Decía el dramaturgo y Premio Nobel de Literatura de 2005, Harold Pinter, en su reciente discurso de aceptación del premio, que a los políticos sólo les interesa el poder, no la verdad. Quizás no haya regla sin excepción, pero las pruebas a las que se nos somete a diario son tan irrefutables que no hay más remedio que dar como cierto el aserto del genial escritor.
Y de esta manera nos topamos (por enésima vez) con la verborrea de los altos responsables políticos. El llamado líder de la oposición (titulillo inventado a mayor gloria de un político en una cámara multiparditista) dando muestra de su incontinencia verbal, insensatez política, discurso populista y del mayor grado (quizás se supere en próximas intervenciones) de desprecio a la ciudadanía nos dice que no estamos en un país serio. El motivo: el hundimiento del Prestige.
Según el Sr. Rajoy en un país serio no se hablaría de este tema, supongo que alude a este u otro que no interese a sus intereses y a los de su clase. Parece que este asunto no debe ser conocido por el llamado pueblo soberano y que solo se debe hablar del futuro, cuando el futuro es una entelequia y el presente (triste presente) se basa en la desvergüenza política de un pasado reciente y no tan reciente. Es evidente que en un país minimamente serio o bien, no pasarían estos desaguisados, o no tendríamos individuos como él.
Como a las estrategias políticas del PP interesa enmierdar la vida cotidiana, ya tiene bastante con manipular a diestro y siniestro con el Estatut, a pesar que en Cataluña no haya actividad terrorista (achaque para atacar cualquier iniciativa en el País Vasco), o conversaciones con Batasuna (como si no se hayan mantenido en el tiempo contactos), las negociaciones con la UE, o cualquier cosa que no sea dictaminado por quién ordene pensar. Al fin y a la postre somos súbditos y es el PaPa poder quien decide lo que está bien y lo que está mal.
Leo uno de los atrayentes escritos de Eduardo Galeano. Son parte de un artículo definido como Fábulas y comenta como “El pollo, el pato, el pavo, el faisán, la codorniz y la perdiz fueron convocados y viajaron hasta la cumbre. El cocinero del rey les dio la bienvenida: –Os he llamado –explicó- para que me digáis con qué salsa queréis ser comidos. Una de las aves se atrevió a decir: –Yo no quiero ser comida de ninguna manera. Y el cocinero puso las cosas en su lugar: –Esto está fuera de la cuestión.”
Estos condimentos son las mentiras (Prestige, Armas de destrucción masiva, Yak 42, etc…) que día a día nos suministran para nuestro bienestar, para que veamos como la perfección de nuestros gobernantes es tal que los errores, si suceden, son atribuibles a otros. Así pues, estos reyezuelos, como diletantes de un dios superior y subordinados fieles de sus ordenes, nos ordenan cuales deben ser nuestras preocupaciones y cuales nuestros pensamientos.
Cada cierto tiempo nos dan el caramelo de ir a votar, acto supremo del pueblo, y después a casa y a callar, ellos se preocuparan por nosotros. Después de todo esto una pregunta me surge: Si ellos hacen su trabajo ¿no será que nosotros (ciudadanos y ciudadanas) no hacemos el nuestro?.
Emilio Sales Almazán. Toledo.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 14 Diciembre 2005.