Como ustedes se habrán informado, sin saberse muy bien a cuento de qué —quizá por la aplastante victoria de Hamas en las elecciones palestinas—, los miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (EEUU, Francia, Reino Unido, China y Rusia), Alemania y la Unión Europea ya han acordado su propósito de llamar al banquillo del Consejo a Irán para el mes de marzo. Plazo que tiene el Sr. Mohamed el Baradei de la Agencia Internacional de la Energía, para entregar un informe sobre lo que acontece en Irán en relación con la energía nuclear.
Déjenme decirles que bajo mi criterio no es nada descabellado que en los próximos meses se produzca sin previo aviso una intervención armada sobre Irán. Futuros emplazamientos para instalaciones nucleares, o cualquier otro objetivo.
Les voy a decir porque pienso de esta manera tan funesta. Las aspiraciones de Irán por convertirse en una potencia económica y militar en Oriente Medio son lícitas. Pero Irán ha cometido un inmenso error: si se le impide el desarrollo de su programa nuclear, ha amenazado con el corte de suministros en el petróleo.
Este programa nuclear iraní depende en gran medida de Rusia, país que ofrece la tecnología y el personal cualificado necesario. La mediación rusa ha propuesto que el enriquecimiento de uranio, necesario para poner en marcha las centrales nucleares iraníes, se haga en la propia Rusa. De esta forma –según los rusos- podría evitarse que Irán tuviera uranio enriquecido en grandes proporciones, con el que poder conseguir la bomba atómica.
Pero la amenaza a corto y medio plazo más importante, no es el armamento nuclear que Irán pudiera tener algún día, si no el corte en el flujo de hidrocarburos. O la elevación del precio de los mismos. Un cierre accidental –o intencionado- del estrecho de Ormuz dejaría desconectado el Golfo Pérsico de un mundo cada vez más insaciable.
El desarrollo nuclear iraní encierra al menos dos razones. La primera es disponer de un seguro, la disuasión nuclear, para no correr la misma suerte que su vecino y viejo enemigo iraquí frente a EEUU. La segunda, és la que nadie le está prestando atención, Irán quiere desarrollar su propia industria para desarrollar economicamente regiones remotas.
En las dos razones va implícito el mensaje de una exigencia de respeto. Irán quiere tener un compromiso por parte de EEUU y el resto de potencias de que no va a correr la misma suerte que Iraq. Pero también va implícito otro mensaje, el de colaboración. Irán de la mano de Siria, podría contribuir a estabilizar Iraq cuando los norteamericanos dejaran de una vez por todas ese país. Pero estas razones, hechas más o menos visibles por los iraníes, forman parte de su visión.
El error de Irán ha sido amenazar con una subida en los precios de los hidrocarburos antes de disponer de la disuasión nuclear. Irán quizá se ha sentido tentado de reproducir la jugada de Rusia con el gas que fluye de sus inmensos yacimientos hacia Europa occidental; pero Irán no es consciente de que no dispone del mismo poder militar que la Madre Rusia, y de que se encuentra prácticamente aislada en la comunidad internacional. Una subida en los precios del petróleo, o un corte de suministros, no serian bien recibidos ni por los europeos ni por China; tampoco Rusia se va a poner de su lado porque depende económicamente de los europeos.
Es posible que los juegos de salón de Rusia y China, y hasta la irrupción de Hamas en Palestina —dependiendo de que acciones tome ésta—, retrasen lo peor, pero me parece que el reparto del botín ya ha sido efectuado. Las actuales potencias en el mundo no quieren otro competidor, mucho menos si es proveedor del preciado maná que és la energía.
La guerra abierta o la invasión militar, no se van a producir de forma deliberada porque inevitablemente supondría un gran hundimiento aparte del iraní. Pero lo que no me cabe la menor duda es que si Irán insiste en jugar duro, habrá quién le marque a bombazos el precio del petróleo.
Nota a posteriori: Hay otros factores a tener muy en cuenta entorno a la región que afectan a Irán, Iraq, Siria y Palestina, que como tenía propuesto antes de la publicación de éste artículo, me comprometo a elaborar en los próximos días. Pero me temo que el orden de los factores —los artículos— no va alterar el producto.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 31 Enero 2006.