En Incitación a la anarquía no dejé títere con cabeza en la clase política catalana, ahora voy a hacer justo lo contrario, pues es el momento de reaccionar, y romper de una vez por todas con las injerencias. Así de claro.
Los conservadores de Convergència i Unió han ganado las elecciones, pero Artur Mas no podrá ser presidente porque no dispone de la mayoría absoluta necesaria en el Parlamento. El escenario que se ha abierto tras las elecciones muestra tres mayorías capaces de hacerse con el poder de la Generalitat.
La primera es un gobierno entre los conservadores de Convergència y los republicanos de Esquerra. Un frente semejante, haría imposible desarrollar las medidas sociales que inició el anterior ejecutivo, y que tras la aprobación del nuevo Estatuto podrían incrementarse notablemente.
La segunda mayoría posible es la llamada sociovergencia. Un gobierno entre los socialistas y los conservadores que, como en el anterior caso, haría presidente a Artur Mas y, en el mejor de los casos, arrojaría una suma de zero; a costa de sacrificar no solo la figura de Pepe Montilla si no la propia autonomía del partido socialista catalán.
Finalmente tenemos la repetición del acuerdo tripartito con las formaciones políticas catalanistas y de izquierdas. Un duro golpe tanto a Artur Mas como a los conservadores, pero que en la actual coyuntura se autojustifica con la importante subida en votos de Iniciativa: fuerza política que sin tapujos en todo momento ha defendido la reedición del tripartito.
Ahora hagamos un pequeño repaso a las cifras, y seamos sinceros para constatar que salvo Iniciativa y un nuevo partido que no se sabe muy bien qué és y de que van, todos han salido derrotados.
La abstención ha castigado el nihil papel de la derecha española y la falta de autonomía de Piquer, las extravagancias de Esquerra, el bajo perfil de Pepe Montilla, pero también el pacto medieval entre Zapatero y Mas. Ésta última cuestión es importante remarcarla porque en ella se encuentra codificada una incomprensión, una injerencia, una ruptura, y un desencanto que no se olvidan. Y no me estoy refiriendo a una fotografía, aunque hay algunas, como aquella de las Azores con Bush, Blair y Aznar, que para muchos sigue teniendo importancia.
Pero este no es el momento para que la clase política catalana se lamente, iniciando una nueva competición para querer presentarse como los peores políticos españoles, aunque esto a todas luces sea mentira. Nosotros el pueblo, ya sabemos que pueden ser si se lo proponen unos impresentables. Es el momento pues, para que se ganen el sueldo asumiendo sus responsabilidades, cumpliendo su compromiso de representar a los ciudadanos en el Parlamento. Y si no, a la calle. El asunto pues parece claro.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 3 Noviembre 2006.