El pasado sábado tres explosiones coordinadas sembraron la muerte en dos mercados atiborrados de gente en la ciudad de Nueva Delhi. La acción reivindicada por un desconocido grupo autodenominado Inquilabi provocó al menos 61 muertes y más de 200 heridos.
El terror llega a Delhi ~ Francesc Sánchez
«Días atrás en mi artículo ‘La amenaza de las montañas’ comentaba, que tras el terremoto en la región de Cachemira, los gobiernos del Pakistán y la India habían dejado por un tiempo a un lado sus diferencias para ponerse a trabajar conjuntamente en la tragedia humana que tienen delante.» – leer más
La primera explosión que causó 16 víctimas mortales, se produjo a las 17:30 de la tarde en Paharganj, un concurrido mercado popular cercano a la principal estación ferroviaria de la ciudad.
Poco después, a las 18:05 y matando al menos a 46 personas, explotaba otro artefacto en el mercado de Sarojini Nagar, ubicado en el sur de la ciudad.
La tercera bomba, introducida en un bolso, iba a bordo de un autobús que circulaba por Govindpuri. Su explosión ?según fuentes indias? no logró causar grandes daños, porque el conductor del autobús estuvo a tiempo de lanzarla por una de las ventanas.
La autoría de estos atentados, en un principio desconocida, largas horas después fue reivindicada por un grupo armado denominado Inquilabi (Revolución), en una llamada telefónica a una agencia de noticias de la ciudad Srinagar, capital de la Cachemira India. Un supuesto portavoz de la organización llamado Ahmed Yar Gazmavi, habría sentenciado que «los ataques continuarán hasta que la India retire sus tropas de Cachemira y cese sus actividades inhumanas».
Fuentes gubernamentales argumentan que este grupo armado estaría vinculado de alguna manera con un grupo separatista islamista, que recibe ayuda desde el Pakistán, llamado Lashker-e-Taiba. Indistintamente de la relación o no con este grupo, el tipo de explosivos, la metodología y los objetivos de los atentados, recuerdan demasiado a las acciones de la red terrorista Alqaeda.
El terror llega a Delhi
Francesc Sánchez
Días atrás en mi artículo ‘La amenaza de las montañas’ * comentaba, que tras el terremoto en la región de Cachemira, los gobiernos del Pakistán y la India habían dejado por un tiempo a un lado sus diferencias para ponerse a trabajar conjuntamente en la tragedia humana que tienen delante. Ésta misma distensión fruto de las circunstancias, es aparentemente la principal razón que les ha emplazado a reanudar las conversaciones de paz, pues más allá de una voluntaria solidaridad entre los dos gobiernos, se impone la realidad humana que representan los centenares de miles de desplazados cerca de las fronteras con la Cachemira India que el Pakistán es incapaz de canalizar. Ante esto, las fronteras ?y más las que dividen Cachemira que son plenamente separadoras y hostiles? son un inútil obstáculo tanto para la población afectada como para los propios gobiernos, que ante una más que probable intensificación de la crisis humanitaria pueden encontrarse con una región completamente desestabilizada. Por eso las han abierto. Si imperase la razón, el contencioso sangriento de Cachemira que en las ultimas décadas ha matado a más de 100.000 personas, después del terremoto podría disponer de una buena oportunidad para resolverse de una vez por todas.
Por estas cuestiones que menciono los atentados terroristas de este pasado fin de semana en Nueva Delhi, los veo como el intento de algunas personas de querer hacer fracasar las negociaciones de paz. Si este podría ser el fin político más aparente, los fines ideológicos más aparentes son si cabe más preocupantes.
La cercanía de los festejos hindúes del Diwali, una vez terminados los del Ramadán musulmanes, podrían indicar que algunas personas quieren sembrar la discordia entre las diferentes confesiones en la India, reabrir unas heridas que tras una descolonización británica del todo irresponsable se tradujeron en la creación del Pakistán, pero también en un extenso baño de sangre.
La metodología utilizada en estos atentados, hacer explotar tres mochilas bomba al tiempo, y la elección de objetivos indiscriminados en lugares atiborrados de personas para lograr el mayor daño posible, irremediablemente recuerda a otros muchos atentados en otras latitudes del globo. La elección del nombre ‘Inquilabi’ (Revolución) por parte del grupo armado que se ha adjudicado la autoría no puede resultar más cínica.
En ‘La amenaza de las montañas’ hablaba también de extrañas personas que subían y bajaban por las montañas, y me preguntaba porque razón estas personas guardaban silencio después del terremoto, cuando siempre que han querido han hecho infinidad de intervenciones para los mass media. Lamentablemente, aunque esto de Delhi fuera fruto de imitadores, me temo que por acción u omisión ya han hablado: su único mensaje es el terror.
Algo debería de quedar claro: Mientras los ejércitos se desplazan, los pueblos mueren, y las disidencias legitimas se dejan a perder, el cerco en los territorios puente se estrecha cada vez más. Avanza la nada.
* Artículo relacionado – La amenaza de las montañas – por Francesc Sánchez
Redacción / Internacional. El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 31 Octubre 2005.