El gobierno socialista de Zapatero ha decidido mandar más tropas a Afganistán, con la excusa de aumentar la seguridad del contingente militar ya desplegado, para favorecer la ayuda humanitaria.
Desde la caída del régimen taliban y la implantación por los norteamericanos del gobierno de Karzai, la situación de los afganos sigue igual de mal en todos los sentidos, incluida la discriminación a las mujeres. Los señores de la guerra campan a sus anchas con sus ejércitos privados. La situación económica igual de deteriorada viviendo la mayoría de la población en niveles de subsistencia. Se ha extendido de forma generalizada la producción del opio cuando los talibanes casi habían conseguido erradicarla, con lo que la corrupción y las bandas de narcotraficantes son generalizadas. La inseguridad es cada día más frágil empezando a producirse en casi todo el país una sensación de guerra, que está teniendo poca repercusión mediática pero que la tendrá, pareciéndose cada vez más Afganistán a Iraq.
Este verano, la OTAN aumentará su presencia militar con unos 9.000 soldados más, de ellos 600 serán españoles. Situándolos en el sur y el oeste para combatir a los talibanes he intentando dar seguridad a esas zonas.
En una reciente encuesta del Real Instituto Elcano, el 79% de los españoles opinan que se debería dar un mayor apoyo humanitario a esta zona, pero sólo el 51% secunda la presencia de las tropas españolas en Afganistán.
Dos son los argumentos con lo que se nos vende la presencia española en Afganistán: uno de carácter humanitario y otro sobre la legalidad de nuestra presencia militar alegando el aval de la ONU.
Resulta inquietante la usurpación que ejercen los ejércitos sobre la acción humanitaria, con la finalidad de hacer más digerible su función militar. Un dato resulta significativo, en el año 2004, el ejército español se llevó el 50% del presupuesto para la acción humanitaria, es decir, que los criterios que se han regido para la obtención de los mismos se han basado más en intereses políticos, militares y mediáticos que con planteamientos lógicos de las necesidades de la población a la que se le va a prestar esa ayuda.
Últimamente se le dan rango humanitario a todas las acciones en las que participa el ejército español, así resulta más fácil digerir para la opinión pública esta presencia. Podemos destacar en este sentido la participación militar española en Haití, para asegurar la caída de un régimen democrático, solamente porque a norteamericanos y franceses no les gustaba su presidente y su política.
En el caso de Afganistán, se intenta potenciar los Equipos de Reconstrucción Provinciales, que surgieron en la operación norteamericana sobre el país, pero que no están incluidos en el mandato de la ISAF (OTAN). Con este apoyo se está legitimando la operación Libertad Duradera que era claramente ilegal, y por el otro lado se violentan los fines por los que se formó la ISAF. Difícil papel jurídico el que debe jugar el gobierno socialista de Zapatero.
Se nos habla de la legalidad de la operación norteamericana sobre Afganistán para hacer frente a las amenazas terroristas, pero ésta no da satisfacción a los criterios que permita avalar una acción en legítima defensa. Con una duración ya de casi cinco años, no se ha producido el menor control por parte del Consejo de Seguridad de la ONU como es preceptivo.
La ISAF, en la que participa España, se creó en el año 2003 por parte de la ONU y cuyos objetivos eran claros: garantizar un entorno seguro de la capital, el control de su aeropuerto y fortalecer la creación de la policía y el ejército afgano. Entre sus objetivos no estaban ni la lucha contra el terrorismo ni la ayuda humanitaria. El anterior ministro de Defensa, José Bono dejó claro para que estaban los militares españoles en territorio afgano, cuando reafirmó que las fuerzas que el dirigía estaban para luchar contra el terrorismo.
Se nos intenta vender que las guerras de Afganistán e Iraq son diferentes, pero la realidad es tozuda, son problemas muy parecidos pues dos son las motivaciones que las unen, por un lado el dominio de esas zonas de gran influencia geoestratégica y por el otro lado, el control y utilización de los recursos energéticos. En ambos casos, con la utilización de la fuerza militar y con la implantación de gobiernos títeres pro norteamericanos.
Podemos afirmar sin la menor duda que tanto en Afganistán como en Iraq se han saltado la legalidad internacional, jugando la ONU un triste papel de comparsa y de Celestina de los intereses norteamericanos en el mundo.
Como verán la situación es clara para que los socialistas en el poder no la entiendan. Es difícilmente explicable la diferenciación en la actuación en Iraq de la de Afganistán. Estarán de acuerdo conmigo que la participación española en Afganistán, que tan cara nos está saliendo en dinero, pero sobre todo en vidas humanas, no es otra cosa que intentar congraciarse con el amigo norteamericano.
Vamos a ir asistiendo poco a poco al aumento de nuestra presencia militar en Afganistán, ante la demanda norteamericana a través de la OTAN de una mayor implicación. Esta mayor presencia nos la venderán publicitariamente con el latiguillo de la ayuda humanitaria.
Ante esta situación, es justo pedir y reivindicar no sólo que no aumente la presencia militar ya existente, sino la retirada de esas fuerzas. Si los afganos necesitan ayuda humanitaria, que en justicia la merecen, se le puede dar a través de organizaciones preparadas. Y que sirvan para mejorar sus condiciones de vida.
Una vez más, asistimos a las contradicciones de los discursos desde el poder, difícil lo tiene Zapatero en este tema. Lo único que le demandamos es coherencia.
Edmundo Fayanas Escuer. Pamplona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 7 Junio 2006.