Contradicciones económicas españolas – por Edmundo Fayanás

Los últimos informes de la OCDE y el BM sobre nuestro país muestran su preocupación por la pérdida de competitividad de la economía y por la situación de la burbuja inmobiliaria. Sin embargo nada dicen de las ostensibles carencias sociales que padecemos.

Cuando hablan de competitividad enseguida atacan a los costes laborales, diciendo que están un 1,4% por encima de los europeos, pero se olvidan de que la inflación es superior en el mismo porcentaje. Según ellos, nuestros salarios son muy altos y eso es malo. Siempre plantean los ajustes en los salarios olvidándose de las plusvalías, que en el año 2004, han sido escandalosas con subidas de los beneficios de hasta el 30%. Vean los beneficios de bancos, eléctricas, telefónicas, etc.

Con la entrada del euro, el coste de la vida se ha disparado, mientras que los salarios permanecen semiestancados. Según las estadísticas del Banco de España, la mayoría de nuestros paisanos llegan a final de mes con muchas dificultades.

La pérdida de competitividad es culpa de la poca capacidad de adaptación de nuestra economía, basada en un 62% en los servicios, un 4% de la agricultura-pesca, un 18% en la industria y un 16% de en la construcción. No son los salarios, sino los sectores fundamentales de la economía, automóviles, turismo, agricultura los que presentan escasos niveles de competitividad.

No somos competitivos por la estructura económica que nos hemos ido dando. Hemos estado aprovechando la ventaja en costes para crecer, olvidándonos de invertir en investigación y desarrollo, en la especialización de sectores punteros y no desarrollando nuevas capacidades, ni apostando por la calidad y el valor añadido, en vez de por los bajos costes. Ahora pagaremos con creces la poca visión y autocomplacencia económica de la que han hecho gala los políticos, tanto del PP como del PSOE.

Todos estamos sorprendidos con el comportamiento del sector inmobiliario. Esto ha sido posible por el ingreso en la eurozona, con un cambio monetario muy favorable, que ha provocado unos tipos de interés nunca conocidos en nuestro país. Todo ello unido a una aportación sustancial de los fondos estructurales y de cohesión de la Unión Europea.

Se ha unido el factor de la inmigración, que ha supuesto una aportación muy importante a la demanda efectiva y a la oferta productiva, con unos 3,7 millones de inmigrantes, superando el 8,4% de la población española.

Todos estos factores han provocado, que entre 1997 y el 2004, el aumento acumulado de los precios de la vivienda haya sido del 177%, equivalente a siete veces el crecimiento de los precios de consumo y de los salarios en el mismo periodo de tiempo.

Entre 1997 y 2004 sólo Irlanda nos superaba en cuanto a aumento acumulado de precios de la vivienda, destacando el estancamiento e incluso el descenso de precios de las viviendas en Japón y Alemania en dicho espacio temporal.

En el 2004, el saldo vivo del crédito inmobiliario citado equivalía al 54,3% del crédito al sector privado del total de entidades de crédito, mientras que dicha participación era del 39,9% en 1997, aspecto económico éste muy importante. La relación crédito inmobiliario-PIB pasó desde el 28,4% en 1997, hasta el 69,7% del 2004. Esto señala una situación muy preocupante porque ¿qué pasará si se produce un aumento fuerte de los tipos de interes?

Redundando en este aspecto, la relación deuda crediticia de los hogares-renta disponible ha crecido desde el 52,7% de 1997 hasta el 105% en el 2004. La relación ahorro-inversión de los hogares que en 1997 ascendía al 4,5% del PIB, se han hecho negativas en el 2004.

Situación harto complicada con la que nos enfrentamos, ¿Hasta cuando durará este boom inmobiliario? ¿Se producirá una deflacción inmobiliaria con las graves consecuencias que conlleva?

Ningún organismo internacional dice nada de las fuertes carencias de bienestar social que sufre nuestro país. De estas carencias llama la atención el llamado déficit sanitario, con cifras cada vez más importantes. El Estado no sólo debe solucionar este déficit sino que debe invertir mucho más en sanidad.

Somos el segundo país con menor gasto sanitario por habitante de la Unión Europea, tan solo nos supera Grecia. Actualmente gastamos 579 euros por habitante, menos que el promedio de otros países. Mientras que el PIB per cápita de España es ya del 86,5% del promedio de la Unión Europea, el gasto sanitario es sólo el 67% del promedio europeo, quedando un amplio margen para la inversión que consiga mejorar nuestro sistema sanitario.

Este fuerte déficit del gasto social y sanitario tiene su origen en el dominio político existente en la historia de España por parte de la derecha política. El equilibrio presupuestario del que han hecho gala Aznar y los populares, lo consiguieron a costa de hacer retroceder la convergencia social del país con la Europa social. La llegada al poder de los conservadores del PP aumentó ostensiblemente el déficit social y sanitario que nuestro país tenía respecto de la UE. Los socialistas persisten en el error del déficit cero.

España debería gastar mucho más en sanidad, educación, investigación, políticas sociales, de lo que actualmente lo hace. El gobierno de Zapatero debe así mismo cumplir con el compromiso adquirido en su programa de que el gasto social de España por habitante vaya convergiendo con el promedio de la Unión Europea.

El que se solucione todos estos problemas económicos, parte de la toma de conciencia de ellos y que todos presionemos a nuestros políticos para que cumplan con sus compromisos.

Edmundo Fayanás Escuer. Pamplona.
Redactor, El Inconformista Digital.

Incorporación – Redacción. Barcelona, 13 Octubre 2005.