A vueltas con la Constitución europea – por Edmundo Fayanás

La canciller alemana Angela Merkel se ha planteado reflotar el proyecto de constitución europea, que queda paralizado por el No francés y holandés. Piensa que el período de reflexión ha terminado y que hay que darle una salida al estancado proyecto europeo. La realidad es que el destino del Tratado constitucional de la Unión Europea preocupa muy poco a los ciudadanos.

Dudo, que los políticos europeos hayan reflexionado mínimamente, pues no he leído una sola crítica sobre el texto constitucional y lo que se ha estado buscando son explicaciones de lo más peregrinas para justificar el fracaso constitucional. A ello hay que unir, que la práctica política realizada ha sido la misma que ha originado la crisis, con lo cual las esperanzas en el nuevo texto que elaboran serán mínimas, siendo una continuación de la anterior con pequeñas modificaciones.

Hay una realidad evidente y es que el proyecto de construcción europea está en crisis. Ésta se ha ido gestando durante años, cuando se abandonan las políticas socialdemócratas para abrazar el neoliberalismo en el proceso de construcción europea, donde todo es dominado por el mercado. Los proyectos neoliberales atacan directamente el modelo social europeo, al que consideran como un gasto económico inasumible por lo cual lo intenta destruir. Por eso vemos, que tras las grandes palabras constitucionales que nos presentan, nos pretenden imponer el modelo neoliberal que va en contra de la mayoría de la población.

Es bueno recordar, que cuando se convocaron los referéndums, de forma sutil nos amenazan que de no aprobarse dicha Constitución se paralizara la economía, se dejará de crear empleo, se alentaran los egoísmos nacionales. Incluso el secretario general de CCOO, José María Hidalgo nos decía “que se desconstruirá Europa”. Dos años después nada de esto ha sucedido, salvo su función de brujos de la democracia para que se votara lo que a ellos les interesa.

Ahora Zapatero se presenta como adalid del proyecto constitucional antiguo, haciendo gala de su retrogrado social liberalismo. No sé muy bien de que se siente orgulloso nuestro presidente, pues en el referéndum no votó ni la mitad de la población española y escasamente el 40% de la población la apoyo. Por cierto, en una de las campañas más indignas que una democracia pueda asistir, donde no se dieron debates y los que defendimos el No fuimos absolutamente apartados de los medios de comunicación.

Las políticas, que se están llevando en toda Europa, siguen este modelo neoliberal que significa la reducción de impuestos (que nos lo presentan como una medida progresista cuando es lo más retrógrado pues hace a las sociedades más desiguales), en consecuencia disminución del gasto público, fundamentalmente de los servicios sociales, privatización de servicios públicos, precarización en las relaciones laborales, etc.

Con estas políticas neoliberales asistimos a un crecimiento espectacular de las rentas del capital y a un retroceso de los salarios con lo que profundizamos en la desigualdad social.

En consecuencia, la crisis del proceso de construcción europea no es por Francia y Holanda, que dijeron No, sino por la orientación neoliberal que desarrolla la Unión Europea. Por tanto, el intento de reflotar el proyecto constitucional que plantea Angela Merkel está abocado al fracaso, porque el problema radica en como abordar y corregir la deriva neoliberal, que se distingue por su carácter antidemocrático y antisocial del proyecto.

Como dice Vicenç Navarro, no es racista el más ignorante sino el más inseguro y hay hoy mucha gente insegura en los mercados laborales europeos, que percibe de forma exacerbada la continua expansión generadora de mano de obra barata que compite por un número limitado de puestos de trabajo.

En su idea de relanzar el tratado, se acaban de reunir en Madrid los representantes de los que han ratificado la Constitución, que suman entre todos 274 millones, de los cuales solamente el 15,3% fueron convocados a referéndum (caso de España), los demás no lo hicieron porque temían perderlo en las urnas y lo pasaron por el Parlamento. Actualmente hay 211 millones de europeos que todavía no lo han ratificado. Los que consideramos que se ha de ir a los Estados Unidos de Europa consideramos que debe haber una Constitución europea, pero no ésta.

¿Qué constitución propondríamos? Una que coloque a la ciudadanía por encima del Estado, igual que se hizo en la Ilustración que se reemplazó a la divinidad por el hombre como epicentro político. Todos los asuntos importantes se tomen a través de referéndum, acabándose con el principio de que la burocracia europea pase de la población.

Es imprescindible someter a regulación el mercado europeo, donde exista un salario mínimo en todos los Estados de la UE, como medida imprescindible para regular el mercado interior y que los europeos dejen de estar expuestos a una falta de seguridad social permanente.

La democracia debe entenderse no como un acto formal, sino como una forma de gobierno que no desprecie los intereses de la mayoría de la población.

Un texto corto que permita a los Estados miembros regularse por unos principios generales de actuación conjunta, sin necesidad de especificar todos los detalles de forma pormenorizada. En ella se deben recoger el carácter social del Estado y los deberes de la propiedad con el bien común.

El Banco Central Europeo debe cambiar su estructuración actual para que practique una política económica que no sólo vele por la estabilidad monetaria sino que esté obligado a promover el crecimiento y el empleo. Es claro y necesario este cambio y que no justifica su actual política de aumento de los tipos de interés.

Hay que acabar con el pacto de estabilidad presupuestaria y debemos ir a un proceso de armonización fiscal europea, no sólo en cuanto a los impuestos indirectos (IVA) sino también en los impuestos directos sobre ingresos, el patrimonio o el rendimiento de los intereses.

Se debe consolidar la figura del ministro de Asuntos Exteriores europeo, esto debe llevar a una única política, en el que el derecho sea igual para todos, así como la de defensa del derecho internacional y del tratado de no proliferación nuclear. Una política exterior y de defensa autónoma que no se convierta en peón subalterno de los norteamericanos.

La cuestión fundamental no es como reflotar el Tratado Constitucional sino como elaborar otro que corrija las causas del fondo de la crisis, que no son otras que el carácter antidemocrático, neoliberal y antisocial del proyecto.

Zapatero se equivoca al pretender resucitar un proyecto que está muerto y que dada su ideología debería haber rechazado. Está claro que en su social liberalismo, ha abandonado lo social para quedarse con lo más retrogrado del liberalismo.

Los españoles deberíamos fomentar y tender puentes por una nueva Constitución que nos lleve a los Estados Unidos de Europa, pero que recoja los principios anteriormente expuestos, donde los ciudadanos seamos los que decidamos y no los burócratas como hasta ahora. Reafirmemos nuestra oposición al actual reflotamiento constitucional y sí a otra Constitución que nos dé el protagonismo que reclamamos.

dmundo Fayanás Escuer. Pamplona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 16 Febrero 2007.