Azerbaiyán es un país de 87.000 km2, con una población de siete millones y medio de habitantes, enclavado en la convulsiva zona del Cáucaso. Posee una gran riqueza petrolífera, de ahí su importancia, teniendo las segundas reservas de petróleo del espacio ex soviético. Los azeríes son el resultado de la fusión secular de los antiguos pueblos del Cáucaso Oriental, siendo su población mayoritariamente musulmana.
El papel de la religión en el país no ha sido relevante, ya que el control del Estado, a través del aparato político y a veces con medidas represivas, la han mantenido fuera de la vida política azerí.
Azerbaiyán se proclamó independiente en agosto de 1991, siendo elegido como primer presidente el excomunista Ayoz Mutalibor.
Su ubicación geoestratégica convierte al país en el eje central de muchos intereses económicos. Es el camino elegido para el transporte del petróleo del mar Caspio y del Cáucaso, en su camino hacia el mar Mediterráneo, para llevarlo a Occidente. Pasa el oleoducto Bakú – Tiflis – Ceyhan, que une Georgia y el sur de Turquía, llegando a bombear unos cincuenta millones de toneladas de crudo anuales.
Los azeríes abrieron sus campos petrolíferos del mar Caspio, en 1997, a las compañías extranjeras por medio de un contrato entre el gobierno y un consorcio de doce empresas, en el que la participación de las multinacionales norteamericanas representa el 40%.
El gobierno de Bakú desarrolló una fuerte política de inversiones sociales, para protegerse de los estallidos populares, como ha sucedido en otros países de la zona, gracias al elevado precio internacional del petróleo.
En septiembre de 1989, Azerbaiyán fue proclamado estado soberano, dentro de la URSS. Coincidió esto con el agravamiento de los conflictos étnicos entre azeríes y armenios, registrándose masacres contra estos últimos en 1989, en Sumergirt y en 1990, en Bakú, con un saldo superior a cien muertos. Estos hechos agudizaron los problemas del enclave de Nagorno Karabaj (territorio azerí poblado mayoritariamente por armenios, que son cristianos).
Entre 1991 y 1994 hubo una guerra entre Azerbaiyán y Armenia, por el territorio anteriormente mencionado. En 1994, bajo la presión rusa, se decidió un cese de hostilidades y se iniciaron negociaciones entre las partes en pugna. Siendo hoy en día un problema sin resolver y que envenena las relaciones políticas de la zona.
En octubre de 1993, llega al poder otro ex-comunista Ilham Aliev, que se mantiene en el mismo desde entonces. Los azeríes poseen una elite política bastante occidentalizada y su capital Bakú es una ciudad moderna y eje vertebrador del país. Al igual que las otras repúblicas ex soviéticas existe un alto grado de corrupción, donde las rivalidades entre clanes condicionan las alianzas y el discurrir del Estado, poseyendo un nivel burocrático muy ineficiente. Las grandes riquezas del país apenas son percibidas por sus habitantes, presentando una tasa de pobreza que afecta a casi la mitad de su población.
La familia Aliev, ha tejido en estos años en el poder una importante red de defensa en torno suyo, con el desarrollo de políticas de corte populista y de lazos de unión con otros clanes. Las relaciones internacionales del gobierno azerí de Aliev son duales, buscando el equilibrio con Rusia y con el mundo Occidental. Veamos.
Las relaciones con Rusia son difíciles, pues con la ocupación militar de Chechenia, en 1994, se deterioraron, al mismo tiempo que los rusos mantienen una alianza con Armenia, su rival en el conflicto del enclave de Nagorno Karabaj. Además persisten contenciosos con los rusos por las riquezas y su distribución en el mar Caspio. Un enfrentamiento con Rusia no le interesa, pues le cortaría muchísimas posibilidades de desarrollo.
Las relaciones con Occidente son muy importantes, permitiendo la inversión occidental en sus riquezas energéticas, incluso garantizándolas, y además mandando tropas a la guerra de Iraq. Está intentando su ingreso en la OTAN.
Aliev ha sentido como los occidentales le movían la silla presidencial, en las últimas elecciones. Vió como funcionarios norteamericanos se reunían con la oposición, alentándola para provocar su caída. La oposición contó con la ayuda de ONG occidentales financiadas por el magnate George Soros y por Madeleine Albright (secretaria de Estado norteamericana con Clinton), que apoyaron económicamente las actividades contra él.
Para mantenerse en el poder, Aliev debe de jugar un delicado equilibrio, haciendo valer las ventajas geoestratégicas y de recursos energéticos de Azerbaiyán. Pero la gran cuestión aquí, no es como se mantiene Aliev en el poder, sino como los azeríes mejoran sus condiciones de vida y van hacia un sistema democrático participativo. Una vez más vemos como los países occidentales, con la Unión Europea a la cabeza están más interesados en las ventajas económicas de unos pocos, olvidándose de las personas y de sus derechos humanos básicos.
Edmundo Fayanás Escuer. Pamplona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 17 Enero 2006.