Kazajistán, otra farsa electoral – por Edmundo Fayanás

Kazajistán es una república centroasiática, por donde pasa la antigua ruta de la seda. Tiene una extensión cinco veces superior a la de nuestro país y una población de quince millones de habitantes, dividida en dos grandes grupos étnicos, los kazajos con el 54% y un 30% de rusos. En cuanto a su distribución religiosa, están partidos en dos grandes grupos de idéntico tamaño, los musulmanes y los ortodoxos. Su renta per cápita es de 7.800 dólares anuales.

Kazajistán fue el último país que se declaró independiente de la URSS, el 16 de diciembre de 1991, siendo elegido como primer presidente Nursultán Nazarbáyev, con el 98,78% de los votos. Instauró un régimen presidencialista y destruyó cualquier asomó de parlamentarismo, practicando el autoritarismo político y el liberalismo económico.

En su culto a la personalidad, propia de estos regímenes post-comunistas, se le atribuye ser descendiente de un noble kazajo del siglo XVIII, que luchó contra los mongoles. Este oscuro personaje está envuelto en el llamado “kazagate” en los tribunales de los Estados Unidos, por el pago recibido de 67 millones de dólares por parte de compañías petrolíferas norteamericanas para lograr concesiones y favores.

Su economía creció un 9,4% en el 2004 y se prevé un 8% para este año. Es un país rico en petróleo, uranio y metales preciosos. La elite económica kazaja dirige más su modelo de desarrollo neoliberal hacia los países asiáticos como Corea del Sur o Singapur. Todo esto es engañoso, su sistema económico está organizado por las elites representativas de los diferentes clanes. Cada una de las hijas del presidente dominan un sector económico. Dariga domina los medios de comunicación, Danira y su esposo son los oligarcas del petróleo y Alia domina el sector de la construcción.

Una clave en su desarrollo es el petróleo, que es exportado a través de Rusia y que en el futuro se unirá al oleoducto Bakú-Ceyhan (Turquía). Se está construyendo un oleoducto que permitirá suministrar directamente a China. Actualmente produce 60 millones de tm, pero se calcula que para el año 2015 se llegará a las 150 millones de tm.

Nazarbáyeb hizo reformas más radicales que los rusos en sus sistema bancario, en las privatizaciones de las empresas estatales y en el sistema de pensiones, para lo que se eligió el modelo chileno de capitalización (que como vimos en un artículo anterior es menos eficaz que el estatal pero si beneficioso para los bancos y lleva al desastre a los jubilados).

La sanidad y la educación son malas y hay más pobres que en Rusia. Según el Banco Mundial, en el año 2003, más del 60% de su población vivía con 3,6 dólares diarios.

Para los norteamericanos este país juega un papel muy importante, por los grandes yacimientos petrolíferos del mar Caspio, donde las multinacionales norteamericanas han realizado fuertes inversiones que evidentemente quieren rentabilizar, de ahí que les interesa que este país sea estable y le intentan dar el papel de gendarmes de la zona.

Nazarbáyev ha desarrollado una política claramente nacionalista, con la finalidad de lograr el dominio étnico de los kazajos y la disminución de las etnias rusas. Ha convertido al kazajo en lengua estatal y al ruso en lengua de comunicación interétnica. En esa política de dominio kazajo, de 1988 a 1999, el porcentaje de kazajos aumentó del 39,% al 53,4%, mientras que ha conseguido que las etnias rusas pasen del 37,8% al 30% actualmente.

Kazajistán está ayudando económicamente al regreso de los denominados uralmani, que son los kazajos de la diáspora, consiguiendo que ya unos doscientos mil hayan regresado, mayoritariamente de Mongolia. También ha trasladado la capital desde Alma Ata a Astaná al norte del país, zona mayoritaria rusa para evitar cualquier brote secesionista.

Su política interior es dura, no permitiendo la disidencia, y al igual que todos los países de la zona de la esfera ex-soviética nada respetuosos con los derechos humanos y con las minorías.

Hemos visto que la religión musulmana representa a la mitad del país, dominando la rama de los suníes, cortándose de forma expeditiva cualquier atisbo de radicalismo islámico.

El presidente kazajo tiene que realizar equilibrios, pues por un lado tanto Rusia como la Unión Europea son fundamentales para el desarrollo de su país. Pretende que la Unión Europea le reconozca como la primera economía de mercado de la zona, así como que cumple con los mínimos requisitos democráticos que ésta exige. Pidiendo un status similar al de Rusia y Ucrania. Rusia juega un papel fundamental para lograr su progreso, pues tiene unos 7.500 km de fronteras comunes, gran parte del petróleo kazajo debe pasar por su territorio y su comercio también, por eso debe andar con cuidado con su proceso de disminuir la presencia rusa en la zona y procurando tener contentos a los jerarcas del Kremlin.

Por otro lado, los Estados Unidos, además de defender sus intereses petrolíferos pretende convertir a éste país en el gendarme político de la zona, por supuesto defendiendo los intereses norteamericanos, en un lugar tan conflictivo, y con tanta inestabilidad como Uzbekistán, Kirguizistán, Afganistán, etc.

Difícil papel para el equilibrio político el que debe de jugar Nazarbáyev, en una zona con tantos intereses económicos, petrolíferos y geoestratégicos.

Pero una cosa es lo que estos personajillos juegan en el tablero internacional de la geoestrategia y otra lo que la comunidad internacional les debe de consentir. Ya es hora que se acabe con estos líderes post-comunistas que se han convertido en auténticos mandarines, cuyo respeto por los derechos humanos y el progreso es nulo, basando sus regímenes en corrupción y el dominio de las mafias que sólo les interesa el dinero.

La Unión Europea y todos los llamados países democráticos deberían aislar a estos regímenes que nos devuelven al siglo XIX, que sólo hacen que llevar la miseria y la desolación a sus pueblos.

Edmundo Fayanás Escuer. Pamplona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 11 Enero 2006.