo para que éste obtenga por todas las ofensas, satisfacción.

En Barry Lyndon los temas de fondo tal como hemos visto son múltiples. El más visible quizá sea la aparente facilidad que había en el siglo XVIII para cambiar rápidamente de clase social. El joven Redmond Barry llego a codearse entre la clase más opulenta, pero muchos miembros de esta misma clase, terminaron en la bancarrota. Algunos de ellos, con deudas de juego, antes de reintegrar lo debido y ante la ofensa, se batían en duelo para pedir satisfacción. Este recurso del que Kubrick da unas cuantas muestras en la película fue tan frecuente, que entrados ya en el siglo XIX y ante el importante número de muerte de notables, fue prohibido. Es de destacar también en la película el retrato que hace de los ejércitos ingles y prusiano: mientras el primero parece una corte de colegiales el segundo parece ser mucho más serio con semblante marcial. Los ejércitos en el siglo XVIII fueron reformados por las exigencias del momento: tanto en las colonias de ultramar como en el continente por primera vez empezaron a verse ejércitos permanentes, bien armados, y bien uniformados. En el caso del ejército prusiano puede llegar a decirse que fue la columna vertebral del estado, ajustándose el resto de engranajes del funcionariado, a la guerra y la conquista: sin las que por cierto Prusia probablemente no se habría mantenido como nación.

En síntesis el retrato que hace Stanley Kubrick del siglo XVIII, aunque lógicamente se ajuste a las aventuras y desventuras del protagonista, es una buena muestra de lo que fue esa época en la que empezaban a entrar las luces de la Ilustración, desde los salones ilustrados con música de cámara o mesas de juego, hasta la irrupción de los Parlamentos –como es el caso del inglés, en donde Jorge III es un monarca con mucho menos poder- a la ascensión de los despotismos ilustrados –como es el caso de Federico II de Prusia-. Una época en donde unos cuantos ordenaban marchar a la batalla mientras vivían opulentamente en sus grandes mansiones, y otros –la mayoría- iban a la batalla, o se morían de hambre.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 11 Febrero 2008.