Turquía y el problema del agua en Oriente Medio – por Edmundo Fayanás

La gran potencia hídrica de esta zona es Turquía, que ha realizado grandes regulaciones de agua, destacando sobre todo la construcción de la presa de Ataturk (que es uno de los embalses más grandes del mundo) que permite producir una cantidad ingente de energía hidroeléctrica, necesaria para su desarrollo industrial y agrícola. Al mismo tiempo, esta obra ha sido, y es, un foco de conflicto permanente con sus vecinos, Siria e Iraq, por la disminución del caudal que implica esta obra. Estos países han movilizado alguna vez sus ejércitos en defensa de sus derechos hídricos del Eufrates y el Tigris.

Podemos calificar a Turquía como un país rico en agua muy alejado de lo que se da en el resto del Oriente Medio. Se calcula que el suministro total de agua disponible pasa de los 193 km3. Esta cantidad dividida por los setenta millones de turcos de 2005, nos da unos 2.800 m3 por persona/año, por encima del nivel del estrés hídrico.

Sin embargo, su población está creciendo muy rápidamente, previéndose que aumentará a unos ochenta millones, para el año 2025, lo que provocará una reducción de su disponibilidad a unos 2.400 m3/año. La mayor parte de los hidrólogos turcos calculan que el volumen real hídrico disponible es de unos 45.000 millones de m3, lo que reduce sustancialmente su uso quedando en unos 1.800 m3 por persona y año, esto sigue siendo una cantidad adecuada pero ya no tan abundante como se ha tenido anteriormente.

Ilter Turam (hidrólogo), afirma: “Se espera que el consumo de agua subirá rápidamente en los años venideros. Esto se debe a que el gobierno turco pretende hacer una serie de programas de riego que aumentará la presión de la demanda sobre los recursos hídricos de la nación. El país se está urbanizando rápidamente y la expansión de la base industrial creará nuevas y adicionales necesidades de agua”.

La cantidad de agua de que dispondrán sirios e iraquíes continuará menguando anualmente, debido al fuerte crecimiento de su población y a un mayor desarrollo de la zona. Las obras hidráulicas diseñadas por Turquía empeorarán la situación hídrica de estos dos países. Los planes, que los sirios están desarrollando, ponen en peligro el suministro a Iraq. Turquía es la potencia regional dominante tanto económicamente como militarmente, de ahí las dificultades para un conflicto militar.

Ilter Turam afirma que “cuando la renta per cápita llegue a los diez mil dólares anuales, Turquía necesitará toda el agua disponible, y en consecuencia, menor será la cantidad que llegará a Iraq y Siria”.

El mayor consumo hídrico se debe al gran plan hidráulico que se está desarrollando en el sudeste de la península de Anatolia, con un conjunto de 22 embalses, que tiene un coste previsto de 32.000 millones de dólares. Todo ello con una red auxiliar de canales de riego, pequeñas y grandes presas que regarán unas 1.700.000 Ha. De las cuales, 1.100.000 Ha están en la cuenca del Eufrates y 600.000 Ha en la del Tigris. El proyecto afecta a unos 74.000 km2 y cambiará la vida de casi cinco millones de turcos.

Se construyen en este conjunto de embalses unas diecinueve centrales hidroeléctricas que generarán más de 27 millones de kw/h de electricidad, aumentando en un 40% la potencia eléctrica actual de Turquía, lo que permitirá un mayor desarrollo económico.

En un principio, se pensó que todas estas obras estuvieran acabadas para finales del siglo XX. Las últimas estimaciones prevén el final de su construcción para el año 2010. Los ríos Éufrates y Tigris nacen en Turquía, que sostiene que son de su soberanía todas las aguas que se originan en su territorio. Siria se encuentra en la mitad del recorrido de estos ríos, aduce el principio del uso previo, e Iraq el principio de soberanía.

Todo esto se complica más con la existencia del pueblo kurdo, en cuyo territorio está el nacimiento de los dos ríos. Los kurdos llevan muchos años con una guerra de desgaste, luchando por su independencia respecto de Turquía, lo que dificulta mucho más la situación hídrica, pues sostienen que esa agua es suya y no de los turcos. Como vemos, las reclamaciones y demandas de los tres países por el tema del agua, se unen a los conflictos étnicos y a la memoria histórica de estos, haciendo que muchas de las soluciones sean incompatibles entre ellos.

Siria pierde el 40% de las aguas del Eufrates con este proyecto, en un momento que su población crece fuertemente a un ritmo del 3,5% anual, empezando a plantearse que no tendrá agua suficiente para cubrir sus necesidades y tiene difícil la desalinización porque no es un país económicamente potente.

Mijail Wakil, estudioso de los temas hídricos, dice: “Siria experimentará un déficit hídrico que no dejará de crecer y tendrá graves consecuencias para su desarrollo social y económico. Está gestándose en Oriente Medio una crisis de agua que crea las condiciones para que en el futuro haya conflictos”.

Se calcula, que para el año 2010, la agricultura siria necesitará cada gota de agua de sus recursos hídricos disponibles, con eso solamente conseguirá mantener la producción per cápita de alimentos, no quedando nada para la industria y el uso urbano, con lo que el déficit está asegurado.

El consumo conjunto de Turquía, Siria e Iraq superará el suministro total en 18.300 millones de m3 al año en el río Éufrates y los 5.000 millones de m3 anuales en el Tigris.

En 1987, se firmó un acuerdo por el que Turquía aceptó proporcionar constantemente 500 m3 por segundo en la frontera de Iraq, algo que de ninguna forma podrá hacerse cuando el conjunto de presas este terminado. Siria e Iraq también lo firmaron pero siguieron insistiendo en que esta cantidad dista de ser suficiente, cifrándola en 700 m3 por segundo lo que necesitan cada uno, que representa dos tercios del caudal del río.

En 1990, se acabó el embalse de Atatturk y había que llenarlo. Turquía en contra del acuerdo de 1987, paró por completo los 500 m3 por segundo que había pactado con los dos países ribereños durante un mes entero, lo que provocó protestas furiosas pero inútiles de los dos países, pues los dejó prácticamente sin agua.

El bajo nivel actual del Éufrates, agravado por su mala calidad, debido a las escorrentías cargadas de pesticidas agrícolas, contaminantes químicos y grandes dosis de sales, ha obligado en más de una ocasión a los sirios a recortar drásticamente el suministro a sus grandes ciudades de Damasco y Alepo por la insalubridad de sus aguas. La capital está a menudo sin agua por la noche. Su sistema de distribución urbana llega a perder hasta el 35% de la que transporta por falta de un mantenimiento adecuado, lo que también provoca una peor calidad en sabor y en garantías sanitarias.

Iraq ante la grave situación hídrica que se vislumbra propone que el caudal anual del río debe repartirse de la siguiente manera: Turquía debe quedarse con un tercio y los dos tercios restantes serán compartidos por Siria e Iraq.

Siria por su parte propone que el reparto debe atenerse a una fórmula simple, donde cada país presente sus demandas y si el total demandado por cada país sobrepasa el suministro total, se deduce una cantidad de la solicitada expresamente de cada país, en la misma proporción que hay entre éstas. Esta fórmula lleva irresistiblemente a la idea de exagerar y engañar en sus necesidades reales.

En 1990, Siria e Iraq firmaron un acuerdo entre ellos para compartir el Eufrates, el 52% para Iraq y el 48 % para Siria, pero el gran problema es el gasto hídrico de Turquía.

Si Siria se queja del comportamiento turco con los dos ríos anteriormente expuestos, los sirios hacen lo mismo con el río Orontes, que nace en el Líbano, atraviesa Siria hasta llegar a la región de Hatay (Turquía), provocando fuertes disputas por sus aguas entre Siria y Turquía. Durante años, Siria logró convencer al Líbano de que no actuase sobre este río, quedando así la mayor parte de su caudal para su uso. Este río llega a todos los efectos seco cuando entra en Turquía, con un pobre caudal de 25 m3 por segundo, de un potencial de 1.200 m3/seg, siendo utilizados exclusivamente por Siria. Ha sido imposible ponerse de acuerdo sobre este río.

Entre otras soluciones hídricas que se barajan para solucionar la sed en Oriente Medio esta la que Turgut Ozal (fue presidente turco) ofreció, el llamado “trasvase de la paz”,que llevaría agua a los países sedientos del Oriente Medio, pero la idea no cuajó por las muchas dificultades políticas que entrañaba.

El desarrollo del llamado trasvase de la paz constaría de dos ramales, que supondrían unos 6.500 km de longitud, llevando más de 2.000 millones de m3 al año de los ríos turcos Cayhan y Seyham, que desembocan en el mar Mediterráneo.

La rama occidental llevaría agua a Siria, Jordania y al oeste de Arabia Saudita, para llegar a Yeddah y La Meca. El ramal oriental serviría a Kuwait, al este de Arabia Saudita, Barhein, Qatar, los emiratos y Omán. Las conducciones estarían enterradas a dos metros bajo el suelo y atravesaría los desniveles montañosos por medio de túneles especiales. Se calculó que se tardaría unos quince años en construirlo y su coste rondaría los 20.000 millones de dólares de 1998.

También se estudió la posibilidad de transportar agua del río Manavagt a Israel mediante las llamadas bolsas medusas de Cram. Para ello se pensó en el agua de Manavagt, donde hay dos enormes lagos en la montaña, sin salida prácticamente sólo posibles a través de un canal excavado en la roca. Más abajo, la ciudad del mismo nombre vierte sus aguas residuales sin depurarlas, pero hasta ese punto el agua está limpia. Corriente arriba no hay agricultura, que es un problema enorme para el agua dulce, con lo que el agua sanitariamente es perfecta. La Tahal (la agencia israelí del agua) estudió la situación turca en esta zona y declaró que era adecuada, así como la técnica de las bolsas medusa de Cram.

Israel solicitó a Turquía una garantía o prueba de que se comprometía a enviar agua. Turquía nunca llegó a ofrecer esa garantía.

Como vemos, la situación hídrica de la zona es muy preocupante y con una tendencia a agravarse debido al mayor consumo que se produce por el aumento del desarrollo económico de la zona y a la fuerte explosión demográfica. Las soluciones son complicadas porque además de los déficits hídricos entran a jugar grandes diferencias políticas, diferentes modelos económicos, problemas étnicos etc. Podemos concluir que esta zona seguirá siendo muy conflictiva y el agua será uno de sus factores fundamentales.

Edmundo Fayanás Escuer. Pamplona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 27 Octubre 2006.