Golpismo verbal – por Emilio Sales Almazán

Ya he comentado en alguna ocasión las «ocurrencias» de mi amigo Arsenio. Tiene una forma especial de analizar los temas, su socarrón sentido del humor, descoloca y, en algunas ocasiones, confunde, pero siempre sus apreciaciones son dignas de tener en cuenta.

Hace unos días me vino contando una conversación que había mantenido con un vecino, persona octogenaria, de muchas vivencias en su azarosa vida, y con el que había intercambiado puntos de vista sobre la actualidad política y las tesis que se están difundiendo respecto a la llamada solidaridad entre los territorios de nuestro país.

Como el asunto me interesaba, sobre todo partiendo de él y de otro ciudadano que, por su edad, podía aportar visiones de otra época. Escuché atentamente como Arsenio me relataba lo que el anciano entendía por «crispación» de la vida política y sus semejanzas con anteriores actuaciones de personajes de la política pasada.

El contertulio argumentaba su preocupación al oír, ver o leer, las declaraciones que destacados dirigentes del Partido Popular hacen sobre la supuesta ruptura de España. Se acordaba, bastante pesaroso, de discursos oídos o leídos, hace ya muchos años, de otros políticos (supongo que debería referirse a los Calvo Sotelo, Gil Robles, etc.) que arengaban con el mismo tema. Decía algo así: «quitas el color de la tele y se parecen como dos gotas de agua». De peroratas incendiarias, patrañas inequívocas, calificaba el anciano, que tienen (y tenían) como fin el dar alas a lo más reaccionario de los poderes fácticos. De nuevo, argumentaba, los salvapatrias.

Siguiendo con su argumentario, decía que estas mentiras debían caer por su propio peso, que parecía mentira que volviéramos a dar oído a la vieja historia de la unidad de España basada en intereses de los de siempre. Se preguntaba a que solidaridad se refieren cuando llevan gobernando desde el año 39 (salvo algún lapsus, aunque menos fructífero de lo deseado) y las diferencias sociales continúan, pero no tanto entre regiones, sino entre ricos y pobres, que de todo hay en todos los sitios. La pobreza y la riqueza se extienden sin distinción de territorios.

Recordaba como tuvo que emigrar, los señoritos de entonces (abuelos y padres de los de ahora) no cuidaron a sus paisanos para que no tuvieran que salir de sus tierras a buscarse el «chusco». Los señoritos de entonces (abuelos y padres de los de ahora) no miraron de donde provenía las «perras» cuando vendieron fincas a potentados de otras regiones o países. El dinero, dice, no tiene patria. Los señoritos de ahora (nietos e hijos de los de entonces) sermonean sobre solidaridades que ellos tienen con los de su clase y lanzan a la nuestra a darnos de hostias con los trabajadores de otros lugares para sacarles las castañas del fuego a ellos. Y nosotros caemos en la trampa. Damos cobertura a «boicots» a productos de otras regiones cuando, en caso de cerrarse empresas, los perjudicados serán, sólo y únicamente, los trabajadores y trabajadoras. Mientras, los señoritos de aquí y allí, comen en la misma mesa. Decía mi venerable anciano que firmará en la petición del PP, pero para botarlos.

Ante todo este argumentario, no tenía posibilidad de rebatirle. Recordé tiempos escolares. Las historietas (así las puedo calificar a pesar de lo terrible de tanta mentira) que nos contaban sobre el caudillo martillo de herejes, salvador de la patria, unificador de tierras y pueblos. Del anticatalanismo que se propalaba y de tanta mentira, cuando lo cierto es que entre ellos no había diferencias. Los poderosos de allí y acullá comen en el mismo mantel. Como dicen tantas y tantas personas que emigraron, en ningún sitio «atan los perros con longanizas». El problema no son los estatutos, el problema es el sistema.

Espero conocer a este abuelo, quiero que su sabiduría me empape y me de alas para seguir adelante.

Emilio Sales Almazán. Talavera de la Reina.
Colaborador, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 1 Febrero 2006.