Marbella durante muchos años ha sido una ciudad botín para políticos y constructores sin escrúpulos. Ha tenido que producirse un cambio de gobierno en el estado y la bancarrota en el consistorio público para que la Justicia haya decidido intervenir, en lo que a todas luces y a vista de todos era el vivo ejemplo de lo peor que tiene este país. Un ayuntamiento privatizado, que ejercía malversación de fondos y prestaba sus servicios al mejor postor del ramo de la construcción, para recalificar terrenos y omitir todo tipo de leyes.
El latrocinio sistemático durante años y la connivencia de los concejales del ayuntamiento con el sector privado ha sido tal que se presume que la ciudad ejercía de base de operaciones para otras localidades de la costa del Sur y Levante. Rápidamente muchos han señalado que el asunto se remonta al régimen del ya desaparecido Jesús Gil y Gil, pero para ser rigurosos se tiene que decir que antes de la llegada del capo de don Jesús Marbella era ya un autentico desastre, dejada de la mano del estado llena de delincuencia y corrupción. El capo barrió las calles y atrajo a grandes inversores extranjeros; el empresario metido en política utilizó el ayuntamiento de Marbella como una empresa privada llegando en sus últimos días a coleccionar más de 170 causas con la Justicia. El GIL (Partido Independiente Liberal) se extendió por el litoral malagueño llegando a tener una importante mayoría en pequeñas ciudades como Estepona y la Línea de la Concepción; los dominios del capo en la costa se extendieron como la espuma, no obstante, el salto del estrecho de éste partido para llegar a Ceuta y Melilla fue capado por el PP y el PSOE. Jesús Gil en ese momento llego a denunciar un acoso y derribo planeado por las dos grandes formaciones políticas nacionales.
Juan Antonio Roca, el protagonista del momento por lo que parece fue un fiel aprendiz de don Jesús. La casa del concejal de urbanismo, quién dicen que era la persona que ejercía el poder real de la ciudad y en su momento delató a don Jesús a Imaginación (Inteligencia), es un homenaje al Arca de Noe y a la cueva de Alí Babá y los cuarenta ladrones. Los diferentes coches de alta gama, el helipuerto, y el Miró autentico encontrado en el lavabo, se dan la mano con una colección de animales disecados de todo tipo, expuestos como trofeos de caza. Esta casa de los famosos anónimos se complementa con un palacete en Madrid, un hotel en Estepona, un jet privado y otras propiedades que como es bien sabido, todo concejal con su sueldo puede permitirse. Pero el humilde funcionario en cuestión, al que ahora adjudican la cuarta fortuna del país, es tan solo uno de los gestores de la cosa pública privatizada; el capo de la banda siempre necesario para poner orden entre tanto rufián y ladrón de tres al cuarto. Como Alí Babá, los cuarenta ladrones trabajaban incansablemente por sabotear una de las regiones españolas, ya de por sí maltratadas por la historia y la ignorancia organizada.
Queda por saberse quienes están en el otro lado del negocio, quienes untaban a los funcionarios privatizados, y quienes realmente sustentaban, y quizá podríamos decir, sustentan el poder en esa región. Y es aquí cuando la corrupción y el latrocinio se vuelven artes más peligrosas, pues hacen referencia a un empresariado opaco, que por regla puede estar fuera de la ley en todo su ciclo destructivo. Los términos precisos para definir el nexo de unión de este empresariado con los hombres del consistorio, son la inversión descerebrada y la especulación a corto plazo, pero también puede serlo el del blanqueo de dinero. De tirados al río seria bueno que la Ley llegara hasta el final, Ciudad Botín y todo lo que representa es una vergüenza que no nos podemos permitir.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 12 Abril 2006.