El opio y todas las sustancias narcóticas ilegales han jugado un papel histórico, tanto en el aspecto económico como en el de las relaciones internacionales.
Desde el siglo XVIII, los ingleses, portugueses y belgas compartieron grandes intereses en el comercio y el tráfico de narcóticos. El opio ha sido parte integral del comercio europeo y permitió afianzar las economías de bastantes países.
El comercio del opio ha sido fundamental en el desarrollo de Gran Bretaña. La adición al opio fue usada por los ingleses para explotar a los asiáticos. Los beneficios que obtenían fueron tan importantes que llegaron al punto de declarar la guerra a China para dominar el comercio del opio.
El imperio chino prohibió, en 1799, importar opio, pero los británicos ignoraron esta medida y siguieron comerciando con los chinos, haciendo todavía más negocio porque su precio al estar prohibido se elevó.
El valor de las exportaciones del opio, en 1830, había superado las de té. El gobierno chino impuso, en 1838, la pena de muerte a todos los que traficaran con opio en China.
Como consecuencia de esta medida, los británicos declararon la guerra a China en 1839 (Iª guerra del opio), donde los chinos fueron derrotados, teniendo que firmar el Tratado de Nanking (1842); significó una mayor explotación económica del país. Lord Palmerston, primer ministro británico, declaro al final de la Iª guerra del opio:
“No hay duda que este acontecimiento, que conformará un hito en el progreso de la civilización de las razas humanas, concede las ventajas más importantes para los intereses comerciales de Inglaterra”.
En la IIª guerra del opio (1856), China fue también derrotada, suponiéndole una mayor explotación por parte de las potencias extranjeras, incluyendo el establecimiento de tropas coloniales en Pekín, y la cesión de Hong Kong al Reino Unido y Macao a Portugal.
El cultivo del opio fue introduciéndose posteriormente en el suroeste asiático, en la región del Siam, Laos Tailandia y Myanmar. Después se introdujo en Afganistán como consecuencia del comercio británico en esta zona de vital importancia geoestratégica como tapón de los rusos. A raíz de la ocupación soviética en Afganistán y la consiguiente guerra (década ochenta/noventa del siglo XX) se impulso en el país la introducción a gran escala del cultivo del opio, favorecido y apoyado por la CIA norteamericana y el ISI pakistaní.
El gran comercio del opio impulsado históricamente por los británicos es la base para el gran negocio actual en Afganistán. Este país produce el 92% de la heroína que se consume en el mundo.
Si analizamos las cifras del movimiento de drogas del año 2003, supone la tercera mercancía con mayor valor en el mercado mundial tras el petróleo y la venta de armas. Las drogas ilegales siguen abarcando una parte muy importante del comercio internacional, que siguiendo los últimos informes de la ONU, lo cuantifican económicamente en más de 600.000 millones de dólares anuales.
Por su parte, el Fondo Monetario Internacional estima que el dinero que se blanquea, ronda entre el 2 y el 5% del PIB mundial, eso significa entre los 600.000 y un billón quinientos mil millones de dólares. Estas cantidades son mayoritariamente blanqueados en los sistemas financieros norteamericanos y europeos.
Actualmente las drogas ilegales son un instrumento de la política exterior norteamericana y europea, junto a los intereses financieros de los grandes bancos. Los últimos grandes conflictos que hemos vivido en el mundo, el narcotráfico ha jugado un papel importante. Siguiendo a Jonathan Marshall y a Meter Dale Scout, en su libro “Cocaine politics: drugs, armies and the Cia in Central American” dicen:
“Defendemos que las operaciones secretas de Washington en el exterior han sido un factor importante para generar cambios en las pautas globales de flujos de drogas hacia Estados Unidos y como ejemplo de las preocupaciones centrales de este libro, citamos la proliferación de heroína generada en Vietnam en los setenta y en Afganistán en la década de los ochenta del siglo pasado. La explosión del tráfico de cocaína en América Central en los años de Reagan, facilitó las operaciones secretas de la administración para derrocar a los sandinistas nicaragüenses (Irán-contra)”.
La proliferación de drogas ilegales de una forma desproporcionada también se vio en Euskadi en la década de los setenta y ochenta, como forma de lucha política y de debilitamiento del tejido social de ETA.
Afganistán junto a Colombia son los mayores países productores del mundo, creando así una floreciente economía que beneficia a los altos estamentos del poder económico y político, perjudicando la salud de millones de personas que provoca grandes dramas humanos. Pero esto no importa, sólo interesa el Dios Dinero. Veamos.
Afganistán, como hemos visto, fue durante la ocupación soviética un centro fundamental del opio. Con la llegada de los talibanes al poder disminuyó su producción hasta en un 90%. Cuando se plantea la invasión de este país para derrocar a los talibanes, Tony Blair la justifica diciendo:
“Las armas que los talibanes están comprando se pagan con las vidas de los jóvenes británicos que están adquiriendo las drogas (afganas) en las calles británicas”.
Con la caída del régimen taliban y la llegada de norteamericanos e ingleses, junto a la OTAN, se ha producido un aumento espectacular en la producción del opio, llegando a unos niveles históricos máximos de producción. La OTAN con esta permisividad se ha convertido en cómplice de la mayor producción de drogas y actividades criminales.
Resulta pues irónica la anterior declaración de Blair porque son las tropas británicas y de la OTAN las que están permitiendo la gran producción de opio. Blair es culpable de negligencia y del sacrificio de centenares de vidas británicas.
Si no es suficientemente esclarecedor el tema de Afganistán veamos el de Colombia. Para Estados Unidos, Colombia tiene un papel geoestratégico fundamental en su dominio del mundo y para justificar su presencia diseño el llamado “plan Colombia”, que pretende luchar contra el narcotráfico de cocaína. Cinco años después de su aplicación con el gasto de millones de dólares y la implicación de militares norteamericanos, no sólo no ha disminuido su producción sino que ha aumentado.
El ex presidente colombiano Cesar Gaviria Trujillo, y actual secretario general de la Organización de Estados Americanos, declaró:
”Si los colombianos son el pez grande del comercio de la droga, entonces los estadounidenses son la ballena”.
Personaje que no es ningún revolucionario y que deja claro quien manda en el tema de las drogas
Si alguna vez abren los archivos de la CIA sobre estos temas, será sonrojante comprobar sus actuaciones. Como vemos el narcotráfico es una actividad mercantil y comercial que da grandísimos beneficios a los sectores financieros y políticos.
Esto hace que en la lucha contra el narcotráfico no se avance porque desde el poder no interesa esa lucha salvo la que permite salvar la apariencia ante la opinión pública. Esta política tiene un coste social, humano, sanitario, sobre muchos millones de personas en todo el mundo que son utilizados como conejillos para el mayor enriquecimiento personal de unos cuantos supuestos defensores del neoliberalismo.
Como hemos visto, el opio ha sido utilizado históricamente por unos pocos, no importándoles ni los seres humanos, ni las corrupciones que generan, ni el empobrecimiento de los sistemas políticos. Mientras desde el poder no se decida que esto debe de acabar, solo veremos acciones hacia la galería pero nunca una acción seria y definitiva para acabar con esta lacre mundial.
La alternativa pasa por conseguir un poder suficientemente fuerte y honesto que represente los intereses de la mayoría y no la de unos pocos como hasta ahora. El poder político actual no nos sirve y debemos ir planteándonos otro tipo de gobierno y de poder si queremos solucionar este gravísimo problema.
Edmundo Fayanás Escuer. Pamplona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 28 Noviembre 2006