Mallorca, gran hub de vuelos – por Pedro Prieto

De nuevo la bonita historia de galgos y podencos y del falso debate. Sale en la prensa ahora que España, esa nación que debate con tanto ardor sus soberanías nacionales y autonómicas, era nada menos que el “hub” (expresión posmoderna que significa, más o menos centro neurálgico) de muchas de las actividades criminales recientes del gobierno de los EE.UU. Vemos ahora con estupor cómo los torturadores hacían tránsito en Palma de Mallorca o en las Canarias, se tomaban unas copitas y descansaban en algún hotel de lujo, mientras el o los torturados seguían en la jaula del avión privado, sin que al parecer se haya resentido ni un ápice ese concepto tan torero que tenemos de soberanía.

Políticos nacionales y autonómicos luchan, en ambos frentes, con fiereza inaudita, en parlamentos autonómicos y nacionales, por parcelas de autonomía y soberanía, mientras en sus puertos siguen atracando navíos nucleares extranjeros, portadores de bombas atómicas, sin que esos políticos, crean que eso es una merma de la misma y una vejación a los principios básicos.

Quieren policía autonómica, quieren presupuestos propios y gestión propia del dinero y las recaudaciones, que otros les niegan, diciendo que eso es sagrada soberanía nacional y todos se bajan los pantalones y pasan por alto y miran para otro lado, cuando un tercer país utiliza su propia casa para torturar y a hacer un centro de distribución de despojos humanos torturados a los centros de hacer picadillo que ya tienen instituidos los EE.UU. en varios siniestros lugares. Es un ejemplo de lo que podemos esperar de esa podrida clase política y enseña mucho de lo que van buscando cuando gritan sus responsabilidades soberanas sobre determinadas zonas.

¿Y cómo reaccionan los medios del pesebre ante el suceso? Pues de forma variopinta en las formas y de forma muy homogénea en los fondos.

Empezamos por el ABC, que titula su editorial “Doble rasero ante Washington”. Ojo a este parche. No es que haya secuestradores estadounidenses que vejan y torturan a presuntos delincuentes, ante las propias narices de la policía española, en nuestro territorio y cometen con ellos crímenes y atentados contra los derecho humanos, no. El problema para ABC, es que el gobierno español utiliza dobles raseros. He ahí el problema. Como resumen al final: “Ni las bravuconadas de entonces ni el silencio vergonzante de ahora”. Esto es, señores ciudadanos, a ver si se enteran. Lo de ahora parece que es algo punible y el gobierno de Rodríguez Zapatero estaba callado como mujer pública ante su proxeneta. Sin embargo, al parecer, lo de oponerse a la invasión de Irak fue una bravuconada, porque era legal. ¿Se enteran? Así que, concluyendo, la culpa de que se torture es de Zapatero, como queríamos demostrar.

El País, por su parte, cuenta muchas cosas que no tienen desperdicio. Por ejemplo, titula: “El Gobierno canario pide explicaciones sobre vuelos de la CIA en Tenerife. Los aviones investigados en Palma de Mallorca también aterrizaron cuatro veces en Canarias”, lo que viene a ser tan original como si el niño de 4 años pidiese a papá explicaciones de lo que hace con mamá en su cuarto cuando él se va a la guardería. Ese orgullo de defensor de los derechos humanos a ultranza ofendido, por haber sido mantenido al margen es de lo más enternecedor en las clases políticas. Pero siguen: “Los vuelos investigados por la Guardia Civil en Palma de Mallorca, supuestamente utilizados por la CIA para el traslado de presos relacionados con el terrorismo de origen islamista, también hicieron escala al menos una vez en Ibiza y en cuatro ocasiones en el aeropuerto Reina Sofía de Tenerife, según los datos confirmados por las autoridades aeroportuarias”. Un momentito, señores de la prensa; sorprende el extremo cuidado para evitar llamar a las cosas por su nombre: si esas personas han sido capturadas fuera del territorio de los EE.UU. se trate o no de la CIA, lo que esos señores son es unos secuestradores de personas. No tienen derecho, no solo a secuestrarlos, sino tampoco a juzgarlos, ni a encerrarlos, ni mucho menos a torturarlos y todavía mucho menos en un tercer país, que ha resultado ser el nuestro. El carácter de preso sólo lo da una actuación policial o judicial impecable en la jurisdicción apropiada y esto es un vulgar secuestro, seguido de torturas. A las cosas hay que llamarlas por su nombre. Las personas son siempre inocentes hasta que se prueba lo contrario, pero en este caso, El País, como la mayoría de la prensa del pesebre, haciendo como que critica, mantiene el formato de que se trata de “presos”, cuando son “secuestrados”, dice que están relacionados con el “terrorismo de origen islamista”, admitiendo el juicio de valor de los secuestradores y obviando el derecho a la presunción de inocencia (que se debió morir poco después de que Alfonso Guerra anunciase la muerte de Montesquieu), esconde que los actores principales, son secuestradores que han cometido un flagrante delito en nuestro propio territorio.

Ahora todos se rasgan las vestiduras y exigen explicaciones al gobierno en el Congreso. Con ello, presuponen que el gobierno debe saber algo, cuando la realidad es que el gobierno (este y los anteriores del otro único signo existente en esta democracia binaria), han renunciado desde la época de Franco y Eisenhower, a controlar lo que los yanquis hacen o dejan de hacer en el sagrado territorio nacional y además en las sagradas tierras autonómicas, que tanto se disputan en soberanía los galgos nacional españolistas y los podencos nacional regionalistas. Mientras, el ministro Bono, ese jesuita seudo-socialista al que se le escapan casi tantas jotas como señas de admiración, declaraciones inflamadas de amistad eterna y de respeto y genuflexiones al imperio, sugiere que no adelantemos acontecimientos y que a él no le consta que lo que dice El País, citando fuentes de la Administración, sea cierto, o que existan pruebas que lo demuestren. No hay peor ciego que el que no quiere ver. Lleva el bastón de ciego, al alimón con Bono, un representante del gobierno de EE.UU., que contrarresta las afirmaciones de El País, de que hubo una petición del CNI a la CIA, para que, más o menos, no se mearan en la piscina de los derechos humanos española desde el trampolín y que dejaran de salpicarles las pistas de aterrizaje con la sangre de los pasajeros, diciendo que a ellos no les consta que haya habido ningún contacto oficial entre ambos gobiernos al respecto. Toma del frasco, Carrasco. Y además el tío, no miente, como buen sajón. ¿¡Cómo va a haber contacto oficial si el CNI y la CIA son Anacletos con zapatófono secreto!?

En fin, uno rogaría a los señores diputados que quieran hacer preguntas serias en el Congreso, que no pregunten al jotero mayor del reino y al señor Alonso por lo que pasó en los siniestros aviones de la CIA en los aeropuertos españoles. Seguramente no lo sabrán. Pregúntenles por qué tantos aviones estadounidenses y tantos buques con propulsión nuclear y armas nucleares y aviones estadounidenses entran y salen a placer en nuestros puertos y aeropuertos militares y civiles y en las bases militares (esas que se llaman eufemísticamente de “utilización conjunta”, aunque disjunta) y pueden hacer y deshacer, cargar y descargar lo que les da la gana y por qué hemos renunciado a saber nada de lo que hacen con ellos y dentro de ellos cuando están en nuestro territorio. Y sin embargo, por qué se acepta que cualquier ciudadano español que toca EE.UU., aunque sea en involuntario tránsito, puede desaparecer, indefinidamente, sin habeas hábeas, ni cónsul que les atienda, ni perrito que les ladre. Por qué ellos pueden obligar a desnudarse a cualquiera y tocar hasta las pelotas hasta el mismísimo premio Nobel de la Paz y director del Organismo Internacional de la Energía Atómica, Mohamed El Baradei, teniendo incluso pasaporte diplomático.

Y por qué, por otro lado, sus secuestradores y torturadores (yo si que diría que presuntos), hacen los tránsitos con sus víctimas en estos aviones sin que nadie se pregunte nada. Por qué sus barcos siguen metiendo (o pudiendo meter, que es lo mismo, tampoco lo sabremos, porque nadie pregunta nada) sus misiles llenos de megatones en los puertos españoles, antes de soltar a la marinería a aliviar los bajos en las casas de “relax”, y por qué esos gobiernos nacional españolistas y nacional regionalistas tan sacapecho que tenemos en los diversos parlamentos, con pe minúscula, renuncian tan fácilmente a preguntar qué llevan en las tripas los portaviones USA. ¿No les da vergüenza? ¿De qué autonomía o independencia nos están hablando, unos y otros? Resuelvan las cosas de verdadera dignidad y luego hablaremos de las inconstitucionalidades de menor rango, señorías.

Pedro Prieto. Madrid.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 16 Noviembre 2005.