Señor director:
Ahora que la inmigración ha pasado a ser, según las encuestas, la primera preocupación de los españoles, deseo dejar claro que yo, a la verdad, no soy racista. «A pesar» de haber nacido en una zona periférica de la Península, no discrimino a los españoles ni en la redacción de mis anuncios en prensa ni en la selección que hago después, cuando necesito y solicito, a los precios corrientes del mercado, de personal para limpieza doméstica, pequeños arreglos del hogar, secretariado sencillo, distribución de publicidad, etcétera. Lo que ocurre es que a los españoles nativos no les interesa toda esa masiva oferta de empleo, prefiriendo vivir a costa de sus parientes o del subsidio de paro.
Nuestra economía se sustenta, de hecho, en parte, en una multimillonaria población extranjera a la que hemos admitido para que haga por nosotros un trabajo que no queremos, y a la que tenemos que mantener en un nivel inferior de especialización laboral (es decir, hablemos claro, de marginalidad), de menosprecio social, para poder tener nosotros un mayor nivel de vida.
En resumen: Por más que hipócritamente hablemos contra la discriminación, el racismo es el gran negocio que nos permite mantener el nivel de vida tan alto que hemos conseguido en pocos años, con la ayuda de la Unión Europea, que nos ha admitido, a su vez, para que reforcemos ese su sistema de dominio creciente sobre el Sur que, entre mil otros aspectos, se caracteriza por la diferencia creciente de ingresos que tiene respecto al Norte.
Yo, repito para autoconvencerme, no soy racista, e incluso he publicado varios libros contra el racismo; pero vivo muy bien a costa de apoyar y disfrutar de un sistema basado en ese refinado truco moderno que consiste, no ya en cazar e importar a grandes costes algunos esclavos, sino en «tolerar» que vengan a su coste y riesgo -muy elevados- algunos pueblos de color, para emplearlos al ínfimo nivel que nos esforzamos por convencernos que es el justo y adecuado para ellos.
Martín Sagrera Capdevila. Madrid.
Cartas de los lectores. El Inconformista Digital.
Incorporación – Redacción. Barcelona, 26 Octubre 2005.
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