Con una extensión tres veces superior a la de España, Mongolia forma una especie de tapón entre China y Rusia. La mayor parte del país es un desierto que sólo reverdece por el este, como consecuencia del monzón. Se practica la ganadería a través del tradicional y ancestral nomadismo o seminomadismo dadas las condiciones de humedad de esa zona. Tal como se fue consolidando la República Popular de Mongolia se inició un proceso gradual de urbanización y de abandono parcial del nomadismo.
La historia de Mongolia comienza en el siglo XII, con Gengis Khan (1162-1227) que logró unificar a los pueblos mongoles, apoyándose en una fuerte demografía y en su invencible caballería, llegando a conquistar todos los países vecinos, constituyendo un imperio que se extendió desde Pekín hasta el mar Caspio. Este año se celebra el 800 aniversario de la unificación de las tribus mongolas bajo el mando de Genghis Khan.
En 1938, las tropas japonesas intentaron conquistar Mongolia como paso previo para la toma de Siberia, pero fueron derrotadas, provocando que Japón permaneciera neutral cuando la Alemania nazi atacó a la URSS, en la IIª Guerra Mundial.
En 1947, Mongolia se constituyó en región autónoma dentro de China, siendo colonizada por los chinos de la etnia Han. Posteriormente, alcanzó su independencia como una república popular.
Tiene una población de 2,8 millones de habitantes, con una esperanza de vida de 67 años. Su población urbana representa el 60 % y un 25 % de la misma sigue siendo nómada. La mayor parte de los mongoles practican la religión budista-lamaista.
Una de las grandes aportaciones del pueblo mongol al mundo ha sido la tolerancia religiosa entre las grandes corrientes religiosas de musulmanes, budistas y cristianos. Introdujeron también conceptos como el libre comercio, la inmunidad de los embajadores, crearon una especie de pasaporte, o la fundación del servicio de correos. Muchos de los elementos que hoy constituyen el mundo global ya fueron desarrollados por el pueblo mongol.
Mongolia durante el periodo más severo del invierno, conocido localmente como dzud, es castigada por temperaturas extremadamente frías, junto a grandes sequías, incendios forestales que provocan abundantes enfermedades en la población mongola.
Su capital es Ulan Bator, con una población cercana al millón de habitantes, que habitualmente suele estar envuelta por nubes de contaminación debida a las centrales térmicas y a las estufas de los gers (nombre que reciben las chabolas de la zona). Más de medio millón de sus habitantes viven en ellas, como consecuencia de la falta de trabajo y de dinero de su población. No hay ningún programa de viviendas sociales para sus habitantes en el presupuesto del Estado.
En el año 2004, un 14% del PIB de este país provino de la ayuda internacional, siendo uno de los países más pobres del mundo. El 36% de su población sobrevive gracias a esta ayuda exterior, fundamentalmente japonesa. La minería, la ganadería trashumante y la lana son sus principales producciones, que unido a la ayuda internacional constituyen los ingresos básicos del país.
Se ha beneficiado de los altos precios del cobre en el mercado internacional y de una mayor producción de oro. Las posibilidades de encontrar depósitos minerales son buenas y se ha convertido en uno de los primeros países por las inversiones en exploración geológica que recibe.
Su economía creció en el año 2004, un 10,6 % de su PIB. En el 2005, sólo un 5 % y para este año se prevé el mismo crecimiento. Su renta per cápita está en 1.900 dólares anuales.
Con la caída del muro de Berlín y la descomposición de la Unión Soviética, Mongolia sufrió los efectos traumáticos de la transición de una economía de planificación centralizada a una de mercado, y de un sistema político unipartidario a una democracia multipartidaria. La continúa dependencia del país de las exportaciones de cobre, oro y lana de tipo cachemira, coloca a la economía mongola en un estado de vulnerabilidad a los altibajos que se produzcan en los mercados internacionales.
El desempleo, la pobreza y la corrupción son percibidos como los problemas sociales más graves. En el índice de corrupción y de transparencia internacional ocupa el puesto 87, por debajo de los chinos pero por encima de los rusos y de los países de Asia Central.
El gran problema de Mongolia es encontrarse entre dos grandes países con intereses a veces contrapuestos, China y Rusia; con fronteras de 4.673 km con los chinos y de 3.485 km con los rusos, que condiciona cualquier actuación como país. Actualmente, depende energéticamente de los rusos, pero los chinos son su principal inversor y socio comercial.
Estados Unidos intenta jugar un papel importante en este país, así el presidente norteamericano Bush lo visito recientemente como muestra de agradecimiento por los 132 soldados que mandó a Iraq. Mongolia siempre se ha presentado como un país no alineado, proclamando su no participación en las alianzas militares.
Existe el refrán mongol que dice “si en un pueblo mongol no hay perros, es que hay chinos”, como puede comprobarse la simpatía por los chinos es escasa. A pesar de las reticencias y temores, unos 450.000 mongoles visitan China, y muchos de ellos envían allí a estudiar a sus hijos.
Es un país de contrastes entre una sociedad posindustrial y una comunidad rural primitiva. Uno de los aspectos que más llama la atención social son los graves problemas de alcoholismo y de drogas que se dan en ella.
Como podemos comprobar, las condiciones de vida de los mongoles son muy complicadas y difíciles, por su situación económica y la dependencia de la ayuda internacional. Como país, depende de la tranquilidad de las relaciones entre sus dos grandes vecinos. A esto se le une el papel que Estados Unidos quiere hacerle jugar como ojo vigilante de Rusia y China, en su propio beneficio. Esperemos que los mongoles progresen y avancen en un futuro tranquilo y democrático.
Edmundo Fayanás Escuer. Pamplona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 1 Marzo 2006.