Esto es lo políticamente correcto – por Juan Miguel de Mora

El 18 de julio de 1936 España estalló en sangre.
Y cuarenta años de victoria vengativa e implacable (que no de paz) deformaron de tal forma la realidad de entonces que una gran parte de los españoles vive todavía bajo el influjo de una historia de mentiras que impide un conocimiento correcto y preciso de lo que sucedió y de sus secuelas, aun vigentes en gran parte.

No es verdad que la situación de entonces hiciera inevitable el golpe de estado que desencadenó la guerra civil. Esa es una de las mentiras mas divulgadas por el franquismo y los fascistas que le apoyaron. Y tampoco es cierto que el asesinato de Calvo Sotelo desencadenase la reacción militar. El levantamiento militar estaba planeado desde mucho antes con el apoyo de los jerarcas de la Iglesia y su objetivo era cortar de tajo la posibilidad de una democracia que afectaría los privilegios y los intereses de la clase ultraconservadora del país.

Pero lo que hizo más grave el crimen contra España fue la decisión de los sublevados, tanto militares como falangistas y requetés, de eliminar físicamente a sus adversarios políticos, decisión de una barbarie que difícilmente tiene parangón en la historia moderna, salvo en la Alemania de Adolfo Hitler, ejemplo universal de bestialidad y horror. De esto hay pruebas al alcance de quien se interese por la verdad y citaremos sólo tres: Primera: El hecho de que en las ciudades en las que nadie se opuso al golpe militar-fascista (como Burgos, por ejemplo) se procedió al asesinato de numerosas personas por el delito de pensar diferente. Segunda: Que los sublevados contra el gobierno legítimo llegaban a cada pueblo y a cada ciudad con la lista de las personas que iban a asesinar y Tercera: El ensañamiento con los vencidos del que es un buen ejemplo lo que hicieron en Badajoz.

De lo anterior se deduce claramente que si el gobierno legal se hubiese entregado sin combatir a los sublevados se habría aplicado el mismo sistema de asesinatos que en Burgos y otras ciudades en las que no hubo lucha ni resistencia, es decir, el mismo que incluyó asesinar a muchos militares, incluidos varios generales, por el “delito” de no haberse unido a la rebelión.

En cuanto a los asesinatos sin control ni participación del gobierno ocurridos en el territorio republicano, pero que al año de guerra ya estaban suprimidos por las autoridades basta una ligera reflexión para entenderlo: La rebelión del ejército y otras instituciones de las que garantizan el orden dejó al gobierno sin medios de defender la legalidad y ante la necesidad de repartir armas al pueblo se dejó abierta la posibilidad de que, como sucedió, numerosos delincuentes, gente vengativa y en general personas fuera de todo control cometieran crímenes y abusos que, tan pronto pudo, el gobierno logró suprimir. Los delitos en el lado republicano fueron el resultado directo, y esto no puede negarse, de la rebelión militar. Sin ella no habrían sucedido.

En cuanto a la tensa situación creada por los asesinatos en las calles parece ser que los españoles de hoy, o muchos de ellos, ignoran que tales asesinatos fueron iniciados y multiplicados por los pistoleros de falange, como el del teniente Castillo (por ser instructor de las juventudes socialistas), el de Juanita Rico (jovencita de las Juventudes Socialistas asesinada en plena calle cuando regresaba de una excursión dominguera), el del policía Isbert, que protegía a Jiménez de Asúa, el del magistrado Pedregal (asesinado por condenar a un asesino falangista) el de Joaquín de Grado (muerto por ser comunista) y otros muchos de personas menos notorias, como por ejemplo los vendedores de “Mundo Obrero”, el periódico comunista. Todos esos crímenes que crisparon al país, eran la aplicación rigurosa del principio de José Antonio Primo de Rivera, “la dialéctica del puño y la pistola” (sic). Hay que reconocer que ni siquiera lo ocultaron como puede verse en documentos y discursos de Falange, ¿por qué ahora casi nadie lo recuerda? Y cuando los Guardias de Asalto asesinaron a Calvo Sotelo en represalia por la muerte de el teniente Castillo, que era de su cuerpo, ciertamente la situación era tensa y lamentable., pero este crimen, injustificable, no surgió súbitamente de la nada sino que fue la consecuencia de toda una serie de crímenes injustificables debidos a una gran actividad de los pistoleros falangistas.

La agresión a la tranquilidad de España, a la paz y al Derecho cometidas primero por Falange y después por el ejército no tiene justificación alguna y si a eso vamos también podía alguien haber desatado otra guerra civil cuando los crímenes de ETA estaban en su apogeo, ya que la situación era también bastante tensa.

No hay justificación ni moralidad alguna en el sangriento golpe de estado del 18 de julio, cuartelazo inmundo propio de gorilas uniformados ebrios de poder (o de vino, como Queipo), para quienes la vida humana no tenía ningún valor. Además, ¡increíble pero cierto!, ya los jerarcas de la Iglesia Católica habían admitido esa nada sutil interpretación del mandamiento de “No matarás” por “Matarás con justicia”. De esto ya no se habla, hay que olvidarlo, ocultarlo, negarlo. Pero los curas que eran jóvenes seminaristas en aquel tiempo bien lo saben y a mí me lo dijeron entonces y me lo han vuelto a decir ahora, sacerdotes en activo que, naturalmente, no pueden identificarse. Pero los rebeldes no mataron con justicia, sino con injusticia, con premeditación, alevosía y ventaja, con todas las agravantes de ley.

Pocos casos hay en la historia del siglo XX de una felonía de tal calibre y de una cantidad tal de asesinatos como la cometida por los militares sublevados.

El 18 de julio es una fecha aciaga en la historia de España y así quedará en la historia de Europa y del mundo. Si Franco no hubiera sido un asesino ambicioso, sin más; si en lugar de tener la astucia animal del zorro para servir primero a Hitler y después a Estados Unidos (a quien fuera con tal de seguir en el poder) hubiese tenido un poco de inteligencia humana, una pizca de humanidad, habría aprovechado sus cuarenta años en el poder para restañar heridas, mostrar generosidad y, en una palabra, hacerse perdonar o por lo menos justificar el alzamiento. Pero como era en realidad muy bruto (no es insulto sino definición) siguió siendo el mismo tirano sangriento del tiempo de la guerra, el mismo militar sin cultura y sin sentimientos al que, como al Rojo de “La Malquerida”, sólo le interesaba el mando.

Es una vergüenza para España que el asesino Franco tenga una tumba faraónica cuando Hitler, que se suicidó hundido por sus crímenes, ni siquiera tiene tumba y Mussolini fue muerto y colgado por su pueblo. Además, –y esto no es una frase accidental ni una exageración sino la verdad estricta-, ni Hitler mató tantos alemanes ni Mussolini tantos italianos como Franco españoles.

¿Cuándo sacarán al asesino del mal llamado “Valle de los Caídos”?

El 18 de julio, sólo merece una conmemoración luctuosa, es un día de luto para España. El más trágico de su historia.

Juan Miguel de Mora *. Ciudad de México.
Redactor, El Inconformista Digital.

* Profesor de Indología en la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México), y ex combatiente en la Guerra Civil española con las Brigadas Internacionales.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 18 Julio 2006.