El despertar de los Andes – por Francesc Sánchez

Cómo un trueno desde lo alto de las montañas ha debido de resultar para muchos la nacionalización de los hidrocarburos que ha puesto en marcha Evo Morales en Bolivia. ¿Empieza a clarear o quizá se aproxima la tormenta?

La nacionalización quiere sacar a flote una vez más la estatal YPFB. Para lograr esto el gobierno deberá de comprar el 1% de las acciones en las empresas mixtas, participadas hoy a partes iguales entre el estado boliviano y las multinacionales. Las empresas resultantes tendrán la obligación de ceder a la nueva YPFB el 82% de su producción; teniéndose que conformar estas en concepto de beneficios con el restante 18%.

Para resolver en que quedara todo esto se abre un periodo de 180 días en donde las negociaciones y los juegos de manos pueden dar muchas sorpresas. Y un factor determinante para las multinacionales será establecer si la venta de ese 18% de la producción es capaz de cubrir nuevas inversiones en instalaciones e infraestructura, y ofrecer al mismo tiempo una rentabilidad.

En principio la subida de los precios del gas que fluye a través de las tuberías hacia Argentina y Brasil podría compensar el nuevo escenario para las empresas mixtas, si no fuera porque Petrobas y Repsol YPF ?dos de las empresas multinacionales que operan en Bolivia? tienen una clara vinculación accionarial con los países afectados.

Esta circunstancia dejaría en una muy mala situación a Petrobas y al área industrial de Sao Paulo, dependiente en más de un 60% del gas boliviano. Y aquí aparece una de las consecuencias exteriores de la nacionalización: Continué o no Petrobas en Bolivia, deberá hacerse cargo de este incremento en el precio, o el gobierno brasileño deberá encontrar fuentes de energía alternativas.

Éstas fuentes de energía alternativas al gas boliviano pueden pasar por la construcción de nuevas centrales nucleares, o la llegada de hidrocarburos de otros lugares. Y es aquí, desde una perspectiva insospechada, donde puede irrumpir el gran oleoducto-gasoducto del sur que quiere construir Venezuela.

Se trata de una titánica obra de ingeniera que sobre el papel quiere transportar gas y petróleo desde la localidad venezolana de Puerto Ordaz, hasta Montevideo y Buenos Aires, atravesando las selvas amazónicas brasileñas. Éste entramado de tuberías al que ha estado invitado Bolivia puede suponer un cambio radical de las actuales relaciones, tanto económicas como políticas, entre los países latinoamericanos.

Argentina y Chile, los otros dos países receptores y dependientes del gas boliviano, podrían también sumarse a este proyecto. Pero quedando lejos en el tiempo ésta alternativa, Chile podría interesarse por el gas peruano de la región de Casimea; gas destinado en un principio actualmente a la costa oeste norteamericana desde el puerto chileno de Arica.

La nacionalización es ambiciosa pero en realidad como hemos visto no supone una reapropiación absoluta de los hidrocarburos, porque la producción seguirá estando al menos en un 50% en manos de las multinacionales, y en algunos casos ante perdidas ?cómo el de Petrobas o Repsol YPF? puede significar la salida del país de importantes inversores.

Ante la salida de las multinacionales el gobierno boliviano tendría que buscar nuevos inversores sin confiar ciegamente en nadie, o plantearse la compra o la apropiación del 100% de las empresas que operan actualmente en el país. En todo caso haga lo que haga el gobierno boliviano debería tomar buena nota de las alternativas energéticas a las que pueden optar sus actuales clientes.

Por ahí anda la lidia, pero quizá lo más significativo para estas multinacionales sea la resolución final del gobierno boliviano acerca de la titularidad de las reservas gas y petróleo. No hace tanto Repsol YPF tuvo que recortar en un 25% sus reservas repartidas en su origen entre Venezuela, Argentina y en menor medida también en Bolivia *. La nueva nacionalización parece clara en este respecto, los hidrocarburos bolivianos pertenecen al estado boliviano; mientras las multinacionales aducen que se reservan sus derechos, la clave de bóveda estará en saber en como el gobierno boliviano podrá dar la vuelta a la situación, sacando provecho de sus hidrocarburos.

Es evidente que la inmensa mayoría del pueblo boliviano no ha percibido nada por la venta de los hidrocarburos hasta la fecha. La relación entre el beneficio de las multinacionales y los impuestos quizá solo fuera superada en injusticia por la nefasta gestión de los gobiernos anteriores, y el reparto desigual entre los territorios. Pero en mi opinión, el gobierno boliviano cometería un error inmenso si depositara demasiadas esperanzas en la nacionalización. Ésta debería ser vista no como un fin con la que lograr unas rentas, en un momento dado siempre volátiles, si no como un medio, que al lado de otras necesarias nacionalizaciones y reformas, lograran generar una capacidad productiva para incrementar y articular la economía del país. Esto sumado a un acuerdo racional entre los diferentes pueblos indígenas y una puesta al día de los resortes del estado, que en su explicación me requerirían por si solos otro artículo, son quizá los elementos que serian capaces de cambiar hacia mejor el país andino. Suerte.

* El gobierno boliviano acusó el 9 de Enero del presente año a Repsol YPF de apuntarse las reservas de gas natural boliviano ?15 trillones de pies cúbicos? que están bajo control de la multinacional; la U.S. Securities and Exchange Commission resolvió a favor del gobierno boliviano.

Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 12 Mayo 2006.