Cuando Manuel Fraga Iribarne era ministro del conocido asesino Francisco Franco y fomentaba el turismo (mientras los españoles andaban por Europa y el resto del mundo buscando trabajo de lo que fuera para comer), centró su propaganda en un lema: “España es diferente”, y lo escribió en inglés, no sólo porque quería atraer turistas de Estados Unidos sino porque a Inglaterra y al petróleo de Texas les debía Franco su victoria militar (la única que obtuvo) tanto como a Hitler y Mussolini pues si éstos enviaban a los militares felones y a Falange aviones y material de guerra el gobierno inglés se ocupaba de que nadie interrumpiese ese abastecimiento a la rebelión militar, mientras embargaba las compras de material que hacía el único gobierno legítimo español que era el de la República.
Durante cuarenta años la tiranía (lo suyo fue tiranía sangrienta y no simplemente dictadura) del conocido asesino Francisco Franco Bahamonde imperó en España, produciendo ciento cincuenta mil asesinados (parte durante la guerra y parte después de ella y esto ya está documentado por investigaciones realizadas y divulgadas por historiadores profesionales e imparciales) frente a los cincuenta mil que en los primeros meses del alzamiento militar produjeron venganzas y odios, políticos o personales, en el territorio de la República. También son muchos, sea como fuere, pero no hubiesen sido asesinados de no ser por la felonía de los generales que dejó al gobierno sin medios para poder ejercer su autoridad.
El franquismo fue fascismo puro, que allí se llamaba nacional-catolicismo, para poder asociar subliminalmente al fascismo español con el nacional-socialismo de Hitler, sin tocar la palabra tabú que daba escalofríos a Franco, “socialismo”, aunque en Hitler nada tenía de eso.
En Alemania se aceptó que Hitler fue un asesino psicópata y los alemanes se avergüenzan de ello y han juzgado durante años a los nazis; en Italia los “partisanos” fusilaron a Mussolini y el pueblo colgó el cadáver de los pies en una gasolinera de Milán, además de perseguir y encarcelar a todos los que cometieron crímenes a su servicio y no fueron fusilados al principio de la liberación.
Pero España, bien lo decía Fraga, es diferente, tan diferente que él mismo se convirtió en presidente de Galicia, ningún asesino de los de Franco fue perseguido y en pocos años llegaron al poder los herederos directos, consanguíneos e ideológicos, de la tiranía y de sus sicarios, encabezados por un hombrecito, José María Aznar, que sintiéndose Felipe II celebró la boda de su hija en el monasterio de El Escorial. Le acompañaba un grupo de franquistas que jamás condenó al criminal alzamiento militar, que protesta cada vez que algún ayuntamiento quita de la vía pública una estatua del asesino, y que sólo ejerce la política a base de insultos y provocaciones creando un clima de odio y rencor semejante al que la Falange creó en 1936. Mariano Rajoy, Ángel Acébes, Josep Piqué, Eduardo Zaplana y otros, todos los cuales, para ejercer la “voluntad de Imperio” que proclamaban Franco y Falange, lanzaron a España a invadir Iraq con el cuento de las armas de destrucción masiva cuya inexistencia ya reconocen Washington y Londres pero no Aznar ni los suyos.
¿Cómo puede ocurrir todo eso? ¿Dónde están los españoles? La pasividad y la abulia política de buena parte de las generaciones actuales ante la actividad de los franquistas tiene una explicación: cuarenta años de terror de desinformación y de mentiras. Cuarenta años de las madres diciendo: “Hijo, no te signifiques, no destaques,”.
Cuarenta años de sopor y de miedo.
Juan Miguel de Mora *. Ciudad de México.
Colaboración. El Inconformista Digital.-
* Profesor de Indología en la UNAM (Universidad Nacional de México), y ex combatiente en la Guerra Civil española con las Brigadas Internacionales.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 2 Diciembre 2005.