¿Simple cuestión de libertad de expresión? – por Emilio Sales Almazán

Un extraño tufillo me vino a la nariz cuando ¿de repente? explotaba un clamor popular de sectores de la población musulmana contra unos dibujos donde se representaba al profeta Mahoma en actitudes muy irrespetuosas para los creyentes en esa doctrina. Hasta la saciedad se sabe que dentro de esta religión tienen prohibido las imágenes de sus padres espirituales.

Con el paso de los días hemos visto como la violencia va increscendo y ya empiezan a haber víctimas mortales entre los soliviantados y entre los sufridores de las iras de la turba. Pero al mismo tiempo las dudas se disparan.

Es cierto que hay proclamas sobre el derecho inalienable sobre la libertad de expresión, de la injusta sublevación de aquellos que tildan de infames los dibujos sobre el profeta y la, a todas luces, inaceptable violencia de estos grupos contra personas y bienes de países occidentales.

Algunos se rasgan las vestiduras (de todo tipo) ante este ataque a la aludida libertad de expresión, como si en nuestro mundo europeo y norteamericano, estuviéramos en el mejor mundo de los posibles en cuanto a las purezas democráticas, como si las opiniones o ideas se pudieran expresar con total libertad. Mentira.

Sería arduo el repasar todas las restricciones que se producen en cuanto se expresan opiniones contrarias a lo que las “normas” de los poderes religiosos católicos entienden como intocables. No es privativo de la época franquista, donde la separación de iglesia y estado era inexistente. Hoy en día, con una Constitución que supuestamente declara la aconfesionalidad del Estado, es imposible el hacer algunas críticas, más o menos aceradas, de cuestiones como Dios y su familia. Tampoco me voy a retrotraer a otras épocas, como la Inquisición ó el llamado descubrimiento del llamado “nuevo mundo”.

Hace unos meses sucedía un hecho demostrado de cómo se plantea la libertad de expresión en nuestro país. Se estrenó una obra de teatro en el Circulo de Bellas Artes de Madrid, el título era bastante elocuente (en principio) “Me cago en Dios”. Su autor Iñigo Ramírez de Haro. La obra fue atacada desde los sectores más reaccionarios, fueron agredidos sus protagonistas (los actores y el autor) con destrozo de los enseres del escenario. Posteriormente se tuvo que trasladar al teatro Alfil, ya que la Comunidad de Madrid cedió a las presiones que desde esos sectores hicieron ya que era un local público donde se representaba. El Autor fue denunciado y se le quiso aplicar el artículo 525 del Código Penal en donde se contempla penas para quien ofendan “los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente, de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes los profesan o practican”. La denuncia no prosperó, el autor argumentó que su obra era una experiencia personal de su paso por un colegio religioso. Resumiendo, en todas partes “cuecen habas”.

Pero la cuestión me lleva a otros derroteros cuando leo la entrevista realizada al autor de los dibujos en el suplemento “Crónica” del diario El Mundo del último domingo. Ya el encabezamiento me subyuga “El Cruzado Danés”, a mí, como que las cruzadas me dan algo de grima, ya empiezo con un ligero mosqueo. En algunas de las respuestas del autor, Flemming Rose, denoto el visceralismo que él achaca a otros y una burda manipulación de la historia. Comparar las reacciones de los musulmanes airados con los bolcheviques es, no solamente injusto, si no una maniobra farsante, y ya que alude a que es partidario las libertades individuales y la economía de mercado, proestadounidense, argumentando “nunca un país ha hecho tanto por la Humanidad y ha recibido tan poco agradecimiento” aludiendo a EE.UU., bastaría recordarle que muchos de los logros que consiguió la clase trabajadora (y que ahora se van perdiendo) se lograron gracias a esos revolucionarios y a revoluciones como la de Octubre. Pero hay más. No creo que sea casualidad que desde septiembre donde se publicaron esas viñetas ofensivas, hasta la fecha, hubieran pasado inadvertidas, y sea precisamente ahora cuando se dan pábulo coincidiendo con las proclamas incendiarias del fanático presidente de Irán, otro enviado por su dios para salvar a su civilización; pero cabría recordar que el presidente estadounidense también tiene hilo directo con su particular dios que le dicta sus normas y acciones, entre otras la invasión de Irak.

Emilio Sales Almazán. Talavera de la Reina.
Colaborador, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 10 Febrero 2006.