La dimisión del jefe de gabinete del vicepresidente Dick Cheney, Lewis Libby, tras ser procesado por el fiscal federal Patrick Fitzgerald de cinco cargos por obstrucción a la justicia, perjurio y falso testimonio en relación la caso Plame, ha sido un golpe certero a la Administración Bush que podría poner algunas cosas en su sitio.
Todo indica que Lewis Libby és una de las personas del Ala Oeste de la Casa Blanca que filtró a la prensa la identidad de una agente de la CIA llamada Valerie Plame, esposa del también agente y ex embajador Joseph C. Wilson.
El relevar la identidad de un agente secreto en EEUU constituye un delito federal que puede pagarse con 30 años de prisión. Sin embargo lo verdaderamente importante del caso Plame es que abre una brecha legal para hacer pagar de alguna manera a la Administración Bush las mentiras entorno a las armas de destrucción masiva que tenía, quería tener, e hizo desaparecer por arte de magia, Saddam Hussein.
Todo empezó cuando en Febrero de 2002 el ex embajador Joseph C. Wilson, trabajando para la CIA, visitó el Níger para comprobar si eran ciertos los rumores de que el régimen de Saddam Hussein estaba comprando uranio en ese país para poner en marcha un plan de desarrollo de armas nucleares en Iraq. Lo que resultó de esas visitas nunca lo sabremos con exactitud, pero lo que si sabemos es que esa teoría formó parte la justificación que esgrimió la Administración Bush meses antes de la invasión, para concienciar a la opinión pública de la necesidad de ir a la guerra. El propio George W. Bush utilizó el uranio del Níger en su discurso del Estado de la nación ante el Congreso pocas semanas antes de la invasión. Las armas de destrucción masiva que presuntamente tenía el régimen iraquí se desplegaron de la mano del por entonces Secretario de Estado, Colin Powel, en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y la guerra empezó.
Destruido el Estado iraquí e instalado el ejército americano en Iraq, las armas de destrucción masiva nunca aparecieron. Fue entonces cuando Joseph C. Wilson, el espía que había estado en el Níger un año antes, escribió un artículo el 6 de Julio de 2003 en el periódico The New York Times, titulado ‘Lo que no encontré en el Níger’.
En éste artículo Wilson argumentaba que los datos ofrecidos por la agencia de inteligencia por fuerza habían sido manipulados para justificar la guerra contra Iraq, recalcando que si habían mentido en esta cuestión lo estarían haciendo de muchas otras. Dos días después aparecía la identidad secreta de su esposa al descubierto en un artículo en The Washington Times titulado ‘Misión a Níger’. Robert D. Novak, un periodista afín al gobierno, recordaba las afinidades políticas de Wilson por el partido demócrata, e indicaba que éste había sido recomendado en esa misión por su esposa, haciendo entrever que tanto sus informes a la agencia como sus informaciones en el artículo eran plenamente parciales y partidistas.
Ésta venganza de la Administración Bush contra el patriota de Joseph C. Wilson, sin embargo ?aún queriendo muchos? no iba a quedar impune. Una de las consecuencias se produjo cuando meses después el Departamento de Justicia abrió una investigación para averiguar quién filtró la identidad de Valerie Plame, y entraron en juego los dos cabeza de turco. Matthew Cooper, un periodista del Newsweek que escribió un artículo en la edición digital de la revista Time, días después de que lo hiciera Robert D. Novack, y Judith Miller, la periodista de The New York Times que habló en diversas ocasiones ?con el ahora procesado? Lewis Libby.
Entre los meses de Mayo y Agosto de 2004, el gran jurado obligó a los dos periodistas a revelar las fuentes de sus respectivas informaciones. Ellos se negaron, pero finalmente Newsweek después de bastantes rodeos comunicó al juez que la fuente de Matthew Cooper había sido Karl Rove, el principal asesor del presidente George W. Bush. Mientras la rocambolesca historia se hacia cada vez más grande, Judith Miller, la periodista de The New York Times que jamás llegó a escribir una línea sobre Valerie Plame, entró en prisión por unos meses por no desvelar sus fuentes.
Judith Miller al salir de prisión desvela ?con el consentimiento de éste? que su fuente fue Lewis Libby. En ese momento el fiscal federal Patrick Fitzgerald ante tal cúmulo de despropósitos decide procesar al jefe del gabinete del vicepresidente Cheney, acusándolo de perjurio, falsedad y obstrucción a la justicia.
Otro hecho significativo alimentado por el artículo de Wilson y la filtración de la Casa Blanca, fue la dimisión del director de la CIA, George Tenet, efectuada el 3 de Junio de 2004, ante las críticas recibidas en todos los frentes por el papel de la agencia en los informes entorno a las armas de destrucción masiva que nunca aparecieron.
La investigación sigue abierta y pese a que muchas apuestas se decantan por su cierre, el propio desarrollo surrealista de los hechos hasta ahora, hace que el asunto pueda tener un alcance insospechado (*1). Karl Rove, el asesor de George W. Bush, y el propio vicepresidente Dick Cheney, de realizarse un juicio contra Lewis Libby, tendrían que personarse en el juzgado para testificar. De celebrarse mencionado juicio podrían ir desilándose asuntos que pusieran entredicho todas y cada una de las mentiras que la Administración Bush utilizó para convencer a la opinión pública estadounidense para ir a la guerra.
De ésta forma, como lo fue el partido demócrata años atrás por la felación de Monica Levinsky al ex presidente Bill Clinton, el partido republicano podría quedar duramente dañado ?por razones más contundentes e importantes? para volver a ocupar la Casa Blanca.
(*1) – Las repercusiones podrían incluso trasladarse a otras latitudes, alcanzando al vigente gobierno del Reino Unido, reavivando un debate que se cerró en falso. Pocos días después del artículo de Wilson en The New York Times, el 19 de Julio de 2003 se produjo la muerte del Dr. Dave Kelly. El científico que según la prensa británica habría informado meses antes a la BBC acerca de las exageraciones que habría emitido el gobierno de Tony Blair entorno a las armas de destrucción masiva del régimen iraquí, para justificar la guerra de guerra a la opinión pública.
Francesc Sánchez – Marlowe. Barcelona.
Redactor, El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 29 Octubre 2005.